miércoles, 8 de julio de 2009

CONVENIENTEMENTE PREPARADO

A todo profano que solicita su entrada en la Francmasonería, le recordamos cuando llama a nuestra puerta, que se presenta libre y voluntariamente, falto de luz, además de convenientemente preparado, para solicitar con humildad su admisión.
Antes de traspasar la puerta de la Logia, el H:.Terrible se encarga de "prepararlo convenientemente" despojándolo de todos sus metales y riquezas, transfigurar su indumentaria, y vendarle sus ojos.
En la iniciación el candidato vive una suerte de emociones y vivencias que impregnarán su conciencia para que siempre recuerde por el resto de su vida masónica, no sólo la “pobreza con la que se presentó y fue generosamente admitido”, sino que siempre que ingrese en una Logia debe abandonar fuera de la puerta su condición de profano, sea esta la que fuere y admitir que es la sincera aceptación de nuestra propia imperfección y la búsqueda de una Luz que ilumine en las tinieblas de nuestra más intima conciencia, la verdadera razón de nuestra presencia dentro del Templo Masónico.
Finalizada la Iniciación, el V:.M:.inviste al candidato con un humilde mandil blanco de piel de cordero, que simboliza la inocencia y el lazo de la amistad universal que une a todos los masones, exhortándole a no deshonrarlo jamás, ya que este modesto mandil distintivo del masón es, para nosotros, el más honroso y antiguo de los emblemas.
Así mismo le entrega dos pares de guantes blancos, uno de esos guantes blancos deben recordarnos siempre que un masón, como hombre íntegro, no debe mancharse las manos con la infamia ni debe humillar jamás a ningún otro ser humano; el otro par de guantes son para la mujer que más respetamos, simbolizando en ello que el avance espiritual es integral pues conlleva implícita a la persona con quien compartimos nuestra vida.
Desde este momento, estas serán las vestiduras distintivas del masón para concurrir a las tenidas convenientemente preparado.
Para ayudarnos en nuestra particular búsqueda, la francmasonería no nos ofrece ni razonamientos mundanos que nos sirvan como simple acopio de datos, ni nos ofrece, tampoco, verdades regaladas o dogmas que sigan determinadas reglas. No, la masonería nos irá dando en cada grado simples herramientas, con las que, utilizándolas de un modo alegórico, podamos ir dando forma geométrica a esa gran piedra bruta que es nuestra propia imperfección.