domingo, 20 de septiembre de 2020

Las tres etapas cognitivas del Iniciado.

 


En los procesos de docencia y aprendizaje, la sinonimia entre las

acepciones instrucción, enseñanza y educación, tiende a ser recurrente,

tendencia que se ve reflejada incluso en los diccionarios de la lengua española.

Sin embargo, en su raíz etimológica hay diferencias que son válidas para

entender los procesos iniciáticos que caracterizan a la Masonería.

La instrucción, del latín instructĭo, es un concepto análogo a

construcción, según lo indicaba San Isidoro de Sevilla, en sus “Etimologías”

correspondiendo a la primera fase de todo proceso iniciático - el de la

construcción del individuo -, donde se establecen las referencias ordinales,

conductivas, del recipiendario, constituyendo la formación en el sentido

exacto, pues mediante ella se formaliza la conciencia, es decir, se produce una

proceso de internalización de las referencias básicas a partir de las cuales se

desarrollará la individualidad.

La enseñanza, en tanto, proveniente del latín insignāre, es decir,

señalar textualmente "dar o poner un signo", "dar un ejemplo". La base del

término es la raíz indoeuropea sekw, con el significado de "seguir". Signum,

elemento principal de insignāre, remite al sentido de "signo", "señal", "marca"

que se sigue para alcanzar algo. El "signo" es "lo que se sigue". De modo que,

lo que se da en el enseñar es un signo, una señal a ser descifrada

A la conciencia formada, ya construida, se le dan señales, referencias de inspiración y 

estímulo, pero, también, elementos de identificación y externalización, es decir, 

señaléticas que permiten una identificación.

Por último, la educación, proviene del latín educatĭo, relacionada con

la acepción “educare”, que significaba “extraer aquello que está adentro”.

Recordaba Ortega y Gasset  que los latinos llamaban eductio o educatio a la

acción de sacar una cosa de otra, o la acción de convertir una cosa menos

buena en otra mejor. En consecuencia, colegía por educación el conjunto de

actos humanos que tienden a transformar la realidad dada en el sentido de un

ideal. El educando tiene entonces la capacidad de vincular el aprendizaje

recibido con su potencialidad creadora.

Las tres etapas implican acceder a grados específicos de

conocimientos: los necesarios para formalizar la conciencia, los requeridos

para desarrollar una relación social, y los exigidos para potenciar la capacidad

creadora individual. Cada una de esas acepciones representa una fase distinta

en la vida iniciática, en su contexto simbólico, pues, instrucción, enseñanza y

educación, son la equivalencias a los grados Primero, Segundo y Tercero,

respectivamente, donde se adquieren conocimientos que apuntan a objetivos

específicos en estados diferentes de conciencia.

Trazados "Entre Columnas " Sebastian Jans