En los orígenes de la emancipación
hispanoamericana, como en otras revoluciones inspiradas por sociedades
secretas, hay una sociedad clave, íntimamente conectada con los más importantes
movimientos místicos y esotéricos de la humanidad y protagonista de los
principales acontecimientos que cambiaron la historia del planeta Tierra. Esta
sociedad es la Masonería. Con el fin de transformar al hombre, la masonería
sigue proyectándose como un ideal de justicia, igualdad y libertad. Aun no hemos
llegado al ideal masónico, de reconciliar los principios básicos del ideal
masónico con la sociedad humana, estamos diríamos, únicamente a mitad del camino. Los
masones no ignoramos cuál es el objetivo fundamental en cuya búsqueda a la
humanidad, la masonería ha encaminado, y que debe traer a los siglos venideros
una nueva vida y nuevos principios reguladores inspirados en la Igualdad, la
Fraternidad y la Tolerancia. Es posible ahora adivinar que será una magnifica
hazaña, ideada por el genio del espíritu humano, de cuyo poder e inteligencia
tenemos prueba; en el hecho que, definiendo nuestra ahora obscura medianía, nos
oponemos al progreso por el miedo, pero, sabemos el genio humano es bastante
poderoso y que nos abrirá con su autoridad una nueva senda para el mundo,
viendo que podemos hacer adelantar a la humanidad por el camino que con tanta
inteligencia el Gran Arquitecto de Universo “Dios” nos ha trazado.
Escribo esto con el solo propósito: de demostrar que podemos
abrigar la esperanza de obtener ese “Algo” aparentemente imposible y, sin
embargo, absolutamente necesario para el bienestar futuro de la humanidad. Ese
“Algo” es lo que nos hace ser mejores hombres, mejores hermanos y mejores
ciudadanos. Ese “Algo” es el Amor Fraternal.