La sociedad humana está basada en una
serie de valores que hacen que la vida sea prospera, de esto una enumeración
inicial podría arrojar como resultado la inclusión de los siguientes valores:
Educación, disciplina, persistencia, respeto, cooperación, comprensión,
libertad, entrega, responsabilidad, igualdad, esfuerzo, cumplimiento, trabajo,
decisión, propósitos, fe, fraternidad, belleza, sabiduría, sacrificio, unión,
diálogo, amor, tolerancia y más. Podría decirse también que estos constituyen
el contenido de nuestras creencias.
Pero desde un punto
global todas estas palabras convergen en una sola, que ha sido parte importante
de la conciencia de los hombres a lo largo de toda la historia, es sin lugar a
dudas el "Honor".
Si asumiéramos que en la
tarea de construcción cotidiana de todo hombre libre esos valores son
ladrillos, los cimentaríamos con honor.
Los hombres de honor
están inmersos en la sociedad y si cada uno mantiene la firmeza de sus valores
como principios, ayuda a que la estructura crezca sana. Por supuesto que el
honor implica sacrificios, pero es la única forma de mejorar los materiales.
Si educamos a los
nuestros en el respeto de los valores estaremos creando el futuro posible;
aquel en que solo haya lugar para hombres de honor y llegaremos a una condición
irrenunciable: solo es posible vivir en forma honorable.
Los hombres que no posean
ese valor rector no tendrán lugar en una sociedad sana.
Si el incumplimiento de
los valores que profesamos como ideales significa la pérdida del honor, en ese
caso el único testigo seremos nosotros mismos.
En cuanto al
incumplimiento de los valores que profesa y postula una sociedad por parte de
quienes ejercen el poder, tiene como testigo a toda la sociedad.
Entonces el camino es
claro: educar a una sociedad con valores, es formarla en el honor.
Para la masonería se
toman en cuenta tres palabras fundamentales que nos identifica: Libertad,
Igualdad y Fraternidad.
La libertad es el mayor
triunfo alcanzado por la humanidad, todo masón es libre para creer, pensar y
sentir lo que su corazón, mente y espíritu le dicte. No se puede ser un masón
quien no es libre. Por el culto al bien sin hacer daño a nadie, vivir y dejar
vivir, libertad con honor.
La igualdad se alza como
la mayor exigencia del diario vivir, el reconocimiento de la igualdad social
marca la historia de la humanidad donde todos y cada uno de nosotros debemos
aceptarnos tal cual somos con virtudes y defectos. En la masonería se buscan actitudes
para aprender y enseñar a aceptar las diferencias legítimas, para valorarlas.
El pensamiento de la igualdad conduce al honor.
La fraternidad es
destacada en el sentido de la reconstrucción, teniendo que ver además con
restaurar. Se constituye en el elemento práctico para develar el principal y
verdadero misterio masónico, el cual no es otro que el conocimiento de si
mismo, que a su vez no es otra cosa que el reconocimiento de pertenencia a una
unidad.
En resumen vivir en
libertad, pensando en igualdad y con sentimientos de fraternidad, nos conduce a
ser hombres honorables.
Héctor Sulbarán M:.M:.