martes, 14 de junio de 2011

Ningun masón es perfecto

Ningún masón es perfecto. Antes que nada es un hombre y como tal tiene defectos y virtudes. Ha llegado a la Orden porque considera que tiene la posibilidad de perfeccionarse como persona y trascender como ser social. Pero no es perfecto. Precisamente, por saber que no es así, es que ha solicitado ingreso a una Institución milenaria que tiene su propia filosofía, que se rige por unos principios, algunos de los cuales no son modificables, que básicamente busca que las conductas respondan a una manera de ver la vida en que la solidaridad con los demás sea esencia de todo lo que se hace.
No puede negarse que hay defectos en los Hermanos. Por ser Masones no han dejado de ser humanos. No podemos creer que una ceremonia de iniciación pueda transformar a un hombre, pero si que pueda generar en él , la capacidad de reflexión y el desafío por tratar de ser mejor. Pero debe tenerse en cuenta que cuando a alguien se le acepta como miembro de una comunidad fraterna, se ha adquirido el deber ineludible de aceptarlo como es, aunque todos nos podamos comprometer en un proceso respetuoso de cambio para hacerlo mejor. Todo ello dentro de las reglas de juego existentes, que deben tener como premisa fundamental la LEALTAD con la Masonería, con sus estatutos, con quienes la dirigen y quienes la integran.
Hablar mal del Hermano a quien consideramos como defectuoso, en cualquier sentido, es faltar a la LEALTAD de los juramentos, a la LEALTAD consigo mismo, a la LEALTAD con los otros. Cuando se falta a la LEALTAD estamos faltando a los juramentos Iniciáticos y por tanto violentando nuestra propia condición de Masones.