miércoles, 4 de febrero de 2015

Aprenda a aprender

Saber que no se sabe ya es saber.
Si usted no sabe que sabe, cree que no sabe. Por otro lado, si cree que sabe y no sabe, actúa como si supiese. Esto puede provocar graves consecuencias.
Todos somos ignorantes, pero en temas diferentes. Al ser humano le es imposible saberlo todo. Reconocer la igno­rancia en alguna cosa es ya un conocimiento, porque abre la puerta del aprendizaje.
Nuestra mayor ignorancia es no saber que no sabemos. La arrogancia es ceguera cognitiva. Es volverse ciego al conocimiento.
Todo lo que aprendemos en la vida pasa por cuatro fases, y la ignorancia es la primera fase del aprendizaje.
En la fase de la ignorancia, no saber cuanto no sabemos. Cuando llegamos a saber que no sabemos, es que ya estamos aprendiendo y entramos en la segunda fase.
La segunda fase es tener una buena información sobre alguna cosa, es decir, cuando sabemos cuando no sabemos.
La tercera fase es la del conocimiento. Es cuando sabemos cuánto sabemos. ¿De qué modo comienza la fase de conocimiento? Con la confusión. Al pasar de la fase (estar informados) a la tercera (conocimiento), hay cruzar el territorio de la confusión. 
Si usted se siente un poco confundido al leer esto, eso es una buena señal. Quiere decir que está dispuesto incorporar nuevos conocimientos.
Si ante nuestros ojos apareciera algo completamente nuevo, que nunca hubiéramos visto antes, nuestra primer percepción parecería confusa (que es eso?). Pero nuestro cerebro tiene la capacidad de procesar informaciones, siempre y cuando estemos abiertos para que eso ocurra, y tarde lo que era confuso se volverá familiar, y lo que incomprensible se volverá obvio. Como ya he dicho arrogancia (el orgullo, la soberbia) es ceguera cognitiva Asumir una pose de sabelotodo significa cerrar los pro canales al conocimiento. Para llegar al conocimiento, necesario abrirse a lo nuevo y tener voluntad para aprender, para, sin miedo penetrar en lo desconocido. Solamente de esta manera es posible superar dificultades y atravesar la confusión.
En la plenitud del conocimiento (que no significa saberlo todo, sino saber bien lo que se sabe), se llega a la cuarta fase del aprendizaje: la sabiduría. Nuestro cerebro ha con­seguido asimilar de tal manera ese conocimiento que ya no necesitamos prestarle atención, está en nosotros, forma parte de nuestra estructura mental. En esta fase, la persona no sabe cuánto (o cómo) sabe. 
El bebé nace sin saber caminar. Al principio, ni siquiera sabe que no sabe. Más tarde, cuando ve a otras personas andando, desea también caminar, y entonces se da cuenta de que no sabe. Al tomar conciencia de su ignorancia, comnienza a aprender. Después realiza las primeras tentati­vas y al principio no consigne ningún resultado, pero ya se da cuenta de lo que debe hacer. Entonces comienza a pro­bar con más ahínco, da dos o tres pasos y se cae. Lo intenta de nuevo y se cae. Se siente confundido y lo intenta nueva­mente. Y continúa cayéndose. pero no renuncia, hasta que aprende. Pasado algún tiempo, aquello que le había exigido tanto es fuerzo para aprenderlo se convierte en algo tan simple que ni siquiera se da cuenta de que está caminando.
Somos inconscientemente incompetentes en la primera fase, conscientemente incompetentes en la segunda, conscientemente competentes en la tercera, e inconscientemente competentes en la cuarta. Así es el proceso de aprendizaje.
Saber alguna cosa es muy diferente de saber enseñarla. En las universidades es muy habitual encontrarse a grandes sabios que son pésimos profesores.
Pero no es solo en la escuela donde aprendemos y enseñamos.
Este proceso ocurre todo el tiempo y en todos los ambientes el buen comunicador es en la practica un profesor.ya que consigue transmitir nuevas ideas y que no sólo sean entendidas sino también aceptadas por el oyente.
IGNORANCIA            Inconscientemente incompetente
INFORMACIÓN          Conscientemente incompetente
CONOCIMIENTO       Conscientemente competente
SABIDURIA                Inconscientemente competentes                                                                    
Lo primero es aceptar que no tenemos el conocimiento pero estamos dispuestos a aprenderlo. La segunda técnica es la repetición, que es el origen del proceso de aprendizaje. De 1a misma manera que un bebé aprende a caminar repitiendo y repitiendo sus intentos, cualquiera de nosotros aprende con más facilidad cuando el método se basa en repeticiones bien dosificadas. El conocimiento no significa acumulación de información, sino competencia para actuar. 
Cuando intentamos convencer a alguien de hecho estamos transmitiendo (enseñando) una forma de pensar distinta de la que esa persona tenía anteriormente.
Existen algunas técnicas que facilitan este proceso enseñanza y aprendizaje. Usted podrá usarlas en su vida cotidiana y ampliar de manera sorprendente su poder de influir en los demás y su capacidad de aprender y de enseñar.
Crear un impacto es una de esas técnicas. Si usted presenta una situación de impacto, de sorpresa, de impresión fuerte e inesperada, logrará atraer la atención de su oyente. no necesita dejar de ser usted mismo para crear un impacto. Al contrario, cuanta más espontaneidad transmita mucho mejor. 
La utilización es la tercera técnica. Sólo asimilamos aquellos conocimientos que utilizamos en nuestra vida. En la actualidad con la inmensa cantidad de informaciones que circulan todo el tiempo, no tiene ningún sentido memorizar una serie de conocimientos que nunca nos serán útiles. Si empleáramos la misma cantidad de tiempo en aprender a aprender, la mente sabría cómo procesar informaciones con mucha más facilidad y así estaríamos siempre aprendiendo, a cada instante.
El conocimiento verdadero es el que pasa a formar parte de nosotros, y deja de ser una referencia externa. La capacidad de interiorización es otro aspecto del proceso de aprendizaje.
Aprender es un proceso que no tiene fin. Siempre tenemos algo que aprender. 
En nuestros talleres quien no tenga nada que aprender, entonces tiene mucho que enseñar.