lunes, 20 de enero de 2014

La fragua de Vulcano


Pintado por Velázquez hacia 1630 en su primer viaje a Italia, fue posteriormente comprado por Felipe IV en 1634. El tema elegido está inspirado en las Metamorfosis de Ovidio: Apolo se acerca a la fragua de Vulcano para contarle la infidelidad de su esposa, Venus, con Marte. Al escuchar la noticia toda la fragua se queda petrificada: esta sensación la ha conseguido perfectamente el artista. Velázquez se ha puesto en contacto con el arte italiano, como se observa en las anatomías de los ayudantes de Vulcano, situados en diferentes posturas para demostrar el dominio de las figuras. También se advierte el interés mostrado por conseguir el efecto espacial, recurriendo a disponer figuras en diferentes planos, ocupando todo el espacio, relacionándose a través de líneas en zig-zag. La luz también ha experimentado un sensible cambio al modelar con ella las formas de los cuerpos que revelan la estructura de los huesos y músculos bajo la piel. Se advierte que estamos, sin duda, ante una nueva fase del arte velazqueño.
El cuadro describe el momento crucial en que el dios Apolo, coronado de laurel visita el lugar donde Vulcano se encuentra fabricando armas para la guerra. La corona de laurel sobre la cabeza permite identificar al personaje como Apolo. El dios Apolo comunica a Vulcano el adulterio de su esposa Venus con Marte, dios de la guerra, por esa razón todos los personajes miran con cara sorprendida al dios que acaba de presentarse en el estudio, incluso alguno de ellos abre la boca y los ojos para indicar este gesto de sorpresa.

Óleo sobre lienzo, 223 x 290 cm, pintado hacia 1630 por Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, actualmente en el Museo Del Prado, España.