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La inagotable literatura y las muchas definiciones académicas coinciden en señalar que la finalidad de la Masonería es buscar la felicidad humana a través de la Tolerancia y el Amor; y por su intermedio: perfeccionar las costumbres; glorificar la justicia, la verdad y la igualdad; combatir la tiranía y los prejuicios. Si bien, la extensión geográfica es el mundo entero, requiere indispensablemente de miembros que representen hombres libres, de buenas costumbres, tolerantes, no dogmáticos, tenaces y buscadores de la Verdad.
Todos estos miembros, reciben el título fraternal de Hermano, con el que se distinguen dentro de la masonería. Todos nosotros somos Hermanos en el sentido de la conciencia de nuestros anhelos; lo somos por nuestro común ideal de fraternidad y solidaridad entre todos los hombres; además mantenemos un mismo sentido de humanidad, por un mundo donde impere la concordia y la paz. Como hombres no reunimos todas esas virtudes, ni somos ajenos a las debilidades humanas; pero justamente, al ingresar en la Institución, estudiamos y trabajamos por el perfeccionamiento humano como objetivo.
Existen tres condiciones distintivas del Hermano Masón y que son virtudes muy parecidas:
La Unión: Sólo formando un todo con nuestros Hermanos Masones es que la Logia será fuerte y respetada. Acatando las decisiones de la mayoría, y procurando cumplir todas las iniciativas de los Hermanos ayudándolos en las obras que emprendan, recordando que solamente la unión trae consigo la armonía y el éxito en el taller.
La Lealtad: Esta es una de las más importantes virtudes masónicas, y en ella están comprendidas la honradez, la fidelidad, la justicia, el amor fraternal y la bondad. La lealtad es un gran elemento de fuerza en una Logia Masónica. El Hermano Masón que ajusta su conducta a las enseñanzas recibidas en ella, apoyando a su Ven:. Maest:. y a las DD:. y OO:., y respeta los derechos ajenos y los principios de la Masonería, es leal a su Logia y por ende a sí mismo.
La Sinceridad: Si no podemos ser enteramente sinceros con nuestros Hermanos Masones, es preferible retirarnos. Cuando estrechamos la mano de un Hermano, cuando extendemos un abrazo fraterno, ello es prenda de nuestra sinceridad. Ni él te puede fallar ni tu le puedes fallar. Tenemos obligaciones mutuas, debemos hacernos las mismas concesiones y tenernos el mismo respeto. Esa sinceridad debe extenderse a los principios morales que profesamos, nuestra prosperidad no hará más que reforzarlos y la adversidad no podrá quebrantarlos. Sólo entonces podremos decir que somos sinceros con nosotros mismos.
Filosóficamente, la Masonería considera que cada uno de nosotros es un ser imperfecto. El hombre en su imperfección y, utilizando sus herramientas de trabajo, tiene la alternativa de elegir entre el bien y el mal, entre virtudes y vicios. Nosotros, los Hermanos Masones, pulimos nuestra Piedra Bruta, nuestra piedra natural, nuestra personalidad, con el estudio de la Simbología Masónica en una disciplina hermética y ritualista con la finalidad de acercarnos a la Verdad, con la finalidad de tender al perfeccionamiento humano dentro de nosotros mismos e irradiándolo y aplicándolo al mundo externo, al mundo cotidiano.
Todos estos miembros, reciben el título fraternal de Hermano, con el que se distinguen dentro de la masonería. Todos nosotros somos Hermanos en el sentido de la conciencia de nuestros anhelos; lo somos por nuestro común ideal de fraternidad y solidaridad entre todos los hombres; además mantenemos un mismo sentido de humanidad, por un mundo donde impere la concordia y la paz. Como hombres no reunimos todas esas virtudes, ni somos ajenos a las debilidades humanas; pero justamente, al ingresar en la Institución, estudiamos y trabajamos por el perfeccionamiento humano como objetivo.
Existen tres condiciones distintivas del Hermano Masón y que son virtudes muy parecidas:
La Unión: Sólo formando un todo con nuestros Hermanos Masones es que la Logia será fuerte y respetada. Acatando las decisiones de la mayoría, y procurando cumplir todas las iniciativas de los Hermanos ayudándolos en las obras que emprendan, recordando que solamente la unión trae consigo la armonía y el éxito en el taller.
La Lealtad: Esta es una de las más importantes virtudes masónicas, y en ella están comprendidas la honradez, la fidelidad, la justicia, el amor fraternal y la bondad. La lealtad es un gran elemento de fuerza en una Logia Masónica. El Hermano Masón que ajusta su conducta a las enseñanzas recibidas en ella, apoyando a su Ven:. Maest:. y a las DD:. y OO:., y respeta los derechos ajenos y los principios de la Masonería, es leal a su Logia y por ende a sí mismo.
La Sinceridad: Si no podemos ser enteramente sinceros con nuestros Hermanos Masones, es preferible retirarnos. Cuando estrechamos la mano de un Hermano, cuando extendemos un abrazo fraterno, ello es prenda de nuestra sinceridad. Ni él te puede fallar ni tu le puedes fallar. Tenemos obligaciones mutuas, debemos hacernos las mismas concesiones y tenernos el mismo respeto. Esa sinceridad debe extenderse a los principios morales que profesamos, nuestra prosperidad no hará más que reforzarlos y la adversidad no podrá quebrantarlos. Sólo entonces podremos decir que somos sinceros con nosotros mismos.
Filosóficamente, la Masonería considera que cada uno de nosotros es un ser imperfecto. El hombre en su imperfección y, utilizando sus herramientas de trabajo, tiene la alternativa de elegir entre el bien y el mal, entre virtudes y vicios. Nosotros, los Hermanos Masones, pulimos nuestra Piedra Bruta, nuestra piedra natural, nuestra personalidad, con el estudio de la Simbología Masónica en una disciplina hermética y ritualista con la finalidad de acercarnos a la Verdad, con la finalidad de tender al perfeccionamiento humano dentro de nosotros mismos e irradiándolo y aplicándolo al mundo externo, al mundo cotidiano.