miércoles, 13 de octubre de 2010

LOS MASONES QUE NO CONCURREN A SUS LOGIAS.

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LOS MASONES QUE NO CONCURREN A SUS LOGIAS.
Con frecuencia oímos decir que determinado H:. que no concurre a las Ten:. es una buena persona, tiene un excelente espíritu masónico, pero tiene mucho trabajo, etc.
Nunca compartimos esa manera de encarar el problema. Siempre creímos que es una benevo­lencia equivocada, que hace mal a la Orden y hace mal al H:. Es muy fácil decir "Yo pertenezco a la Masonería " y desentender­se de todo lo demás.
¿Que pasaría si todos hiciéramos lo mismo?, o si a la hora de Ten:. estuviéramos en nuestras casas viendo televisión. leyendo, divertiéndonos o senci­llamente durmiendo?. A estos HH:. MUY BUENOS se deben esas Logias anémicas, que apenas si alcanzan a llenar sus principales puestos, que en medio de un general e inevitable aburri­miento arrastran una vida masónica penosa y lamentable.
Para ser masón autén­tico no basta con figurar en el Cuadro Logial, es necesario trabajar diariamente en la llama de la acción y militancia. ¿Que interés, que estímulo pueden sentir el V:.M:. y los HH:. que concurren regularmente?.
Esos HH:. MUY BUENOS destruyen la base de la Institución y ya se sabe que la grandeza de la Masonería radica en su base, es decir, en sus obreros, en todos nosotros. Así, la Orden no progre­sa, no se fortifica, así, no cumple con su deber. En cuanto al H:. si no asiste no puede vibrar con nosotros, no siente el ímpetu de la vida del Taller, perceptible o no pero real y verdadero.
Se podrá llamar Masón, pero no puede ser Masón sin concurrir a las Ten:. Pero hay más: no se puede ser Masón si no se integra el Cuerpo Mental y el pla­no espiritual de la Logia.
Cuando el V:.M:. di­ce: "Silencio en Logia Hermanos mios", se crea un cuerpo mental colectivo que nos envuelve a to­dos. Es entonces cuando la Cadena de Unión, esa cadena qué está aplicada al muro, baja hasta nosotros, palpita, se humaniza, nos libera y nos une: Nos libera del polvo de todos los caminos, del lastre de la vida profana, de las fuerzas negativas que actúan en nosotros mismos y nos une en un plano superior de bondad, de tole­rancia, y de afán de superación, es decir, nos une a nivel masónico. Y esa emoción no la puedo sen­tir yo ni nadie si estoy en mi casa leyendo o durmiendo. Para vivir esa emoción es indispensable concurrir a la Logia. Pero hay más: aspiramos a gravitar en el mundo profano, a influir en la opinión pública, en nuestra sociedad. Si no sabemos como opina el Taller o la Orden sobre determinado problema, si no nos forjamos a nosotros mismos en la fragua masónica, si no aprende­mos a manejar las herramientas básicas que nos permitirán un desarrollo espiritual elevado. ¿Como vamos a influir; sobre quién vamos a influir?.
Se ha dicho siempre que no se deben traer aquí las pequeñeces y resquemores que nos separan de la vida profana, pero si se deben llevar hacia afuera la comprensión, la tolerancia, el respeto, la fraternidad que preva­lecen en nuestra convivencia. ¿Có­mo vamos a llevar hacia afuera esas buenas prácticas, si empeza­mos por no practicarlas?. Si que­remos influir en el mundo profano tenemos que asistir a las Ten:., por MUY BUENOS HH:. QUE SEAMOS. Hay más: La Orden eli­ge a sus hombres, los educa, los mejora, los transforma, pero ese proceso no se improvisa, no se opera por milagro, no se opera por el solo hecho de haber pasado por una ceremonia o por figurar en nuestros registros, por MUY BUENOS QUE SEAMOS. La Orden tiene ese proceso perfectamente organizado desde el primero hasta el último Grado. Un desarrollo progresivo y ordenado será mucho mas significativo. Entre nosotros, nada responde a la casualidad ni a la suerte, todo está cifrado en la razón y el aná­lisis.
Es un sistema moral y filosófico "Velado por el misterio y embellecido por los símbolos", es el más perfecto sistema, sin duda alguna, que el hombre ha cre­ado para su convivencia, pero ese sistema no funciona con entele­quias de Nombres escritos en el Cuadro Logial. ¡No! Ese sistema funciona con hombres de carne y hueso y esos hombres con su arma de sus instrumentos y su triunfo. Para que ese sistema funcione es necesario concurrir a vuestra Lo­gia.
Hay más: todo lo que aumenta la libertad del hombre aumenta sus responsabilidad. La Masonería, para el que la entiende, aumenta la libertad interior, ayuda a pensar, suprema tarea y, en consecuencia, aumenta y compro­mete su responsabilidad. Y uno de los primeros deberes que son inherentes a esa cuota de responsabilidad es el asistir a la Logia. Porque cabe preguntar: ¿Donde está la vida masónica, el mundo masónico que hemos escogido libremente y la esencia de sus enseñanzas?, ¿Estarán en la oficina, en la fábrica, en el estudio, en el consultorio profesional o en la calle?. ¡Nó!, están en las Logias y solamente en las Logias.
Alguien podrá llamarse masón, decir que figura en nuestros registros, pero nadie puede ser masón si no vive nuestra vida masónica, y para eso es imprescindible concurrir a nuestra Logia.
Puedo resumir y sinte­tizar todo lo dicho en los si­guientes términos: La finalidad más alta de la Masonería, el ideal más puro y la ambición más noble y, a la vez, la tarea más difícil, es la superación del hombre, la planificación del hombre, eso: Mis RR:. y QQ:. HH:. no se obtendrá nunca con masones que no concurren a sus Logias.

R:. H:. ERNESTO D. GUERRINI
Ex-Gran Secretario de Relaciones Exteriores de la Gran Logia de Uruguay
Extraído de la Rev. “Talleres”, año III, Nº 20.-
Montevideo.- Uruguay, Febrero 1965.