“El Honor,
la Honradez, y la Justicia, deben formar la base de todos nuestros compromisos
y en todas nuestras transacciones, deben ser el norte que nos guíe. Principios
son estos que nos enseña el Ritual Masónico, y los cuales son peculiares a
nuestra antigua Institución, siendo como el resumen de todas aquellas virtudes,
hijas del Cielo, que el padre de la luz y de la vida, ha inculcado en sus
criaturas, para su gobierno y felicidad. Toca pues, a nosotros, miembros de una
Fraternidad, incomparable por su moral, ofrecer al mundo ejemplos dignos de ser
imitados e ilustrar prácticamente la belleza y sublimidad de tales principios.
El Masón que
no los acepta como norma de su conducta; que no hace de ellos el solo y firme
apoyo de su vida moral, y que se aparta de su estricta y rígida observancia,
deja de llenar su objeto: y la luz que emana del Gran Jehová, cuyos rayos
descienden sobre la tierra, para ser reflejados por ella, no han podido
penetrar la nube impura que cubre el alma viviente.
Los deberes
que el Masón se impone, al hacerse miembro de la Fraternidad, son de un
carácter bastante grave, porque nadie lo ha obligado a ello y él ha aceptado
una gran responsabilidad; y si bien las penas Masónicas excluyen todo
sufrimiento físico, el penado lleva sobre sí el justo menosprecio de los
numerosos miembros de la gran familia. También la sociedad profana reconoce un
castigo en casos de infracción moral; pero no inmediato y efectivo, como
sucedería entre Masones, en igualdad de circunstancias, en que no es la opinión
pública, a veces mal informada, la que condena, sino un tribunal más imparcial
y equitativo, que al sentenciar no es inexorable como la justicia humana, sino
que deja abierta la puerta al arrepentimiento para la rehabilitación del
condenado, pues que nuestra justicia, así como el objeto de nuestra
Institución, no son otros, que la Caridad práctica.
Práctico,
pues, es "el deber del Masón, y las ventajas que de él debemos esperar,
dependen conjuntamente de sus palabras y do sus acciones. Así como el hermoso
Sol de primavera ostenta sus rayos espléndidos y vivificantes, opuestos a los
pálidos y melancólicos del invierno; así el porte y carácter del Masón deben
hacer su presencia recomendables y su influencia sobre la tierra, benéfica a
sus semejantes.
Que el mundo
se convenza que la Masonería hace mejores a todos aquellos que se asocian a la
Fraternidad; siendo un deber de nuestra parte dar a entender a los extraños,
que hemos adelantado en el camino de la Perfección Moral, después de habernos
puesto en relación con ella.
No dudamos,
que muchos no comprendan, que las lecciones de la Masonería están calculadas
como el medio más seguro de enseñar a sus adeptos, su futuro destino, pudiendo
decira á estos, "que el volumen sagrado de donde hemos tomado su moral, ni
es nuestra obra, ni está sellada por nosotros."
No es dado a
las inteligencias vulgares comprender toda la importancia del lazo místico:
"La Moral," que une la tierra al Cielo. Verdadero destello de un foco
inmenso de luz, es la sola guía que puede conducir al hombre en su
peregrinación terrestre, así como los reflejos de la tempestad, en medio de una
noche tenebrosa, descubren al viajero fatigado el término de su jornada.
Que el
Honor, la Honradez y la Justicia, formen siempre la línea de conducta del
Masón; y al término de su vida, los ángeles y no los hombres, serán sus nuevos
guías en aquel país desconocido en que a los buenos está reservada la eterna recompensa
de los Elegidos”.
Andrés
Cassard, Manual de la masonería, o sea El tejador de los ritos antiguo escocés,
francés y de adopción (Google eBook) p. 177/178.