martes, 7 de abril de 2015

Un viaje hacia la Introspección

        
                 

 “Quien mira hacia fuera, sueña; quien mira hacia dentro, despierta”.  Carl Gustav Jung.


Vivimos en un mundo acelerado que nos deja una sensación de rapidez y desasosiego que casi nos obliga a centrar nuestra atención hacia el exterior sin reservar unos instantes para mirar hacia nuestros adentros. ¿Qué nos revela la introspección?
El término de introspección ha sido objeto de múltiples interrogantes y controversias en los campos de la filosofía y la psicología. Ya en la Grecia Clásica, Platón se preguntaba: "¿Por qué no con calma y paciencia revisar nuestros propios pensamientos, y examinar a fondo y ver lo que estos aspectos en nosotros realmente son?", siendo comparada la introspección en ocasiones con la percepción y la memoria. Pero, ¿Qué significa realmente este término? La introspección es un proceso mental por el que la persona mira hacia su interior y es capaz de analizar sus experiencias propias, es decir, realiza una auto-observación sobre sus procesos de conciencia (objetos privados, hechos mentales o cosas fenoménicas), con lo cual, puede conocerse en mayor medida. Sería por lo tanto, la capacidad reflexiva que posee la mente para referirse o hacerse consciente de sus propios estados.
Este método tiene la peculiar característica de ser subjetivo, ya que es el propio individuo el que se observa a sí mismo, desde su criterio y por ende, desde la construcción de su realidad. Pero sería realmente imposible en este contexto acercarnos a la objetividad, tratándose de un tema que tiene que ver con el sí mismo. También posee cierto rasgo de desdoblamiento, ya que nos tomamos a nosotros mismos como sujetos de análisis, además del papel del observador o investigador.
El proceso de introspección es complejo y requiere de entrenamiento si se quieren obtener buenos resultados, además de tener una buena actitud de aceptación y sinceridad, y no dejarse llevar por la telaraña del auto-engaño.
La práctica de la introspección comienza por el acto de prestarse atención, de escucharse. Ante cualquier situación que se nos presente o donde nos encontremos inmersos, en lugar de precipitarnos, sería recomendable que nos detuviéramos un momento y examináramos nuestro interior, observándolo, conectando con lo que sentimos, ya que al verificar nuestra estado interno, podremos llevar la atención a la situación de una forma más adecuada que si nos dejáramos llevar por el impulso primerizo. Este complejo proceso nos conduce a la reflexión profunda sobre lo que somos, sentimos y aprendemos, además de ofrecernos la posibilidad de avanzar en nuestro desarrollo espiritual, ya que la introspección nos ayudará a discernir qué es lo bueno para nosotros, proporcionándonos herramientas para transformar las situaciones a las que nos enfrentemos e ir avanzando en nuestro camino interior.
Cada día, es muy importante detenerse en el camino, da igual dónde nos encontremos o qué estemos haciendo, pero sí es importante conducir la atención hacia nosotros, hacia nuestro ser, nuestra esencia, conectando con el silencio y aprender a escucharnos; convirtiéndonos en observadores desapegados de las situaciones externas.
La introspección tiene por lo tanto aspectos positivos y negativos, sirviendo como medio para perfeccionarse y progresar en la vida. Es un método útil para acercarnos a nuestra realidad anímica que proporciona la base a nuestra estabilidad personal y nos permite la exploración más profunda de nuestro ser y la posibilidad de realizar cambios. La introspección no sólo nos ayuda a conocernos mejor, sino a respetarnos, amarnos y aceptarnos tal como somos.
Así lo expresa Eckhart Tolle “Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo.”