Traiga a mi memoria, mis caídas y
mis errores profanos
Para llevarlos conmigo en cada
nuevo paso hacia la luz,
Recordándome lo imperfecto de
antaño, las tinieblas.
Y la amargura de mi ignorancia me
mantenía ciego
Nada sabía, nada comprendía
Más en mi corazón la llamada del
saber persistía.
Con el cruce de la penumbra hacia
la luz
Transfórmense estos pasos errantes
en culpa y deshonra
Si se repiten como antaño.
Nunca manche mi nombre y el de mis
hermanos
Bajo pena de destierro y soledad.
Que el secreto siga a salvo y
oculto
Y el juramento sea mi baluarte,
cual incólume estandarte
Guíe mi actuar diario, con
resolución y voluntad
Cual mazo y cincel desbasta la
piedra bruta
Llevándome al cubo perfecto
Como eslabón firme de la cadena
Que no ha de romperse jamás.
Traiga a mi memoria lo que nunca
volverá
Cada paso nuevo será en la senda de
verdad
Serenamente y con humildad
Siendo fiel y leal a mi hermandad.
Una mirada pletórica hacia adelante
Me muestra un camino arduo y pedregoso
Con mi corazón fuerte y vibrante
Avanzar al oriente ansiado y
luminoso.
Cuando de mi cuerpo solo queden
cenizas
Y mi alma eterna sea un pétalo que
decore el oriente eterno
El recuerdo sea inmortal como la
brisa
En la hermandad que me acogió en su
seno mas interno.
Que mis hijos sepan que luché por
la paz y el amor
Que libré mil batallas contra el
amargo destino
Que le mundo sigue teniendo un
mágico candor
Y que de la libertad, igualdad y
fraternidad fui peregrino.
Ignacio Bernales Espinoza
1° Talca, Chile