miércoles, 5 de enero de 2011

AMISTAD y MASONERÍA


Creo que sería provechoso para todos nosotros abrir una reflexión sobre el papel de la amistad en la masonería. O quizás debería decir, sobre el empobrecimiento o enriquecimiento que la amistad entre hermanos de un taller puede propiciar a los fines y a la armonía de una logia masónica. Nos llamamos "hijos de la viuda". Damos a entender, con ello, que todos pertenecemos a una misma familia, somos, en cuanto hijos de una misma madre - "La Viuda"- hermanos. Y así nos denominamos entre nosotros. La familia, aun a pesar de que muchos padres -en su desvarío- manifiestan con orgullo ser amigos de sus hijos, no es una comunión de amigos, sino la célula básica donde nos educamos y nos cultivamos, además de ser la forma en que los humanos nos hemos dotado para la trasmisión de las ideologías, o modos de pensar, en el más amplio sentido de la palabra. La familia es solidaria y su vínculo está por encima de simpatías o antipatías. La familia es, vocacionalmente, perenne y no la elegimos, siempre nos viene impuesta, como la nacionalidad o la cadena genética. El amigo, por el contrario, lo escogemos nosotros entre el amplio abanico de ofertas que nos ofrece nuestras relaciones sociales y el vínculo que nos unirá a él es, en la mayor parte de los casos, caduco, no es vector de ideología y siempre dependerá del nivel de simpatía, es más, siendo algo cínico, se podría afirmar que la amistad es un contrato entre dos personas en la que ambas partes se comprometen a entregar el uno al otro, siempre algo menos de lo que el otro le entregue a él. La riqueza del intercambio personal dentro de una logia masónica, no fluye por el mayor o menor grado de amistad que se mantenga entre sus miembros. Muy por el contrario, sería deseable, desde mi punto de vista, que jamás cimentara la amistad dentro de la logia. El enriquecimiento de todos nosotros se basa en el aporte de la diversidad, y cuanto más diferentes sean nuestro puntos de origen, mayor serán los distintos aportes que recibamos de nuestros hermanos. La masonería es ante todo: APERTURA. Apertura para huir del grave peligro de caer en el error que caen las asociaciones sectarias: confesiones religiosas, partidos políticos, sindicatos..., donde sus miembros se relacionan en casi todos los espacios de la vida, envueltos en el espejismo de la adulación, enclaustrados en torno a su propio ombligo y desarrollan sus existencias entre verdades regaladas que les impiden el contacto con el resto de la sociedad y ejercitar la saludable autocrítica. El rito masónico al cierre de los trabajos, afirma claramente que debemos terminar "fuera" los trabajos iniciados en el templo. Debemos ser una fuerza centrífuga que transcienda más allá de la logia, pero a su vez debemos ser una esponja, una fuerza centrípeta que asimile, conozca y digiera el latir de la comunidad en sus más variados escenarios. Si enclaustramos nuestras relaciones personales, dentro y fuera de la logia, entre las mismas personas, estaremos cercenando nuestras posibilidades de enriquecimiento. Mezclémonos, pues, con el mundo, vivamos en ambientes diferentes, incluso contrapuestos, y volvamos puntualmente al taller a enriquecer a nuestros hermanos y enriquecernos nosotros