miércoles, 25 de marzo de 2009

¿CÓMO ENTIENDO LA MASONERIA?


La vía que propone la Francmasonería está enraizada profundamente en lo que es la creencia en la potencialidad natural y racional del ser humano, y ha estado receptiva mente abierta a otras influencias del pensamiento universal que tengan -como ella- al ser humano en el centro de sus preocupaciones.
La Francmasonería invita, no impone, a todos los hombres de buena voluntad, deseosos de crecer y ser mejores personas, y de dar lo mejor de si a la causa del Humanismo, a transitar por un sendero que comporta varias dimensiones simultáneas.
En primer lugar, propone una vía iniciática, de crecimiento personal espiritual, interior a la persona, para que pueda conocerse mejor a si misma, ser más completa como individualidad, y poder cultivar verdaderamente su autonomía espiritual.
En segundo lugar, propone una vía de crecimiento intelectual, a partir del estudio sobre la realidad, de la naturaleza y de la sociedad, de la ciencia, el arte y la cultura, y a través del intercambio racional y dialogado,donde cada uno pone en duda racionalmente sus propias certezas y acepta que cada uno puede tener una parte de la verdad, negando las verdades absolutas y totalitarias . Es de esta forma, que todos y cada uno de los Francmasones tiene la oportunidad de ir forjando en su libre albedrío, y desde su libre concepción, la elaboración de su propio pensamiento: El libre pensamiento.
Pero también, y en tercer lugar, la masonería invita a sus miembros a transitar por la vía cívica. Cada francmasón sabe que él puede ser mejor persona, si comprende mejor la comunidad en la cual está inserto; si forma parte de la misma, si colabora con ella y da todo de si para mejorarla, pues todo masón sabe que mejorando su comunidad, percatándose hacia ella, él también mejora, en un proceso infinito de intercambio mutuo.
Entonces, si tuviéramos que definir lo que es un masón, podemos decir
sencillamente, que es un hombre libre, honesto, escrupuloso, que hace lo posible por ser mejor persona cada día , y al mismo tiempo, desarrolla una capacidad de servicio a los demás, trabajando para que su entorno, su comunidad, la sociedad a la que pertenece y por ende la humanidad toda sea un poco mejor, más justa, más fraterna, más humana.
Ese es el sueño último de la Francmasonería.
Pero, respecto a ese sueño, el Francmasón no se sitúa como un espectador pasivo, esperando que alguna vez ocurra. El Francmasón no espera la salvación, o que algo o alguien provea una vía de llegar al paraíso o a la felicidad eterna.
El Francmasón sabe, que debe actuar en el aquí y ahora, que debe todos los días poner su lote de trabajo a la Obra, sabe que es agente de la construcción de su destino tanto personal como colectivo y es conciente que tiene una parte de responsabilidad en el destino de la Humanidad toda.
Sabe, que la Humanidad se construye, en el día a día, que “es siempre perfectible pero que ese trabajo siempre estará inconcluso, puesto que siempre habrá que reparar y reconstruir lo que las imperfecciones, el tiempo, ó la ignorancia de los hombres pueda haber destruido”.
Entonces, el Francmasón, si bien es una persona optimista y progresista porque cree que es posible hacer algo positivo, no es tampoco un romántico ilusorio. Sabe que debe combatir duramente por sus ideas, sabe que sufrirá decepciones y sabe que todo va a costar mucho esfuerzo, pero que aun así, debe persistir y perseverar, porque está intentando junto a muchos otros, darle a nuestra vida un sentido y una significación, para evitar la zozobra de la civilización y la modernidad y la hecatombe interior producto de nuestros rezagos atávicos propios de nuestra naturaleza humana.