
En el antiguo Templo, estas 12 columnas también representaban a las 12 tribus, cuya contribución en su construcción y la de permanecer con él constituían la unidad para una causa y la diversidad, esto trasladado a nuestra antigua institución que es la hermandad y unión que nos caracteriza; la importancia de este significado perdura en las enseñanzas que hasta nuestros días llega transformada en legado fraternal, donde cada uno de nosotros contribuye a la edificación de este templo, convirtiéndonos también en columnas de fortaleza, enseñanza y ejemplo. Reciben también el nombre de Columnas las dignidades de la logia, constituidos así en los eternos apoyos de la institución, ya sea este moral, espiritual, filosófico y científico, pues estos aspectos intervienen en la preparación de la inteligencia humana. Estas dignidades ostentan como símbolos de nuestro sistema simbólico los planetas, el sol y la luna, reminiscencia del antiguo conocimiento adquirido en el principio de los tiempos; estas dignidades de logia exhiben en sus collarines 12 joyas en correspondencia a los signos zodiacales y planetas de las columnas.
El inevitable paso del tiempo representado en las columnas es el conocimiento abstracto que adquirimos desde temprana edad y que inevitablemente nos afecta; pocas veces nos detenemos a valorarlo y aprovecharlo, pues este devenir sin misericordia no se detiene, no nos espera, su legado fugaz es la lección que nunca se repetirá. Si bien el tiempo es infinito, para nosotros es finito y en ese lapso tan corto que es la vida no podemos dejarnos llevar por esa corriente eterna sin dejar de aprovechar las oportunidades que se nos presentan.
Para nosotros el tiempo es corto, trascender es en sí un trabajo de perseverancia, aprovechar éste en la lucha contra nuestras imperfecciones y vicios puede ser la herramienta que nos haga ser hombres libres, y una vez logrado ese maravilloso objetivo permanecer en él como marinos que, sabiendo que tienen el viento a su favor, llegaran a buen puerto.