sábado, 27 de marzo de 2010

Reflexiones sobre la edad


Actuando como la generación anterior.
Caminando con mi mujer por el desierto de Mojave, muchas veces encontré las famosas ciudades fantasmas. Construidas cerca de minas de oro, eran abandonadas cuando todo el producto de la tierra se había extraído. Habían cumplido su papel y ya no tenía sentido que siguieran habitadas.
Caminando con mi mujer por los bosques de los Pirineos, vi muchos árboles caídos, después de haber vivido centenares de años. Pero, a diferencia de las ciudades fantasmas, ¿qué sucedió? Habían abierto espacio para que la luz penetrara, habían fertilizado el suelo y sus troncos estaban cubiertos de vegetación nueva.
Nuestra vejez dependerá de la manera en que vivimos. Podemos terminar como una ciudad fantasma o como un generoso árbol, que continúa siendo importante incluso después de no haberse aguantado más de pie.
La cometa y el viento
Comenta el Dr. R. Brasch: “Tenemos que recordar que no somos los únicos que estamos frente a un problema casi irresoluble. Por otra parte, de la misma manera que una cometa solo consigue emprender el vuelo cuando se la pone contra el viento, incluso el pero de nuestros problemas sirve para elevarnos a un escalón más alto. No podemos olvidarnos nunca de que otros ya pasaron por momentos tan insoportables como los que vivimos nosotros ahora; si estas personas consiguieron superarlos, nosotros también lo haremos.”
Lo que es realmente importante
Cierto hombre se aproximó a Abu Said A'bil Khair, un gran maestro al que mucha gente atribuía milagros y comentó:
Usted es el más poderoso de todos los hombres porque puede caminar sobre las aguas de un río, volar hasta la copa del árbol más alto y moverse del Esta a Oeste en menos de un minuto. He venido aquí para ponerme a su servicio por el resto de mi vida.
Nada hay de interesante en lo que mencionas – replicó Abu Said A'bil Khair.
Los patos también andan en las aguas de los ríos, los pájaros son capaces de volar y el demonio consigue ir de Este a Oeste en menos de un minuto. Si esta es la causa por la que viniste hasta aquí, dispenso tus servicios.
Paró por un momento, saboreando el desconcierto del hombre, y enseguida consiguió:
Estas cosas no tienen ningún valor; sirven apenas para educar la disciplina de un hombre.
Tú solo debes honrar a aquellos que, a pesar de vivir en condiciones muy difíciles, luchan día y noche para defender lo que creen, son caritativos con el prójimo, se casan y no se dejan derrotar por las dificultades de la vida en común, trabajan de sol a sol para conseguir el sustento de la familia y nunca se desesperan.
Siempre que encuentres una persona de estas, intenta servirla durante algún tiempo, pues sin duda está necesitando ayuda.
Paulo Coehlo