martes, 21 de julio de 2009

LAS 12 COLUMNAS

Las 12 columnas que sostienen la bóveda del infinito de la logia, eternos apoyos de la sabiduría de la logia, son denominadas en la arquitectura por sus diferentes órdenes: dórico, jónico, corintio y otros, y ostentan sobre su cúspide los 12 símbolos del zodiaco que significan los meses del año y representan el devenir del tiempo. En épocas pretéritas, para guiarse en las artes náuticas o astronomía el hombre agrupó en constelaciones conjuntos de estrellas para identificarlas y determinar el paso de las estaciones, conocimiento que resultó de gran ayuda para determinar las épocas de siembra y cosecha y, por ende, las cuatro estaciones del año. De esta forma abstracta fue como el hombre dio significado a las causas y efectos que tienen lugar en el planeta y que afectan el todo dentro del orden natural.
En el antiguo Templo, estas 12 columnas también representaban a las 12 tribus, cuya contribución en su construcción y la de permanecer con él constituían la unidad para una causa y la diversidad, esto trasladado a nuestra antigua institución que es la hermandad y unión que nos caracteriza; la importancia de este significado perdura en las enseñanzas que hasta nuestros días llega transformada en legado fraternal, donde cada uno de nosotros contribuye a la edificación de este templo, convirtiéndonos también en columnas de fortaleza, enseñanza y ejemplo. Reciben también el nombre de Columnas las dignidades de la logia, constituidos así en los eternos apoyos de la institución, ya sea este moral, espiritual, filosófico y científico, pues estos aspectos intervienen en la preparación de la inteligencia humana. Estas dignidades ostentan como símbolos de nuestro sistema simbólico los planetas, el sol y la luna, reminiscencia del antiguo conocimiento adquirido en el principio de los tiempos; estas dignidades de logia exhiben en sus collarines 12 joyas en correspondencia a los signos zodiacales y planetas de las columnas.
El inevitable paso del tiempo representado en las columnas es el conocimiento abstracto que adquirimos desde temprana edad y que inevitablemente nos afecta; pocas veces nos detenemos a valorarlo y aprovecharlo, pues este devenir sin misericordia no se detiene, no nos espera, su legado fugaz es la lección que nunca se repetirá. Si bien el tiempo es infinito, para nosotros es finito y en ese lapso tan corto que es la vida no podemos dejarnos llevar por esa corriente eterna sin dejar de aprovechar las oportunidades que se nos presentan.
Para nosotros el tiempo es corto, trascender es en sí un trabajo de perseverancia, aprovechar éste en la lucha contra nuestras imperfecciones y vicios puede ser la herramienta que nos haga ser hombres libres, y una vez logrado ese maravilloso objetivo permanecer en él como marinos que, sabiendo que tienen el viento a su favor, llegaran a buen puerto.