El mayor enemigo de la Masonería no se encuentra en las calles, sino en nosotros mismos. En todo Masón anida una cimiente que en apariencia es vital en la vida de todo Hermano: el EGO.
El Ego no es sino un estado mental de los hombres. Nace en la mente y se nutre de la vibración. A nuestro cuerpo le gusta vibrar, en especial, le gustan las vibraciones fuertes. Nuestra mente posee la capacidad de apegarse a cualquier cosa y cuando la mente se apega a esa cosa, la mente misma se convierte en esa cosa, en ese algo, en ese objeto. Nos apegamos a las cosas materiales. Nuestros cuerpos vibran con ese apego. Nos sentimos apegados a nuestra casa, nuestro automóvil, nuestra computadora. .. he ahí la clave: las llamamos "nuestras", las llamamos "mis", "mías", "míos". Por ello, esas cosas y también las personas que nos rodean y que transformamos en objetos propios, se convierten en nuestra vida. Cualquiera que sea el apego, la vida lo sigue. Esos objetos, esas cosas materiales nos hipnotizan. En éste mundo nos comportamos como si estuviéramos hipnotizados. Pero no son las cosas las que nos hipnotizan. Nadie nos ha hipnotizado, nos hemos hipnotizado nosotros mismos. El Apego crea la Vida, la vida es creada alrededor de cualquier cosa a que estemos apegados.
Cuando nuestro pensamiento se mueve hacia los objetos, hacia el mundo, crea enredos, crea esclavitud, crea aprisionamiento. Cuando el Pensamiento no se mueve hacia los objetos, sino que comienza a moverse hacia el INTERIOR DE NOSOTROS, ésta energía se convierte en Liberación. Purificar el Pensamiento es el primer paso, el paso fundamental en el Camino hacia la Liberación. El Apego es Ego. El Ego es Apego. Al fortalecerse el apego, se nutre el Ego.
El Ego es una cortina que nos oculta de la realidad. Es una de las barreras que se alzan en nuestro Camino. No es un puente: desconecta, pero tampoco conecta. Se dice que el trabajo con el propio Ego es la tarea más ardua de la vida, la batalla mayor a la que debemos enfrentarnos. No es una batalla, sino una lucha constante con nuestro YO INTERIOR. No hay ganadores. No hay perdedores. Al Ego no se le mata, al Ego no se le destruye: se le doblega.
Todas las religiones hacen difícil lo correcto, cuando no debería de ser así: lo fácil es lo correcto. Lo difícil resulta atractivo para el Ego. Muy atractivo. Escalar una montaña es difícil, y al alpinista se le "infla" su Ego por haberla conquistado. Puso su vida en riesgo y ¿qué ganó? La dicha momentánea de ser el primero, el éxito ante los demás, el decir: "Soy mejor que ustedes porque logré lo más difícil".
Los Honores son una inutilidad. No hacen sino obstaculizar a nuestro YO Interior. Ensombrecen nuestra Conciencia, pero alimentan al Ego. Los honores carecen de una utilidad, tanto práctica en el Mundo Profano, como en el Espiritual. Son simples adornos. Los honores son de oropel que embellecen a la periferia, pero ensombrecen al Centro. Los honores se rinden a aquellos que han hecho algo difícil en su vida. Cuanto más difícil sea algo, mayor será el Ego y más egoístas serán atraídos. Para lo sencillo, el Ego no siente atracción alguna. Si nos movemos hacia lo sencillo, hacia lo fácil, el Ego comienza a ser dominado, comienza a doblegarse, a desaparecer. Si no queda nada del Ego, habremos llegado a nuestra realidad, a lo correcto, a la Verdad. Lo correcto es la ausencia del egoísmo. La Verdad debe de ser natural. Lo correcto debe ser natural. Lo sencillo es sinónimo de natural. La ausencia de esfuerzo es lo correcto, de acuerdo a la filosofía Oriental, aunque en nuestro Mundo Occidental, es una teoría difícil de asimilar.
También lo Justo es lo Correcto. No debemos ir en contra de lo justo sólo para conseguir el elogio de los demás. El Ego se acomoda entre los masones porque es masculino: es fuerte y es agresivo. Está concebido para penetrar, no para ser penetrado. Es un todo activo. Es político. El hombre político es egoísta. La energía egoísta, no obstante, nunca puede salir victoriosa en su lucha contra la energía no egoísta. El Hombre suele luchar contra la vida en lugar de nadar con ella.
El Ego no es sino un estado mental de los hombres. Nace en la mente y se nutre de la vibración. A nuestro cuerpo le gusta vibrar, en especial, le gustan las vibraciones fuertes. Nuestra mente posee la capacidad de apegarse a cualquier cosa y cuando la mente se apega a esa cosa, la mente misma se convierte en esa cosa, en ese algo, en ese objeto. Nos apegamos a las cosas materiales. Nuestros cuerpos vibran con ese apego. Nos sentimos apegados a nuestra casa, nuestro automóvil, nuestra computadora. .. he ahí la clave: las llamamos "nuestras", las llamamos "mis", "mías", "míos". Por ello, esas cosas y también las personas que nos rodean y que transformamos en objetos propios, se convierten en nuestra vida. Cualquiera que sea el apego, la vida lo sigue. Esos objetos, esas cosas materiales nos hipnotizan. En éste mundo nos comportamos como si estuviéramos hipnotizados. Pero no son las cosas las que nos hipnotizan. Nadie nos ha hipnotizado, nos hemos hipnotizado nosotros mismos. El Apego crea la Vida, la vida es creada alrededor de cualquier cosa a que estemos apegados.
Cuando nuestro pensamiento se mueve hacia los objetos, hacia el mundo, crea enredos, crea esclavitud, crea aprisionamiento. Cuando el Pensamiento no se mueve hacia los objetos, sino que comienza a moverse hacia el INTERIOR DE NOSOTROS, ésta energía se convierte en Liberación. Purificar el Pensamiento es el primer paso, el paso fundamental en el Camino hacia la Liberación. El Apego es Ego. El Ego es Apego. Al fortalecerse el apego, se nutre el Ego.
El Ego es una cortina que nos oculta de la realidad. Es una de las barreras que se alzan en nuestro Camino. No es un puente: desconecta, pero tampoco conecta. Se dice que el trabajo con el propio Ego es la tarea más ardua de la vida, la batalla mayor a la que debemos enfrentarnos. No es una batalla, sino una lucha constante con nuestro YO INTERIOR. No hay ganadores. No hay perdedores. Al Ego no se le mata, al Ego no se le destruye: se le doblega.
Todas las religiones hacen difícil lo correcto, cuando no debería de ser así: lo fácil es lo correcto. Lo difícil resulta atractivo para el Ego. Muy atractivo. Escalar una montaña es difícil, y al alpinista se le "infla" su Ego por haberla conquistado. Puso su vida en riesgo y ¿qué ganó? La dicha momentánea de ser el primero, el éxito ante los demás, el decir: "Soy mejor que ustedes porque logré lo más difícil".
Los Honores son una inutilidad. No hacen sino obstaculizar a nuestro YO Interior. Ensombrecen nuestra Conciencia, pero alimentan al Ego. Los honores carecen de una utilidad, tanto práctica en el Mundo Profano, como en el Espiritual. Son simples adornos. Los honores son de oropel que embellecen a la periferia, pero ensombrecen al Centro. Los honores se rinden a aquellos que han hecho algo difícil en su vida. Cuanto más difícil sea algo, mayor será el Ego y más egoístas serán atraídos. Para lo sencillo, el Ego no siente atracción alguna. Si nos movemos hacia lo sencillo, hacia lo fácil, el Ego comienza a ser dominado, comienza a doblegarse, a desaparecer. Si no queda nada del Ego, habremos llegado a nuestra realidad, a lo correcto, a la Verdad. Lo correcto es la ausencia del egoísmo. La Verdad debe de ser natural. Lo correcto debe ser natural. Lo sencillo es sinónimo de natural. La ausencia de esfuerzo es lo correcto, de acuerdo a la filosofía Oriental, aunque en nuestro Mundo Occidental, es una teoría difícil de asimilar.
También lo Justo es lo Correcto. No debemos ir en contra de lo justo sólo para conseguir el elogio de los demás. El Ego se acomoda entre los masones porque es masculino: es fuerte y es agresivo. Está concebido para penetrar, no para ser penetrado. Es un todo activo. Es político. El hombre político es egoísta. La energía egoísta, no obstante, nunca puede salir victoriosa en su lucha contra la energía no egoísta. El Hombre suele luchar contra la vida en lugar de nadar con ella.
Q:.H:.Héctor Ortega C.