El primer requisito que debe tener todo aspirante a una iniciación es un verdadero deseo de conocimiento, de transformación y evolución interior. Sin dicho deseo, es prácticamente imposible que el aspirante sea iniciado en el sentido real de la expresión, es decir en el sentido esotérico y no exotérico. ¿Qué significa esto? Significa que sólo aquellos que tienen un deseo verdadero de conocimiento, de transformación y evolución interior están preparados para recibir la iniciación, mientras que los que acceden a ella por mera curiosidad, por ser una moda o por snobismo jamás alcanzarán el objetivo de la iniciación: el nacimiento de un hombre nuevo en ellos mismos. Si uno desea ser iniciado con un deseo verdadero, lo será. Si uno desea ser iniciado por curiosidad, no lo logrará.
La voluntad es otro requisito indispensable para aquellos que aspiran a una iniciación. La voluntad, en realidad, es el "motor" que nos hace evolucionar en la dirección adecuada y conseguir logros. Un ser humano con voluntad puede lograr éxitos mucho mayores que un ser humano carente de la misma. El mundo actual nos hace creer que se pueden conseguir objetivos sin utilizar la voluntad, lo cual es falso.
La voluntad racional, basada en pensar y actuar, es la que nos sirve para alcanzar las metas trazadas. Los iniciados en los Misterios descubrirán con el transcurso del tiempo que, por encima de la voluntad racional, no obstante, existe una Voluntad Superior, fundamentada en la meditación con el dios interior y en una lógica interior y divina.
Nos preguntamos: ¿Un estudiante puede cursar sus estudios con éxito sin utilizar su voluntad? No. ¿Un atleta puede conseguir progresos sin utilizar su voluntad? No. Existen mil ejemplos de la necesidad de dar importancia a la voluntad, a la hora de buscar objetivos que requieren de ella. La voluntad es imprescindible en la iniciación.
Además de lo dicho, hay que tener en cuenta que, en toda iniciación, existen etapas oscuras entre el punto de partida y la meta trazada y que sólo la voluntad superará.
La iniciación no es algo externo, moral o social, sino que puede considerarse un proceso interno, estimulado por un rito o un trabajo iniciático continuo. Por tanto, será difícil, por no decir imposible, que un ser humano “dormido” pueda ser estimulado por un rito o un trabajo mediático y recibir una iniciación que lo transforme. Sólo los seres humanos que han trabajado para superar su "estado de sueño" permanente y que lo han superado despertando su conciencia están "despiertos" y preparados para recibir una iniciación.
Para entender este ejemplo, hablaremos de la iniciación en la masonería, es decir en el grado de Aprendiz. Cuando un aspirante a ese primer grado de la masonería desea ser iniciado en éste, contacta con una Obediencia o una logia masónica, es entrevistado por tres Hermanos masones y, si todo marcha bien, recibe la iniciación del Aprendiz.
Esa iniciación, sin embargo, por el más que probable "estado de sueño" de quien se inicia, resultará una simple iniciación exotérica, sin ningún valor. ¿Cómo captará el mensaje de los símbolos o el mensaje de la iniciación un aspirante que no ha realizado ningún trabajo previo para "despertar" su conciencia del "estado de sueño"? ¿Cómo se transformará en un hombre nuevo un aspirante que está en estado de " sueño" y no capta el significado del rito? Parece una tarea complicada.
No hay iniciación real, sin un trabajo previo para despertar la conciencia. No hay iniciación real, cuando un aspirante ni tan siquiera ha adquirido la conciencia necesaria para advertir cuando camina, conversa, piensa, escribe o come, a lo largo del transcurso del día. No hay iniciación real, cuando el aspirante es un robot sin una conciencia despierta que le permita apreciar cada acto que realiza durante un día. Sólo los que han trabajado por despertar la conciencia y lo han conseguido están preparados para recibir la iniciación y podrán ser iniciados y esa iniciación será la única válida.
El hombre " dormido", sin conciencia despierta, es un robot. Piensa que su conciencia cotidiana es una conciencia despierta, en oposición al estado de inconsciencia en que se sumerge cada noche, pero esto es un error. De hecho, cuando el hombre " dormido" y robotizado se levanta por la mañana, simplemente se integra en otra forma de sueño. Tan solo hace lo que hizo ayer y anteayer como un verdadero robot programado por la tradición, la sociedad, la familia... El robot se ocupa de asearse, de encender el ordenador, de llamar por teléfono, de conducir, de trabajar, hasta de hacer el amor. El aspirante a una iniciación debe trabajar para despertar la conciencia y abandonar el sueño, acceder a esa unión íntima con la verdadera Sabiduría.
La voluntad es otro requisito indispensable para aquellos que aspiran a una iniciación. La voluntad, en realidad, es el "motor" que nos hace evolucionar en la dirección adecuada y conseguir logros. Un ser humano con voluntad puede lograr éxitos mucho mayores que un ser humano carente de la misma. El mundo actual nos hace creer que se pueden conseguir objetivos sin utilizar la voluntad, lo cual es falso.
La voluntad racional, basada en pensar y actuar, es la que nos sirve para alcanzar las metas trazadas. Los iniciados en los Misterios descubrirán con el transcurso del tiempo que, por encima de la voluntad racional, no obstante, existe una Voluntad Superior, fundamentada en la meditación con el dios interior y en una lógica interior y divina.
Nos preguntamos: ¿Un estudiante puede cursar sus estudios con éxito sin utilizar su voluntad? No. ¿Un atleta puede conseguir progresos sin utilizar su voluntad? No. Existen mil ejemplos de la necesidad de dar importancia a la voluntad, a la hora de buscar objetivos que requieren de ella. La voluntad es imprescindible en la iniciación.
Además de lo dicho, hay que tener en cuenta que, en toda iniciación, existen etapas oscuras entre el punto de partida y la meta trazada y que sólo la voluntad superará.
La iniciación no es algo externo, moral o social, sino que puede considerarse un proceso interno, estimulado por un rito o un trabajo iniciático continuo. Por tanto, será difícil, por no decir imposible, que un ser humano “dormido” pueda ser estimulado por un rito o un trabajo mediático y recibir una iniciación que lo transforme. Sólo los seres humanos que han trabajado para superar su "estado de sueño" permanente y que lo han superado despertando su conciencia están "despiertos" y preparados para recibir una iniciación.
Para entender este ejemplo, hablaremos de la iniciación en la masonería, es decir en el grado de Aprendiz. Cuando un aspirante a ese primer grado de la masonería desea ser iniciado en éste, contacta con una Obediencia o una logia masónica, es entrevistado por tres Hermanos masones y, si todo marcha bien, recibe la iniciación del Aprendiz.
Esa iniciación, sin embargo, por el más que probable "estado de sueño" de quien se inicia, resultará una simple iniciación exotérica, sin ningún valor. ¿Cómo captará el mensaje de los símbolos o el mensaje de la iniciación un aspirante que no ha realizado ningún trabajo previo para "despertar" su conciencia del "estado de sueño"? ¿Cómo se transformará en un hombre nuevo un aspirante que está en estado de " sueño" y no capta el significado del rito? Parece una tarea complicada.
No hay iniciación real, sin un trabajo previo para despertar la conciencia. No hay iniciación real, cuando un aspirante ni tan siquiera ha adquirido la conciencia necesaria para advertir cuando camina, conversa, piensa, escribe o come, a lo largo del transcurso del día. No hay iniciación real, cuando el aspirante es un robot sin una conciencia despierta que le permita apreciar cada acto que realiza durante un día. Sólo los que han trabajado por despertar la conciencia y lo han conseguido están preparados para recibir la iniciación y podrán ser iniciados y esa iniciación será la única válida.
El hombre " dormido", sin conciencia despierta, es un robot. Piensa que su conciencia cotidiana es una conciencia despierta, en oposición al estado de inconsciencia en que se sumerge cada noche, pero esto es un error. De hecho, cuando el hombre " dormido" y robotizado se levanta por la mañana, simplemente se integra en otra forma de sueño. Tan solo hace lo que hizo ayer y anteayer como un verdadero robot programado por la tradición, la sociedad, la familia... El robot se ocupa de asearse, de encender el ordenador, de llamar por teléfono, de conducir, de trabajar, hasta de hacer el amor. El aspirante a una iniciación debe trabajar para despertar la conciencia y abandonar el sueño, acceder a esa unión íntima con la verdadera Sabiduría.
R:.H:. Eduardo Figueroa