martes, 5 de enero de 2010

DESDE MI OBSCURA COLUMNA

Es un objetivo constante el iniciar un nuevo año con un animo de renovación y es por ello que buscamos por hacer de este año que se inicia uno que nos capacite mejor como masones pragmáticos, no tan simbólicos ni aparentes, con más elocuencia de la gran responsabilidad que nuestros deberes nos exigen y sin la cual difícilmente podremos representarnos en la sociedad como la masonería quisiera.
Durante el período de aprendizaje en el primer grado, se le invita al masón a conocer las leyes, usos y costumbres de la Masonería, se le invita a que sea fraterno, estudioso, constante y perseverante en los trabajos. A que destierre de sí cuantas imperfecciones morales las vaya detectando, a dejar a un lado las influencias de las pasiones que obnubilan el pensamiento y lo hacen actuar de manera irracional en su vida. Pero también se le inculca el deseo de descifrar los signos, símbolos y alegorías útiles que simbólicamente emplea en su trabajo. Así no es sólo el interés de participar en la parte formal, en la mecánica de nuestras enseñanzas: marchas, signos, palabras, toques, habrá pues que encontrarle sus significados de fondo, sin los cuales nunca dejarán de ser simples poses, gestos y ademanes que tanto critican nuestros detractores para ridiculizarnos.
Desde mi obscura columna veo a hermanos deseosos de aprender, sedientos por conocer cada vez más de los antiguos misterios y secretos de la Francmasonería, veo también hermanos mayores quienes los instruyen adecuadamente.
Recuerdo ahora las palabras de mi viejo maestro el Querido Hermano 2º Vigilante que solía decirme: "no es por los signos, por los toques, ni por el prestigio de los grados, que debe darse a conocer el Masón, sino por sus virtudes que lo adornan y que lo hacen convertirse en el hijo de la luz y en el adepto celoso de la justicia".
Pero a este estado de actitud moral solo se llega por el conocimiento, por el estudio constante; no hay otro camino; sin saber masonería no se puede ser masón. Pero la Masonería no se aprende de los libros, la Masonería se vive día a día y se reafirma cada vez que asistimos a nuestras tenidas.
En la profunda reflexión interior reconocemos nuestras imperfecciones y recapacitamos para mejorar.
En nuestro interior reconocemos nuestra ignorancia. Si no nos despojamos de nuestra propia ignorancia masónica, no seremos más que simples profanos disfrazados con la augusta túnica de los iniciados.
Nuestra responsabilidad como Maestros es enseñar al ignorante, abatir al ambicioso y desenmascarar al hipócrita.
Recuerda que si ya no tienes mas por aprender, tienes pues entonces mucho por enseñar.
Si, instruyámonos Hermanos con decisión y que nuestra divisa sea construir, dentro de nuestro Taller, la nueva sociedad que nos dé presencia como hombres que aspiran a la práctica del bien.