La masonería tiene sentido como asociación iniciática. Diríamos más:
solamente como asociación iniciática. Desprovista de su contenido iniciático,
los rituales, los símbolos, la liturgia masónica carecen absolutamente de
sentido. La iniciación es la piedra angular de la masonería y su razón de ser.
Sin la iniciación la masonería no pasaría de ser un club social que podría
prescindir de toda la superestructura ritual tal como han hecho los Rotary o
cualquier otra asociación que agrupe a burgueses convencionales.
Cuando se pregunta qué es la masonería, la respuesta inevitable es: “Es
una asociación que busca el perfeccionamiento del ser humano”. Si prescindimos
del hecho iniciático, ese “perfeccionamiento” es puramente moral: ser “buenos”,
ser “justos”, ser “tolerantes” y poco más. Una pura banalidad que puede
acompañar a la personalidad, pero no ser su eje central.
La antigua masonería
cuando aludía a ese "perfeccionamiento” se refería a otra cosa muy diferente. Vale la pena aclarar algunos puntos:
- Concepto tradicional del mundo: existen dos realidades, una física y
otra metafísica; dos mundo: el mundo del devenir y el mundo del ser; dos
realidades: una material y otra espiritual.
- Concepto tradicional de iniciación: desde la simbólica “Caída” adámica,
el ser humano está preso del mundo de la materia y ha perdido la llave que da
acceso al mundo del espíritu. La iniciación es el “puente” entre uno y otro
mundo.
- Contenido de la iniciación: la iniciación es un ritual mediante el cual
se inserta en el ser humano una “fuerza” que le permiten atravesar el
“puente”. Ese tránsito no podría realizarse solamente con las meras fuerzas del
ser humano, para ello hace falta un conocimiento y una energía que rebasan las
meras dimensiones humanas.
- Condiciones para la iniciación: la condición central de todo proceso
iniciático es que sea transmitido por una “organización regular” en la que esté
clara que esa fuerza asumida por los fundadores se ha logrado transmitir de
unas generaciones a otras de forma “regular”, esto es, conforme a los rituales
y mediante individuos cualificados. Si estos elementos no están presentes, el
ritual carece de eficacia y es una ceremonia vacía e inútil.
El ritual es para nosotros el vehículo que nos conducirá a la realización
del Arte Real y al cumplimiento de la Gran Obra. Junto con el significado
esotérico de los símbolos constructivos y guerreros, es la herencia más
preciada que hemos recibido de los antepasados. He ahí la importancia
trascendental que tiene para los masones. Y es por eso que una de las
obligaciones fundamentales que tenemos es la de realizar el Rito en forma
perfecta y con un conocimiento cabal de lo que significa.
Es esta una gran responsabilidad, pues de lo contrario nuestra Orden
podría desaparecer en la multiplicidad de lo profano.