¿Qué entendéis por Camino Iniciático? El
profesor D. Antonio Carranza en su tratado «Ser o no Ser, nuestro perpetuo
dilema», refiere lo siguiente: «La primera consideración que deberemos atender es la comprensión de que cada ser humano mantiene una realidad
medular no sujeta a cambios, un depósito de cualidades y aspectos esenciales
que constituyen lo que denominamos Ser interior».
Podríamos decir que el Camino Iniciático es
aquel que recorre un ser humano en su anhelo de búsqueda, en su afán por
experimentar la realidad de su Ser Espiritual, tomando como prioritario
aquellas pautas que han de establecerse en la vida para alcanzar este estado de
liberación.
Nuestro trabajo masónico es una trama
compleja pero delicada de aportes, opiniones y puestas en escena del sentir
profundo de cada obrero, fuertes golpes de mallete o finas pinceladas armónicas
constituyen el alma y el corazón del arduo trabajo del que hacer iniciático.
Somos el resultado de luchas incesantes
llevadas a cabo en otras latitudes y en otros momentos de la historia del
hombre y hemos llegado hasta el peldaño que cada uno de nosotros tiene
enfrente, todos los días debemos decidir nuestro siguiente paso. Una decisión
complicada por sus consecuencias, pero simple por su escencia humana.
El modernismo ha marcado el desarrollo
social conforme se va definiendo este concepto, día tras día las corrientes
políticas, educativas y laborales deben transformarse y evolucionar conforme
las necesidades de cada región en incluso de cada individuo. El fenómeno de
globalización de la información, la mezcla incesante de culturas, idiomas y
opiniones ha creado un crisol tan disímil y heterogéneo, como oportuno para una
época como la nuestra.
La construcción simbólica de un templo,
fundamentado en solidas columnas y apoyado por los miembros de la logia, es una
alegoría mística del trabajo a conciencia y de la cooperación fraterna entre
los seres humanos, en busca del mejoramiento colectivo que redunda en la
optimización de los esfuerzos sociales y su aplicación a los modelos filosóficos
de nuestro tiempo. El modelo de formación iniciática es, en definitiva, un
conjunto de estrategias que bajo la simbología y la instrucción de los
conceptos fundamentales, busca el progreso del individuo, moldeando su
carácter, así como su forma de relacionarse con el medio social.
Es el obrero aprendiz de manos inseguras y
golpes desmedidos, la base de una gran obra edificada una y otra vez. Con cada
iniciación regresamos a la oscuridad de la cual queremos escapar y aunque la
búsqueda nos invita a sortear obstáculos y hasta a poner en riesgo nuestra
integridad, aceptamos gustosos las pruebas y los viajes de un camino que
empieza tortuoso y se va matizando con el paso titubeante pero decidido del
recipiendario. El obrero no calificado quiere iniciar su obra cuanto antes y a
veces sin planificación, requiriendo que sus herramientas simbólicas sean
guiadas, pero no manipuladas por los maestros calificados, que aunque más
pacientes y con más experiencia, no dejan de ser obras todavía en moldeamiento
y consolidación, han visto la luz pero requieren de tiempo para acostumbrarse a
ella.
En ocasiones nos olvidamos de esa pequeña
cuestión, quien ingresa en la masonería no lo hace rellenando una ficha, ni
presenta un curriculum para que se valoren sus posibilidades de ser admitido,
ingresa en el momento en el que, tras
finalizar las diferentes pruebas que conforman la iniciación, es
reconocido como francmasón por el resto de sus hermanos. A partir de ese momento se inicia un camino
hacia el interior de uno mismo por el que quien lo recorre se irá cambiando, al
menos tratará de hacerlo, al mismo tiempo que por una especie de extraña
ósmosis va modificando la sociedad en la que se desenvuelve.
Precisamente por esa ósmosis entre el
trabajo interior y su proyección al exterior el camino que se recorre tiene dos
partes perfectamente definidas la esotérica
y la exotérica. La una sin la otra no tendría sentido pues quien sólo
persigue su propio cambio y no busca el cambio social a través del suyo está
poniendo de manifiesto una actitud profundamente egoísta que casa mal con los
principios que inspiran nuestro trabajo.
Es evidente que ese viaje hacia el interior
de uno mismo necesita de unas condiciones especiales, no casa con el ruido de
la calle y por esa razón no se debe llevar el ruido de la calle, o nuestros
propios ruidos, a la cantera en la que laboramos y en la que únicamente se debe
escuchar el ruido el mazo y el cincel atacando nuestras piedras brutas, y
haciendo que sus aristas vayan desapareciendo hasta conseguir una perfecta
piedra tallada capaz de encajar en el resto del edificio que entre todos
construimos día a día.
Debemos ser conscientes de que por mucho
que deseemos el cambio social, una sociedad más justa, si no lo hacemos desde
el método iniciático, si no somos capaces de dejar fuera de nuestro trabajo la
contaminación profana estaremos
convirtiendo el trabajo masónico en algo diferente a lo que debe ser:
reflexión, fraternidad y búsqueda del Progreso de la Humanidad.
Así pues recojámonos en el silencio de nuestros talleres y
tratemos de aportar, después, el fruto de nuestras reflexiones mediante nuestra
actividad diaria en la vida profana.
Sólo así el Camino Iniciático nos permitirá
desarrollar nuestro Ser Interior.