En la soledad de la yerta sepultura
cual cimiente en el surco descompuesta,
mi alma inquieta añoraba en su clausura
alcanzar una existencia más honesta.
No ser huesos ni carne solamente,
sino ejemplo, antorcha, paradigma;
ser un astro de rayos refulgentes,
agua clara, criatura noble y digna.
Cavar fosos profundos a la envidia,
sepultar el vicio, el dogma y la mentira,
controlar la voluntad, vencer la ira
y combatir sin tregua la desidia.
Tener una existencia laboriosa,
construir un altar a las virtudes,
ser la nota musical de los laudes
que interpretan el himno de la vida.
Brindar a los demás nuestra ternura,
ser solidarios, justos, tolerantes,
caballeros de yelmo y armadura
prestos a iluminar al ignorante.
Enemigos directos del oprobio,
adversarios jurados de la esclavitud,
intrépidos contrincantes de los odios
de la traición, la deslealtad y la ingratitud.
Al interior de esa bóveda oscura y tenebrosa
donde nada valen las monedas ni la gloria,
comprendí que venimos para hacer historia
y que somos tan efímeros como pétalos de rosa.
Todo aquello que rodeaba mis despojos
me enseñó muy crudamente estas verdades,
que lo han sido en todas las edades,
por designios del Delta vigilante.
CUALQUIER MASON, EN CUALQUIER TIEMPO
cual cimiente en el surco descompuesta,
mi alma inquieta añoraba en su clausura
alcanzar una existencia más honesta.
No ser huesos ni carne solamente,
sino ejemplo, antorcha, paradigma;
ser un astro de rayos refulgentes,
agua clara, criatura noble y digna.
Cavar fosos profundos a la envidia,
sepultar el vicio, el dogma y la mentira,
controlar la voluntad, vencer la ira
y combatir sin tregua la desidia.
Tener una existencia laboriosa,
construir un altar a las virtudes,
ser la nota musical de los laudes
que interpretan el himno de la vida.
Brindar a los demás nuestra ternura,
ser solidarios, justos, tolerantes,
caballeros de yelmo y armadura
prestos a iluminar al ignorante.
Enemigos directos del oprobio,
adversarios jurados de la esclavitud,
intrépidos contrincantes de los odios
de la traición, la deslealtad y la ingratitud.
Al interior de esa bóveda oscura y tenebrosa
donde nada valen las monedas ni la gloria,
comprendí que venimos para hacer historia
y que somos tan efímeros como pétalos de rosa.
Todo aquello que rodeaba mis despojos
me enseñó muy crudamente estas verdades,
que lo han sido en todas las edades,
por designios del Delta vigilante.
CUALQUIER MASON, EN CUALQUIER TIEMPO