miércoles, 23 de febrero de 2011

El compromiso masónico


Para empezar lo mejor será definir qué es el compromiso. La palabra compromiso procede del latín compromissum, y su concepción clásica se relaciona con una obligación contraída mediante acuerdo, promesa o contrato.
Creo que el verdadero compromiso, es un sentimiento de destino común que se produce en las relaciones cuando las partes (ambas partes) son capaces de ir más allá de las obligaciones, de lo obvio y de lo previsible. Y por supuesto, el compromiso se fundamenta en la libertad, la responsabilidad, la reciprocidad y la coherencia.
Con el compromiso pasa algo muy parecido como con el sentido común: todo el mundo afirma tener de sobra, y critica en forma sistemática su falta en los demás. Y sin duda es cierto que, en lo tocante a obligaciones contraídas, palabras dadas o fe empeñada (que es como lo define el Diccionario de la Real Academia), todo es opinable y todo es relativo.
Entrar en la Masonería debe ser, ante todo, un compromiso: con uno mismo, con el resto de los HH:. y con el resto de la humanidad. Estos tres ejes tienen que mantenerse siempre al mismo nivel. Si desatendemos nuestra propia formación, faltamos a nuestro juramento, nos engañamos y serviremos de poco a los demás. Si no somos una herramienta de transformación de cuanto nos rodea, de nada habrá servido la iniciación y, de nuevo, nos engañamos y engañamos a los demás. Y lo mismo podemos concluir si desatendemos nuestras obligaciones para con nuestros HH:.
Una de las muestras más claras de esa falta de compromiso con la Masonería, con los demás y con el juramento que nos vincula desde el día de nuestra iniciación, es la ausencia injustificada y continuada de los HH:. a las tenidas. Cualquiera puede tener una incidencia un día, justo ese en el que el taller celebra sus reuniones. A cualquier H:. puede sobrevenirle una etapa de viajes, o de especial dedicación al trabajo, o de transformaciones y cambios en su vida, y es evidente que cada cual establece sus prioridades como estima oportuno. Es evidente y es, en determinados casos, significativo. De manera que, comprendiendo de antemano todo lo comprensible, no puedo entender ni justificar el hecho de que en nuestras Log:. pueda haber HH:. a los que no se les ve durante meses o años y, menos aun, que se de por sentado que hay quienes están eximidos de la obligación moral de asistir a los trabajos.
Menos respeto aún me merecen justificaciones del tipo: "me aburren las tenidas", o "no me aportan nada", o "es que no estoy de acuerdo con la forma en que el V:.M:. dirige los trabajos" o, peor aún, "es que una vez tuve un problema con un H:. y desde entonces...". Quizás alguien pueda considerar esas respuestas como razones, yo las denominaría excusas. Si te aburres en las tenidas ¿qué haces para animarlas?; si no te aportan nada ¿qué haces para aportar tú a los demás y elevar así el nivel?; Si no vas por desacuerdo con el V:.M:. ¿dónde está tu tolerancia? y, sobre todo, ¿por qué no le ayudas?; Si tuviste un problema con un H:., ¿dónde dejaste tu compromiso de perdón y de fraternidad?...
¿Dónde dejamos nuestro compromiso? esa es la pregunta. Y se necesita de un proceso de reflexión profunda y de toma de conciencia consecuente.
Y así surgen dos conceptos nuevos, que nos dan la clave: tomar conciencia de lo que es y supone ser Masón, y ser consecuente en nuestros actos con lo que creemos y decimos. Recuerda que no hay caminos fáciles. Si asumes tu compromiso con lo que haces los resultados llegaran de todas maneras. Hacer las cosas a medias, arrojara resultados a medias. Masones mediocres e irresponsables. Esfuérzate en el día al día al máximo por asumir tu compromiso. Es una cuestión de actitud. y tú controlas tu estado de ánimo. Vas a toparte con obstáculos en el camino seguro que sí, pero debes superarlos, jamás te detengas. Si eso está claro en nosotros, la atención al compromiso no será nunca un problema. Por eso, asume el mejor compromiso que puedes hacer: El compromiso es contigo mismo.
¡Lo lograrás!