La amistad y la fraternidad son dos modos distintos de relación entre personas, que sin llegar a ser excluyentes, se dan por separado, afectando directamente a las relaciones con sus características específicas. Una característica de la fraternidad es que su parte de libre elección es reducida. Los hermanos pues, no eligen, sino que vienen impuestos por el propio modo de ser de las cosas. En otros casos puede existir algún mecanismo de selección, pero de cualquier forma será restringido y nunca se aplicará a las relaciones de todos con todos. La amistad, en cambio, se basa en un proceso seleccionador muy exigente, según el cual las personas se asocian en función de intereses muy concretos y en muchas ocasiones inflexibles. El resultado es que dentro de las relaciones de amistad existe muy poco disentimiento. Los amigos coinciden en muchos aspectos y aquellos en los que no coinciden, son obviados, restringiendo de este modo las relaciones al campo de las coincidencias compartidas. En las relaciones de fraternidad en cambio, esa parte de imposición las convierte en asociaciones no derivadas de grandes similitudes sino tan sólo de coincidencias en lo fundamental. A mi modo de ver, uno de los aspectos interesantes de la Masonería sería el de ser lugar de encuentro y relación de personas que no se hubieran relacionado y comunicado de otra manera, porque las diferencias en intereses, edad, aficiones, tendencias etc. hubieran imposibilitado la superación de las rigurosas pruebas de la amistad. El resultado, que por supuesto no es exclusivo de la Masonería, es el enriquecimiento por medio del trato con "diferentes", con la pluralidad de puntos de vista y actitudes y con el disentimiento respetuoso. La logia puede así actuar como una buena escuela para la vida al enseñar a convivir con el disenso. Enseñar, pues, a no considerar un ataque personal el hecho de que alguien no esté de acuerdo con nosotros. Esta actitud, que se echa mucho de menos en la vida profana, puede y debe ser aprendida dentro de la Masonería. Porque, en definitiva, el mundo mejor que todos deseamos no es aquel en el que todos pensáramos de un modo parecido, sino aquel en el que pudiéramos convivir en paz a pesar de nuestras grandes diferencias.
Q:.H:.JUAN CARLOS PÉREZ