Los Masones damos el nombre de CONCIENCIA a la capacidad intuitiva, sujeta a desarrollo y perfección por medio del raciocinio y la experiencia, en conocer el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar, para la conservación del individuo y de la especia humana.
Nuestro Gran Dios, al crear al humano, lo ubicó en el eslabón más evolucionado en la gran cadena zoológica, a la que necesariamente estamos unidos, por esa razón, está dotado de facultades especialísimas que lo distinguen del resto de los animales, pues el humano posee inteligencia, puede reflexionar, analizar y distinguir el bien del mal y escoger el primero para su felicidad y progreso y sobre todo para su estabilidad emocional y que le dá la serenidad necesaria para lograr su paz interna; racionalmente comprende su propia existencia y su libertad para determinar lo que es bueno y lo que es malo.
Estas dos grandes facultades, la CONCIENCIA y la INTELIGENCIA, deben funcionar en perfecta armonía, la conciencia indica lo que es bueno, lo que es conveniente; pero, en los actos del pensamiento, la inteligencia, es la palanca poderosa, fuerte, violenta y luminosa como el rayo que emana de la tempestad y trae energía capaz de iluminar al cielo terrenal mismo, al ponerse en ejercicio, esa inteligencia, ayuda a la conciencia, analiza el sentimiento y facilita y ennoblece la obra magnifica que buscamos los masones.
La CONCIENCIA y la INTELIGENCIA, colocan al hombre en aptitud de ser feliz y de ser útil en este mundo transitorio para nosotros.
La Masonería es enemiga de cualquier egoísmo, quiere el bien de todos, la dicha y el progreso general de los hombres. Aquél que pusiere los elementos que la naturaleza le dió al servicio exclusivo de su «yo», es un ser egoísta e improductivo, en la obra de nuestro Omnipotente Dios.
¡Conservad en vuestra memoria nuestra máxima: ¡PERFECCIONAOS PARA PROVECHO PROPIO Y DE VUESTROS SEMEJANTES!
Nuestro Gran Dios, al crear al humano, lo ubicó en el eslabón más evolucionado en la gran cadena zoológica, a la que necesariamente estamos unidos, por esa razón, está dotado de facultades especialísimas que lo distinguen del resto de los animales, pues el humano posee inteligencia, puede reflexionar, analizar y distinguir el bien del mal y escoger el primero para su felicidad y progreso y sobre todo para su estabilidad emocional y que le dá la serenidad necesaria para lograr su paz interna; racionalmente comprende su propia existencia y su libertad para determinar lo que es bueno y lo que es malo.
Estas dos grandes facultades, la CONCIENCIA y la INTELIGENCIA, deben funcionar en perfecta armonía, la conciencia indica lo que es bueno, lo que es conveniente; pero, en los actos del pensamiento, la inteligencia, es la palanca poderosa, fuerte, violenta y luminosa como el rayo que emana de la tempestad y trae energía capaz de iluminar al cielo terrenal mismo, al ponerse en ejercicio, esa inteligencia, ayuda a la conciencia, analiza el sentimiento y facilita y ennoblece la obra magnifica que buscamos los masones.
La CONCIENCIA y la INTELIGENCIA, colocan al hombre en aptitud de ser feliz y de ser útil en este mundo transitorio para nosotros.
La Masonería es enemiga de cualquier egoísmo, quiere el bien de todos, la dicha y el progreso general de los hombres. Aquél que pusiere los elementos que la naturaleza le dió al servicio exclusivo de su «yo», es un ser egoísta e improductivo, en la obra de nuestro Omnipotente Dios.
¡Conservad en vuestra memoria nuestra máxima: ¡PERFECCIONAOS PARA PROVECHO PROPIO Y DE VUESTROS SEMEJANTES!
El progreso individual es preciso en cuanto es necesario para el adelanto de la humanidad, por esa razón, los masones trabajamos por el bien general de la humanidad. La conciencia, fuente del conocimiento reflexivo, es el mejor y más elocuente auxiliar del hombre porque le traza el camino por el cual puede llegar a ser útil a sus semejantes, labrando su propia dicha.
¡DESGRACIADOS LOS QUE DESOYEN LA VOZ DE LA CONCIENCIA!
¡DESGRACIADOS LOS QUE DESOYEN LA VOZ DE LA CONCIENCIA!