Interesante párrafo para quienes no lo
leyeron nunca. Para los que alguna vez lo leímos, no viene mal recordarlo; y si
no pasó por nuestras manos, nunca es tarde…
” Cada cierto tiempo el equilibrio social
se rompe a favor de la mediocridad.
El ambiente se torna refractario a todo
afán de perfección, los ideales se debilitan y la dignidad se ausenta; los
hombres acomodaticios tienen su primavera florida. Los gobernantes no crean ese estado de
cosas; lo representan. El mediocre ignora el justo medio, nunca
hace un juicio sobre sí, desconoce la autocrítica, está condenado a permanecer
en su módico refugio. El mediocre rechaza el diálogo, no se
atreve a confrontar, con el que piensa distinto. Es fundamentalmente inseguro y
busca excusas que siempre se apoyan en la descalificación del otro. Carece de
coraje para expresar o debatir públicamente sus ideas, propósitos y proyectos.
Se comunica mediante el monólogo y el aplauso. Esta actitud lo encierra en la convicción
de que él posee la verdad, la luz, y su adversario el error, la oscuridad. Los que piensan y actúan así integran una
comunidad enferma y más grave aun, la dirigen, o pretenden hacerlo. El mediocre no logra liberarse de sus
resentimientos, viejísimo problema que siempre desnaturaliza a la Justicia. No soporta las formas, las confunde con
formalidades, por lo cual desconoce la cortesía, que es una forma de respeto
por los demás.
Se siente libre de culpa y serena su
conciencia si disposiciones legales lo liberan de las sanciones por las faltas
que cometió. La impunidad lo tranquiliza. Siempre hay
mediocres, son perennes. Lo que varía es su prestigio y su influencia. Cuando se reemplaza lo cualitativo por lo
conveniente, el rebelde es igual al lacayo, porque los valores se acomodan a
las circunstancias.
Hay mas presencias personales que proyectos.
La declinación de la “educación” y su confusión con “enseñanza” permiten una
sociedad sin ideales y sin cultura, lo que facilita la existencia de políticos
ignorantes y rapaces. “