El Simbolismo es una de las formas
más arcaicas del pensamiento humano.
El simbolismo ha impregnado las
manifestaciones humanas desde los albores de la civilización. No es arriesgado
afirmar que la presencia de símbolos asociados a un grupo humano primitivo es
un indicio claro del desarrollo evolutivo de una actividad cultural y social en su seno.
El símbolo nace del deseo
de unir lo exterior con lo interior; del deseo de comunicar conceptos
imposibles de expresar en términos simples. El símbolo es una puerta a la
profundización en nuestra propia existencia, una puerta que da acceso a otras
estructuras de conocimiento. Desde luego, el traspaso de esa puerta requiere
una clara predisposición. Esta predisposición, junto a las herramientas
apropiadas para explorar esos caminos, es patrimonio de lo que se denomina
“iniciación”.
No se debe pensar que una
persona, por el mero hecho de conocer el significado de un símbolo, se
convierte en sabio o tiene acceso a verdades absolutas o cosas por el estilo.
El símbolo es sólo un mecanismo útil para el ser humano interesado en la
reflexión. De hecho, los verdaderos símbolos carecen de una explicación
completa y clara. Si la tuvieran, dejarían de ser tales. Cabe, no obstante,
indicar, a grandes rasgos, el sentido de los símbolos, como invitación a esa
reflexión a la que nos hemos referido.
La Masoneria a través de sus expresiones
simbólicas invita al iniciado a escudriñarlas y buscar su significado más profundo.
Esa búsqueda es para nosotros el trabajo desplegado. Los masones trabajamos en
la construcción de un Templo Moral consagrado a la Virtud, a la Verdad y a la
Ciencia.
Quiere esto decir que la Masonería no
abre la puerta a sus Misterios nada más que a aquellos que demuestran poseer la
inquietud intelectual de acceder a ellos. Así, el tiempo o la antigüedad, por
si mismos, no significan nada en relación con el conocimiento masónico. Son el
propio trabajo, el estudio, la constancia, la participación en los trabajos de
la Logia, la evolución personal, los que abrirán al masón las puertas del
conocimiento; no el puesto en un inexistente escalón basado en la antigüedad o
grado, ni los títulos profanos que puedan poseer quien llegan a las puertas de
la Masonería.
Los Símbolos son para los masones
como señales colocadas en cada bifurcación del camino; indican la dirección y
el destino hacia donde van, pero no es obligatorio seguirlos.
Los Símbolos dan forma a
los deseos, incitan emprendimientos y moldean un comportamiento; por eso
provocan emociones y unifican e identifican grupos humanos.
El Símbolo es una imagen sensible
empleada para expresar una idea oculta, pero análoga, que necesita ser
interpretado y por ello requiere una predisposición, ya que está cargado, como
hemos dicho, de afectividad y dinamismo.