jueves, 21 de noviembre de 2019

El Silencio del Aprendiz Masón


El silencio se concibe como la ausencia de sonido o como la inhibición de hablar cuando nos referimos a la comunicación.
En la música, el silencio es indispensable para darle sentido a las canciones y hacer pausas para respirar, Mozart decía que la música no está en las notas sino en el silencio entre ellas.
Además, en la lectura y en el hablar hacemos pausas con silencio para poder transmitir el mensaje con la intención y emoción adecuada. Por otro lado, el silencio tiene una connotación espiritual, pues es en el silencio cuando podemos tener un encuentro con nuestro yo. Cuando estamos en silencio tenemos una comunicación con nuestro interior, nos conectamos con nuestros pensamientos y sentimientos logrando estar en quietud.
El silencio para algunos es considerado sagrado, a través de él experimentan un recogimiento que según los conecta con Dios o con la fuente de energía universal. Hacer voto de silencio es consagrarse a las creencias, al aprendizaje de una doctrina o filosofía, es una muestra de respeto, de promesa o de penitencia, por ello está conectado con lo religioso y con el crecimiento espiritual, constituyéndose en un elemento ritual. Con el silencio logramos el autoconocimiento.
En masonería, una de las máximas del grado de Aprendiz, es el silencio masónico con el que aprendemos la introspección, el silencio es la virtud a través de la cual se aprende a ser prudente e indulgente, inspira al aprendiz a entrar en su espiritualidad, a contemplar la gran obra y a buscar la luz a través del pensamiento, meditación, reflexión y acción. Así mismo podemos despertar nuestros sentidos, hacer viajes al interior de nuestros pensamientos y reposar en ellos tranquilamente, tomando en cuenta que estamos en la búsqueda del equilibrio, para aprender a callar hay que estar consciente de nuestra incapacidad de hacerlo, las palabras son la consecuencia directa de nuestros pensamientos, las mejores palabras son las cortas, las breves, las que no implican más que lo justo y estructurado, el dominio de sí mismos y la más profunda meditación espiritual.
Históricamente, en la comunidad filosófico-educativa que significó la Escuela Pitagórica (sabido era una escuela Iniciática), sus discípulos se distinguían en tres grados, siendo el primero el acústico, así llamado para aprender a silenciar la mente, en el cual se imponía un período de noviciado de tres años, en donde se les admitía como oyentes, observando un silencio absoluto, como método de asimilación de conocimientos y adquisición de mesura, como instrumento para el desarrollo de la razón y meditación. De acuerdo a las tradiciones de enseñanza de la escuela pitagórica, y usando sus conceptos relativos a lo exotérico y lo esotérico, podemos enmarcar el Secreto Masónico en el aspecto Exotérico de las enseñanzas, es decir, aspectos de forma, externos pero de gran relevancia en el desarrollo de las actividades en la Logia, tendientes a generar un clima místico, de formalidad y de estricto cumplimiento de los rituales preestablecidos para el desenvolvimiento de las actividades de enseñanza y aprendizaje en el taller para el grado de Aprendiz. Por otro lado, el Silencio, se refiere al aspecto esotérico, es decir, interno, espiritual, mental, tan necesario e importante para poder asumir la posición y la actitud mas idónea y superior requerida para el trabajo masónico. El Silencio en la institución masónica puede estudiarse o describirse desde dos puntos de vista, el primero referido al individuo, y el segundo referido al desarrollo de los trabajos en el Rito del Primer Grado del Aprendiz, ambos ligados sustancialmente. Posiblemente sea este el origen del periodo de aprendizaje adoptado por los masones como método.
Podemos decir que el silencio se convierte de este modo en una herramienta operativa, yendo más allá de su uso por motivos puramente tradicionales. Comprender la necesidad de usar el silencio durante los trabajos en Log.·. y en nuestro día a día es, quizás, una de las tareas mas arduas y necesarias del Grado, tarea, que por cierto, no es nada sencilla. Así mismo podemos colegir que el concepto de silencio guarda una estrecha relación con el misterio y por ende con el secreto masónico. Ambos, definen y delimitan las funciones, tradiciones y trayectoria de la Masonería como organización antigua y trascendental, de altos valores y principios filosóficos y que usan el Secreto y el Silencio tanto en su esfera colectiva como en la esfera individual de cada uno de los QQ.·.HH.·. que la componen.
Por su funcionalidad, el silencio de los Aprendices debe verse desde la dualidad que tantas veces se presenta a nuestros aún ignorantes ojos. Una primera acepción: como silencio para escucharse a sí mismo, pues los ruidos del mundo profano nos dispersan y nos apegan a lo superficial; sin que podamos lograr profundizar en los conocimientos ni en la observancia de la naturaleza. Aprendiendo a escucharnos, Nosotros los Hermanos Aprendices aprenderemos a darle a nuestras palabras el sentido profundo y correcto que una persona cultivada ha de tener, cuando adquiramos la facultad del verbo no parlotearemos, sino que diremos palabras con profundo sentido.
Una segunda acepción: como silencio para escuchar al otro; porque al no participar, con palabras en Logia, de los debates sobre las planchas buriladas y los temas propuestos, los Hermanos Aprendices nos centraremos y nos concentraremos en la escucha reflexiva. De este modo, las palabras de nuestros Hermanos no se perderán en nuestras cabezas, sino que serán asimiladas, analizadas, como quien guarda en un baúl el conocimiento que nos ha de dar luz y grandeza a nuestra alma: el insumo necesario al crecimiento de nuestro intelecto y la virtud a nuestra persona. Podría decirse que, mientras nuestros Hermanos hablan, los Hermanos Aprendices participamos en el diálogo del taller por medio de nuestro silencio; pero no de un silencio por imposición, un silencio por ignorancia o un silencio por desinterés… Todo lo contrario: se trata de un silencio fértil que nos ayuda a desarrollar nuestro conocimiento, nuestro ser, nuestra conciencia y, en cierta manera, también es un silencio activo porque toma nota, piensa, da fruto.
“La disciplina del silencio es una de las enseñanzas fundamentales de la Masonería. Quien habla mucho, piensa poco, ligera y superficialmente. Generalmente, su visión de las cosas será estrecha e inflexible; y por consiguiente, no tendrá elementos para valorar nuevas ideas u horizontes. Por eso, la Masonería busca que sus adeptos se hagan mejores pensadores que oradores”. Aldo Lavagnini. Manual del Aprendiz.
El silencio no es virtud propia del Hermano Aprendiz, es una virtud que ha de adquirirse y guiar toda nuestra vida masónica. No en vano una de las primeras acciones solicitada por nuestro Venerable Maestro al estar en Logia, cuando inicia los trabajos, es meditar en silencio, solamente escuchando una tenue melodía…. ¿Por qué?… La respuesta es sencilla: el silencio nos lleva a adentrarnos en un estado que nos transporta más allá de lo que perciben nuestros sentidos; nos ayuda a abrir nuestro corazón y nuestro intelecto, para recibir los mejores frutos de la espiritualidad y del conocimiento.
Cuando el Venerable Maestro. declara: “Silencio y en Logia”, es la obligación de cada masón mantener el silencio hasta que, con la autorización correspondiente, se le otorgue el uso de la palabra. El silencio solicitado al inicio de toda tenida permite nuestra unión mística y la posibilidad de enlazar las mejores energías que deben ser utilizadas en nuestros trabajos. El estar en silencio al abrirse los trabajos, nos está aislando de preocupaciones externas y establece en nuestra mente las condiciones del silencio interior, tan necesarias para absorber las enseñanzas de la Orden. El silencio nos permitirá desarrollar con mayor claridad las ideas y los conceptos que exponemos en las tenidas.
La palabra y el silencio, como en la música, deben ser usados con orden, ritmo y armonía. Cuando un Hermano hace uso del verbo, los demás Hermanos deben escuchar en silencio, con atención y actitud respetuosa, receptiva y fraternal; lo que ayuda también a preparar una recreación ordenada y consciente.
Antes de clausurar los trabajos, el Venerable Maestro nos recuerda nuestra promesa de silencio sobre lo percibido por nuestros sentidos a lo largo de la Tenida. Esto, desde luego no sólo debe tomarse en sentido literal, sino también en sentido alegórico y simbólico.
El silencio en la Cadena de Unión crea una atmósfera cálida, de vinculación fraternal, que va fortificando nuestros lazos, a medida que la practicamos juntos y en armonía.
El silencio espiritual y mental, es imprescindible para la construcción de nuestro templo interno, así como también para el talle de la piedra bruta, con el, es que vamos a poder llegar a conocer la verdad, conocernos a nosotros mismos que es el primer paso para conocer o comprender a nuestros semejantes, así mismo, este silencio nos ayudara a practicar las virtudes cardinales de la templanza y la prudencia. También esta práctica en los talleres debemos transferirlas al mundo profano, sabiendo discernir siempre el momento ideal para mantener el silencio o para romperlo. también afirmo que el silencio es parte de nuestro trabajo de pulir la piedra bruta y aprendiendo a callar.
Es mi palabra V.·.M.·.
Apr.·. Mas.·. Alfredo Rafael González Tovar