El silencio se concibe como la ausencia de sonido o
como la inhibición de hablar cuando nos referimos a la comunicación.
En la música, el silencio es indispensable para
darle sentido a las canciones y hacer pausas para respirar, Mozart decía que la
música no está en las notas sino en el silencio entre ellas.
Además, en la lectura y en el hablar hacemos pausas
con silencio para poder transmitir el mensaje con la intención y emoción
adecuada. Por otro lado, el silencio tiene una connotación espiritual, pues es
en el silencio cuando podemos tener un encuentro con nuestro yo. Cuando estamos
en silencio tenemos una comunicación con nuestro interior, nos conectamos con
nuestros pensamientos y sentimientos logrando estar en quietud.
El silencio para algunos es considerado sagrado, a
través de él experimentan un recogimiento que según los conecta con Dios o con
la fuente de energía universal. Hacer voto de silencio es consagrarse a las
creencias, al aprendizaje de una doctrina o filosofía, es una muestra de
respeto, de promesa o de penitencia, por ello está conectado con lo religioso y
con el crecimiento espiritual, constituyéndose en un elemento ritual. Con el
silencio logramos el autoconocimiento.
En masonería, una de las máximas del grado de
Aprendiz, es el silencio masónico con el que aprendemos la introspección, el
silencio es la virtud a través de la cual se aprende a ser prudente e
indulgente, inspira al aprendiz a entrar en su espiritualidad, a contemplar la
gran obra y a buscar la luz a través del pensamiento, meditación, reflexión y
acción. Así mismo podemos despertar nuestros sentidos, hacer viajes al interior
de nuestros pensamientos y reposar en ellos tranquilamente, tomando en cuenta
que estamos en la búsqueda del equilibrio, para aprender a callar hay que estar
consciente de nuestra incapacidad de hacerlo, las palabras son la consecuencia
directa de nuestros pensamientos, las mejores palabras son las cortas, las
breves, las que no implican más que lo justo y estructurado, el dominio de sí
mismos y la más profunda meditación espiritual.
Históricamente, en la comunidad filosófico-educativa
que significó la Escuela Pitagórica (sabido era una escuela Iniciática), sus
discípulos se distinguían en tres grados, siendo el primero el acústico, así
llamado para aprender a silenciar la mente, en el cual se imponía un período de
noviciado de tres años, en donde se les admitía como oyentes, observando un
silencio absoluto, como método de asimilación de conocimientos y adquisición de
mesura, como instrumento para el desarrollo de la razón y meditación. De
acuerdo a las tradiciones de enseñanza de la escuela pitagórica, y usando sus
conceptos relativos a lo exotérico y lo esotérico, podemos enmarcar el Secreto
Masónico en el aspecto Exotérico de las enseñanzas, es decir, aspectos de
forma, externos pero de gran relevancia en el desarrollo de las actividades en
la Logia, tendientes a generar un clima místico, de formalidad y de estricto
cumplimiento de los rituales preestablecidos para el desenvolvimiento de las actividades
de enseñanza y aprendizaje en el taller para el grado de Aprendiz. Por otro
lado, el Silencio, se refiere al aspecto esotérico, es decir, interno,
espiritual, mental, tan necesario e importante para poder asumir la posición y
la actitud mas idónea y superior requerida para el trabajo masónico. El
Silencio en la institución masónica puede estudiarse o describirse desde dos
puntos de vista, el primero referido al individuo, y el segundo referido al
desarrollo de los trabajos en el Rito del Primer Grado del Aprendiz, ambos
ligados sustancialmente. Posiblemente sea este el origen del periodo de
aprendizaje adoptado por los masones como método.
Podemos decir que el silencio se convierte de este
modo en una herramienta operativa, yendo más allá de su uso por motivos
puramente tradicionales. Comprender la necesidad de usar el silencio durante
los trabajos en Log.·. y en nuestro día a día es, quizás, una de las tareas mas
arduas y necesarias del Grado, tarea, que por cierto, no es nada sencilla. Así
mismo podemos colegir que el concepto de silencio guarda una estrecha relación
con el misterio y por ende con el secreto masónico. Ambos, definen y delimitan
las funciones, tradiciones y trayectoria de la Masonería como organización
antigua y trascendental, de altos valores y principios filosóficos y que usan
el Secreto y el Silencio tanto en su esfera colectiva como en la esfera
individual de cada uno de los QQ.·.HH.·. que la componen.
Por su funcionalidad, el silencio de los Aprendices
debe verse desde la dualidad que tantas veces se presenta a nuestros aún
ignorantes ojos. Una primera acepción: como silencio para escucharse a sí
mismo, pues los ruidos del mundo profano nos dispersan y nos apegan a lo
superficial; sin que podamos lograr profundizar en los conocimientos ni en la
observancia de la naturaleza. Aprendiendo a escucharnos, Nosotros los Hermanos
Aprendices aprenderemos a darle a nuestras palabras el sentido profundo y
correcto que una persona cultivada ha de tener, cuando adquiramos la facultad
del verbo no parlotearemos, sino que diremos palabras con profundo sentido.
Una segunda acepción: como silencio para escuchar al
otro; porque al no participar, con palabras en Logia, de los debates sobre las
planchas buriladas y los temas propuestos, los Hermanos Aprendices nos
centraremos y nos concentraremos en la escucha reflexiva. De este modo, las
palabras de nuestros Hermanos no se perderán en nuestras cabezas, sino que
serán asimiladas, analizadas, como quien guarda en un baúl el conocimiento que
nos ha de dar luz y grandeza a nuestra alma: el insumo necesario al crecimiento
de nuestro intelecto y la virtud a nuestra persona. Podría decirse que,
mientras nuestros Hermanos hablan, los Hermanos Aprendices participamos en el
diálogo del taller por medio de nuestro silencio; pero no de un silencio por
imposición, un silencio por ignorancia o un silencio por desinterés… Todo lo
contrario: se trata de un silencio fértil que nos ayuda a desarrollar nuestro
conocimiento, nuestro ser, nuestra conciencia y, en cierta manera, también es
un silencio activo porque toma nota, piensa, da fruto.
“La disciplina del silencio es una de las enseñanzas
fundamentales de la Masonería. Quien habla mucho, piensa poco, ligera y
superficialmente. Generalmente, su visión de las cosas será estrecha e
inflexible; y por consiguiente, no tendrá elementos para valorar nuevas ideas u
horizontes. Por eso, la Masonería busca que sus adeptos se hagan mejores
pensadores que oradores”. Aldo Lavagnini. Manual del Aprendiz.
El silencio no es virtud propia del Hermano
Aprendiz, es una virtud que ha de adquirirse y guiar toda nuestra vida
masónica. No en vano una de las primeras acciones solicitada por nuestro
Venerable Maestro al estar en Logia, cuando inicia los trabajos, es meditar en
silencio, solamente escuchando una tenue melodía…. ¿Por qué?… La respuesta es
sencilla: el silencio nos lleva a adentrarnos en un estado que nos transporta
más allá de lo que perciben nuestros sentidos; nos ayuda a abrir nuestro
corazón y nuestro intelecto, para recibir los mejores frutos de la
espiritualidad y del conocimiento.
Cuando el Venerable Maestro. declara: “Silencio y en
Logia”, es la obligación de cada masón mantener el silencio hasta que, con la
autorización correspondiente, se le otorgue el uso de la palabra. El silencio
solicitado al inicio de toda tenida permite nuestra unión mística y la
posibilidad de enlazar las mejores energías que deben ser utilizadas en
nuestros trabajos. El estar en silencio al abrirse los trabajos, nos está
aislando de preocupaciones externas y establece en nuestra mente las
condiciones del silencio interior, tan necesarias para absorber las enseñanzas
de la Orden. El silencio nos permitirá desarrollar con mayor claridad las ideas
y los conceptos que exponemos en las tenidas.
La palabra y el silencio, como en la música, deben
ser usados con orden, ritmo y armonía. Cuando un Hermano hace uso del verbo,
los demás Hermanos deben escuchar en silencio, con atención y actitud
respetuosa, receptiva y fraternal; lo que ayuda también a preparar una
recreación ordenada y consciente.
Antes de clausurar los trabajos, el Venerable
Maestro nos recuerda nuestra promesa de silencio sobre lo percibido por
nuestros sentidos a lo largo de la Tenida. Esto, desde luego no sólo debe
tomarse en sentido literal, sino también en sentido alegórico y simbólico.
El silencio en la Cadena de Unión crea una atmósfera
cálida, de vinculación fraternal, que va fortificando nuestros lazos, a medida
que la practicamos juntos y en armonía.
El silencio espiritual y mental, es imprescindible
para la construcción de nuestro templo interno, así como también para el talle
de la piedra bruta, con el, es que vamos a poder llegar a conocer la verdad,
conocernos a nosotros mismos que es el primer paso para conocer o comprender a
nuestros semejantes, así mismo, este silencio nos ayudara a practicar las
virtudes cardinales de la templanza y la prudencia. También esta práctica en
los talleres debemos transferirlas al mundo profano, sabiendo discernir siempre
el momento ideal para mantener el silencio o para romperlo. también afirmo que
el silencio es parte de nuestro trabajo de pulir la piedra bruta y aprendiendo
a callar.
Es mi palabra V.·.M.·.
Apr.·. Mas.·. Alfredo Rafael González Tovar