La más amplia Tolerancia es, por lo tanto, necesaria en materia de ideas
y opiniones, imponiéndose como primera condición de la vida y de la actividad
masónica, y como postulado necesario para que las diferencias entre las ideas
no impidan la realización de la solidaridad y del espíritu de fraternidad que
siempre han de reinar entre los masones.
Que cada cual se esfuerce individualmente y según las posibilidades de su
inteligencia y haga el uso mejor y más sabio de sus conocimientos; pero que
cuide de no censurar a los demás, ya sea porque él no entiende o porque ellos
no entiendan, ya que siempre ocurre uno de ambos casos, y frecuentemente ambos
a la vez.
Toda opinión sincera merece, por tal razón, ser respetada aunque no
convengamos en lo concreto sobre la misma. Y la verdadera libertad de
pensamiento se mide por la libertad que cada individuo sabe conceder a los
demás.
La diferencia de ideas nunca debe producir como resultado una falta de
simpatía y menos aún antipatía entre dos hermanos: los que lo hacen faltan a
sus deberes de masón. Más bien deben tratar de comprenderse y de identificarse
mutuamente lo mejor posible con el punto de vista contrario. Toda antipatía es
fundamentalmente una falta de comprensión, mientras que comprensión y simpatía
son sinónimos.
Por otro lado, siendo infinitos los puntos de vista desde los cuales
puede considerarse la Verdad, es siempre presuntuoso, denotando fanatismo y
estrechez de miras el hacerse juez de las opiniones ajenas. En realidad, a
ninguno puede considerársele absolutamente en el error, y pocos son los que
pueden afirmar estar absolutamente en la Verdad: la mayoría de las opiniones
que se expresan participan, en diferente medida, del error y de la verdad,
siendo tentativas y aproximaciones progresivas entre las dos polaridades.
Es además y sobre todo importante que cada hombre busque, encuentre y se
abra su propio camino individual hacia la Luz: nunca podemos, por lo tanto,
pretender encontrar una absoluta uniformidad de opiniones y de ideas, si bien
es cierto que éstas se acercan entre ellas, tanto más cuanto más convergen las
mentes individualmente hacia la Verdad. Pero, cada cual tiene que pensar por sí
mismo y nadie puede tomarse el trabajo por los otros, si bien puede ayudarlos
estimulando su pensamiento.
Aldo Lavagnini