Vivir, es permanecer en paz ante la presencia de Dios, contemplando en silencio la inmensidad de su Ser.
Vivir, es vibrar a cada instante, ante la emoción de percibir la maravilla de la creación que nos rodea.
Vivir, es entender que cada minuto que transcurre no volverá. Es atraparlo intensamente, porque forma parte del tiempo, que sabemos ha quedado en el ayer.
Vivir, es saber dar lo mejor de nosotros, es vibrar en la bondad, y llevar a su máxima expresión, nuestra capacidad de ser.
Vivir, es gozar los momentos bellos y desafiarse a sí mismo ante las adversidades.
Vivir, es aprender más cada día, es evolucionar y cambiar para hacer de nosotros un ser mejor que ayer, un ser que justifica su existir.
Vivir, es contemplar apaciblemente, la alegría de un niño, escuchar al adolescente aceptando sus inquietudes sin protestar. acompañar con gratitud la ancianidad en su soledad.
Vivir, es comprender al amigo ante la adversidad y aunque se tenga mil argumentos para contradecirlo o justificarlo, finalmente sólo escucharlo, es tener la capacidad de regocijarme ante sus triunfos y su realización y entristecerme en sus fracasos.
Vivir, es sentir que nuestro existir no fue en vano y en la medida en que nos atrevemos a dar lo mejor de nosotros en cada momento, logramos manifestar la grandeza de nuestra alma.
Vivir, es vibrar y sentir... es amar y gozar... es observar y superar... es dar y aceptar... es ser y permanecer... es comprender que nuestro tiempo es lo único que poseemos para realizar plenamente nuestro ser.
Vivir, es permanecer en paz ante la presencia de Dios, contemplando en silencio la inmensidad de su Ser.