"Sin meditación no hay conocimiento propio; sin conocimiento propio no hay meditación".
Debe usted comenzar, pues, por conocer lo que usted es. No puede ir lejos sin comenzar cerca, sin comprender su proceso cotidiano de pensamiento, sentimiento y acción. En otras palabras, el pensamiento debe comprender sus propias modalidades operativas, y cuando usted se vea a sí mismo en acción, observará que el pensamiento se mueve de lo conocido a lo conocido.
Uno no puede pensar en lo desconocido. Lo que uno conoce no es lo real, porque lo que uno conoce está sólo en el tiempo. Nuestro interés fundamental es estar libres de la red del tiempo, no pensar acerca de lo desconocido, porque, como acabamos de decir, usted no puede pensar en lo desconocido. Las respuestas a sus plegarias provienen de lo conocido. Para recibir lo desconocido, la mente misma debe tornarse en lo desconocido. La mente es el resultado del proceso del pensamiento, el resultado del tiempo, y este proceso del pensamiento debe llegar a su fin. La mente no puede pensar en aquello que es eterno, intemporal; por lo tanto, debe estar libre del tiempo; el proceso de tiempo de la mente debe disolverse. Sólo cuando la mente está por completo libre del ayer y, en consecuencia, no está usando el presente como un medio para el futuro, es capaz de recibir lo eterno. Por lo tanto, nuestro interés en la meditación es el de conocernos a nosotros mismos, no sólo superficialmente, sino todo el contenido de la conciencia interna, oculta. Sin conocer todo eso y estar libre del condicionamiento que implica, usted no puede ir más allá de los límites de la mente. Por eso debe cesar el proceso del pensamiento, y para ello debe uno conocerse a sí mismo.
Por lo tanto, la meditación es el principio de la sabiduría, la cual consiste en comprender nuestra propia mente y nuestro corazón.
J. Krishnamurti - Obras Completas Vol. V
Debe usted comenzar, pues, por conocer lo que usted es. No puede ir lejos sin comenzar cerca, sin comprender su proceso cotidiano de pensamiento, sentimiento y acción. En otras palabras, el pensamiento debe comprender sus propias modalidades operativas, y cuando usted se vea a sí mismo en acción, observará que el pensamiento se mueve de lo conocido a lo conocido.
Uno no puede pensar en lo desconocido. Lo que uno conoce no es lo real, porque lo que uno conoce está sólo en el tiempo. Nuestro interés fundamental es estar libres de la red del tiempo, no pensar acerca de lo desconocido, porque, como acabamos de decir, usted no puede pensar en lo desconocido. Las respuestas a sus plegarias provienen de lo conocido. Para recibir lo desconocido, la mente misma debe tornarse en lo desconocido. La mente es el resultado del proceso del pensamiento, el resultado del tiempo, y este proceso del pensamiento debe llegar a su fin. La mente no puede pensar en aquello que es eterno, intemporal; por lo tanto, debe estar libre del tiempo; el proceso de tiempo de la mente debe disolverse. Sólo cuando la mente está por completo libre del ayer y, en consecuencia, no está usando el presente como un medio para el futuro, es capaz de recibir lo eterno. Por lo tanto, nuestro interés en la meditación es el de conocernos a nosotros mismos, no sólo superficialmente, sino todo el contenido de la conciencia interna, oculta. Sin conocer todo eso y estar libre del condicionamiento que implica, usted no puede ir más allá de los límites de la mente. Por eso debe cesar el proceso del pensamiento, y para ello debe uno conocerse a sí mismo.
Por lo tanto, la meditación es el principio de la sabiduría, la cual consiste en comprender nuestra propia mente y nuestro corazón.
J. Krishnamurti - Obras Completas Vol. V