sábado, 18 de mayo de 2013

El Camino Iniciático


¿Qué entendéis por Camino Iniciático? El profesor D. Antonio Carranza en su tratado «Ser o no Ser, nuestro perpetuo dilema», refiere lo siguiente: «La primera consideración que deberemos atender es la comprensión de que cada ser humano mantiene una realidad medular no sujeta a cambios, un depósito de cualidades y aspectos esenciales que constituyen lo que denominamos Ser interior».
Podríamos decir que el Camino Iniciático es aquel que recorre un ser humano en su anhelo de búsqueda, en su afán por experimentar la realidad de su Ser Espiritual, tomando como prioritario aquellas pautas que han de establecerse en la vida para alcanzar este estado de liberación.
Nuestro trabajo masónico es una trama compleja pero delicada de aportes, opiniones y puestas en escena del sentir profundo de cada obrero, fuertes golpes de mallete o finas pinceladas armónicas constituyen el alma y el corazón del arduo trabajo del que hacer iniciático.
Somos el resultado de luchas incesantes llevadas a cabo en otras latitudes y en otros momentos de la historia del hombre y hemos llegado hasta el peldaño que cada uno de nosotros tiene enfrente, todos los días debemos decidir nuestro siguiente paso. Una decisión complicada por sus consecuencias, pero simple por su escencia humana.
El modernismo ha marcado el desarrollo social conforme se va definiendo este concepto, día tras día las corrientes políticas, educativas y laborales deben transformarse y evolucionar conforme las necesidades de cada región en incluso de cada individuo. El fenómeno de globalización de la información, la mezcla incesante de culturas, idiomas y opiniones ha creado un crisol tan disímil y heterogéneo, como oportuno para una época como la nuestra.
La construcción simbólica de un templo, fundamentado en solidas columnas y apoyado por los miembros de la logia, es una alegoría mística del trabajo a conciencia y de la cooperación fraterna entre los seres humanos, en busca del mejoramiento colectivo que redunda en la optimización de los esfuerzos sociales y su aplicación a los modelos filosóficos de nuestro tiempo. El modelo de formación iniciática es, en definitiva, un conjunto de estrategias que bajo la simbología y la instrucción de los conceptos fundamentales, busca el progreso del individuo, moldeando su carácter, así como su forma de relacionarse con el medio social.
Es el obrero aprendiz de manos inseguras y golpes desmedidos, la base de una gran obra edificada una y otra vez. Con cada iniciación regresamos a la oscuridad de la cual queremos escapar y aunque la búsqueda nos invita a sortear obstáculos y hasta a poner en riesgo nuestra integridad, aceptamos gustosos las pruebas y los viajes de un camino que empieza tortuoso y se va matizando con el paso titubeante pero decidido del recipiendario. El obrero no calificado quiere iniciar su obra cuanto antes y a veces sin planificación, requiriendo que sus herramientas simbólicas sean guiadas, pero no manipuladas por los maestros calificados, que aunque más pacientes y con más experiencia, no dejan de ser obras todavía en moldeamiento y consolidación, han visto la luz pero requieren de tiempo para acostumbrarse a ella. 
En ocasiones nos olvidamos de esa pequeña cuestión, quien ingresa en la masonería no lo hace rellenando una ficha, ni presenta un curriculum para que se valoren sus posibilidades de ser admitido, ingresa en el momento en el que, tras  finalizar las diferentes pruebas que conforman la iniciación, es reconocido como francmasón por el resto de sus hermanos.  A partir de ese momento se inicia un camino hacia el interior de uno mismo por el que quien lo recorre se irá cambiando, al menos tratará de hacerlo, al mismo tiempo que por una especie de extraña ósmosis va modificando la sociedad en la que se desenvuelve.
Precisamente por esa ósmosis entre el trabajo interior y su proyección al exterior el camino que se recorre tiene dos partes perfectamente definidas la esotérica  y la exotérica. La una sin la otra no tendría sentido pues quien sólo persigue su propio cambio y no busca el cambio social a través del suyo está poniendo de manifiesto una actitud profundamente egoísta que casa mal con los principios que inspiran nuestro trabajo.
Es evidente que ese viaje hacia el interior de uno mismo necesita de unas condiciones especiales, no casa con el ruido de la calle y por esa razón no se debe llevar el ruido de la calle, o nuestros propios ruidos, a la cantera en la que laboramos y en la que únicamente se debe escuchar el ruido el mazo y el cincel atacando nuestras piedras brutas, y haciendo que sus aristas vayan desapareciendo hasta conseguir una perfecta piedra tallada capaz de encajar en el resto del edificio que entre todos construimos día a día.
Debemos ser conscientes de que por mucho que deseemos el cambio social, una sociedad más justa, si no lo hacemos desde el método iniciático, si no somos capaces de dejar fuera de nuestro trabajo la contaminación profana  estaremos convirtiendo el trabajo masónico en algo diferente a lo que debe ser: reflexión, fraternidad y búsqueda del Progreso de la Humanidad.
Así pues recojámonos  en el silencio de nuestros talleres y tratemos de aportar, después, el fruto de nuestras reflexiones mediante nuestra actividad diaria en la vida profana.
Sólo así el Camino Iniciático nos permitirá desarrollar nuestro Ser Interior.