La palabra Iniciación, que viene del latín initiare,
de initium, inicio o comienzo, se deriva de dos: in, hacia adentro, e iré, ir,
o sea ir hacia adentro o penetrar en el interior.
De la etimología de la palabra se desprende que el
significado de la Iniciación es el ingreso en el mundo interno para comenzar
una nueva vida. La Iniciación Masónica es una perla inestimable en la corona de
la simbología. En la Logia hay un cuarto de reflexión, símbolo del interior del
hombre. Todo ser humano, al cerrar sus sentidos al mundo externo, se encuentra
en su ámbito de reflexión, aislado en la oscuridad que representa las sombras
de la materia física que rodean al alma hasta la completa maduración. Ese
interior oscuro es el estado de conciencia del profano que vive siempre fuera
del Templo y en medio de las sombras. Desde el momento en que el practicante
comienza a dirigir la luz del pensamiento concentrado hacia su mundo interior,
la Iluminación comienza a invadir su Templo, poco a poco, y el dominio de su
mente equivale al aceite que alimenta a la lámpara encendida.
Entonces, el Iniciado es el ser que dirige su
pensamiento al mundo interno o mundo del espíritu, pensamiento que lo conduce
al conocimiento de sí mismo y del Universo, del cuerpo y de los Dioses que en
él habitan. El Espíritu único y Universal se diversifica en todos los seres que
se hallan en el Cosmos. Estos dioses del Universo tienen sus representantes en
el cuerpo humano y esos representantes se llaman átomos. Por eso dice Hermes, y
con razón: “Lo que está arriba es como lo que está abajo”.
El Aprendiz y sus Misterios - 1º Grado
Jorge Adoum
Capítulo III- La Iniciación