Toda
definición de compromiso tiene varios denominadores comunes; contrato o acuerdo
entre al menos dos partes. Vínculo creado por el mismo. Derechos y obligaciones
de los contrayentes.
Sistema
para coordinar acciones y lograr algún tipo de cambio que no existía antes de
establecerse. Este método es universal pues sobrepasa estadios históricos y
cualquier diferencia cultural y étnica. Considero particularmente certera y
profunda la opinión del ensayista James Selman alusiva a “la capacidad de
comprometernos como el aspecto más constitutivo de nuestra existencia como
seres humanos”
Hay
infinidad de variantes y marcos en que éste se crea, pero el que aquí nos ocupa
se refiere a una dimensión personal esencialmente humana. En las reflexiones
personales que me ha suscitado el tema ha habido un recordatorio permanente de
por qué decidí adoptarlo, cuál era la situación previa en que me encontraba,
qué esperaba ofrecer, y también recibir.
Desde
el mismo día de la iniciación prometemos ante los demás HH:. un trabajo
constante hacia nosotros, los demás, la Humanidad, la Logia y la Orden a la que
pertenecemos, firmamos documentos en un marco de solemnidad, en tiempo y
espacio sagrado, expresión del marco trascendente que el Compromiso adquiere
aquí.
También recuerdo que para poder ser admitido
se exigía básicamente ser un hombre libre y de buenas costumbres. Libertad que
en este contexto significa llegar con una conciencia clara del trato o acuerdo
con el que nos comprometemos. De que no hay efectividad alguna sin un esfuerzo
por nuestra parte, así como sin éste todo intento de crítica o incluso la
rescisión resulta inmaduro y carente de autoridad.
Ha transcurrido casi una década desde que adopté
un compromiso inicial, y una serie de conceptos nuevos o el refuerzo y de otros
ya conocidos se ha consolidado, constituyendo una suerte de principios
inmutables o “leyes universales”; voluntad unida al trabajo, que ha de
desarrollarse exclusivamente por el miembro masón. Aceptación del incremento
gradual de responsabilidades y obligaciones, como todo proceso orgánico, vivo,
que evoluciona y por tanto crece. Perseverancia pese a cualquier contratiempo,
decepción o el desánimo. Nada es rápido ni instantáneo, todo requiere su
tiempo, máxime cuando el objetivo es tan “a largo plazo” como la duración de
nuestra vida. Estoy convencido de que la mayoría no estamos preparados en el
inicio para ejercer estos principios viniendo de un mundo profano tan condicionado
por el tiempo, el resultado inmediato y éxito según unos parámetros en modo
alguno sensatos y alejados para la condición humana. Pero también junto con el
aceptado e intransferible esfuerzo personal igualmente derechos; a la
adquisición de una estructuración y sistematización del pensamiento,
herramientas para una mejor utilización de ideas, emociones y
razonamientos…algunas certezas... finalmente con todo el potencial de la
vivencia de ritual y símbolo y su potente carga didáctica y espiritual.
Así,
el compromiso masónico es algo tan vivo como el miembro que lo adopta, y con él
convivimos, lo gestionamos, lo reflexionamos y repensamos, desde el juicio
personal y vivencia propia. Dicha actitud no es sino una muestra de autonomía y
madurez, en suma, las condiciones para poder definirse como libre. Libertad que
alude igualmente a la falta de miedo, a la aceptación de la consecuencias de
todo acto y decisión.
Finalmente,
he aprendido a recordar en momentos difíciles de duda, cansancio o confusión
que todo logro, personal o colectivo, toda evolución gracias a los benefactores
de la humanidad de la que hoy muchos somos beneficiarios ha sido únicamente
posible con la guía del talento, inteligencia, bondad y esfuerzo de una actitud comprometida.