La noche estrellada (La Nuit Étoilée) es uno de los cuadros más famosos
de Vincent Van Gogh. Durante la concepción de la obra, en 1889, el artista se
encontraba internado en la clínica de Saint-Rémy, víctima de una profunda
crisis depresiva que indicaba el carácter crónico de la enfermedad mental que
padecía. El pintor vislumbró esta obra desde la panorámica que le ofrecía la
ventana de la clínica.
En la composición de Noche estrellada, Van Gogh aborda nuevamente el tema
de los cuadros nocturnos de las épocas de Arles y París. Se trata de uno de las
pocas pinturas donde el pintor renuncia a la observación directa de la
naturaleza para crear formas y colores y se entrega para ello a las consignas
de su fantasía, estableciendo de este modo una atmósfera de notoria
originalidad.
En el cielo se despliega un acontecimiento cósmico de imponente
dramatismo. Dos enormes espirales nebulosas se envuelven una con otra, mientras
once estrellas sobre-dimensionadas atraviesan la noche con sus halos de luz. La
luna, pintada de color naranja en la parte superior derecha del lienzo, hace
pensar en un sol radiante, y un ancho sendero luminoso se extiende sobre la
línea del horizonte.
El artista ha aplicado en este cuadro su característica, enérgica y
rotunda pincelada. Sin embargo, el vigor de la técnica se encuentra atemperado
por el ritmo de las curvas voluptuosas que dominan el cielo íntegramente y
proporcionan, a la vez, una poderosa acción dinámica al cuadro. El ciprés -un
elemento cargado de simbolismo que el artista había comenzado a utilizar en sus
últimas representaciones-ocupa el primer plano, es la figura más oscura de la
composición, y adopta una morfología flamígera acorde con el fondo. Junto con
la torre de la iglesia del pueblo, el árbol determina una relación de
repetición de formas que, en su carácter geométrico, aportan el elemento de
estabilidad y firmeza que sostiene la composición.
El pueblo, cuya serenidad contrasta con la virulencia del cielo, está
representado con trazos rectos y breves, con lo cual se acentúa la oposición
con las curvas que dominan la parte superior del cuadro. De la misma manera,
las pequeñas luces de las casas son, al contrario que los astros, cuadradas y
poco brillantes. La luz no se manifiesta sino en las formas de la luna y las
estrellas como sólidas irradiaciones.
De este modo, Van Gogh deja claro que el tema que supedita la obra está
representado en el cielo y no en la tierra. Este predominio ha sido
representado por el artista también en la elección y distribución de colores
-azul, morado y amarillo, frecuentes en las obras realizadas por el artista
durante la temporada estival de 1889-, aplicando los más vivos en el cielo y
utilizando tonos sombríos en el poblado.
Las características de esta singular pintura influenciaron notablemente a
los artistas que más tarde se manifestarían dentro del movimiento
expresionista. El óleo, cuyo precio lo coloca entre uno de los más valiosos en
la historia de la pintura, fue creado en el mes de junio de 1889, mide 73 x 92
cm. y se encuentra actualmente en el Museum of Modern Art de Nueva York.