El centro del ideario de José Faustino Sánchez Carrión fue
la democracia, difundió y desarrolló sus ideas en el órgano "El Tribuno de
la República Peruana"; en la constitución de 1823, quien fuera su principal redactor, así como
también en las circulares y oficios (cartas), que suscribió como secretario y
Ministro General del Libertador Simón Bolivar y que publicara posteriormente en “la Abeja
Republicana” con el seudónimo “El Solitario de Sayán”.
El Perú del entonces siglo XVIII estaba compuesto por una
ciudad aristocrática. El rey de España soberano en la península y también en el
país nuestro, ejercía poder absoluto, era único propietario de vidas y de
bienes, que además gobernaba en forma vitalicia; los españoles constituían la
clase social privilegiada; los hombres carecían de liberad (de pensamiento, de
culto, de palabra, de imprenta, etc.).
Rebelde Sánchez Carrión plantea contra la soberanía del rey,
la soberanía del pueblo, contra el poder absoluto, la división y autonomía de
Poderes (ejecutivo, legislativo y judicial); contra los privilegios la igualdad
para el premio y para el castigo; contra el gobierno vitalicio, el gobierno a
plazo fijo; contra el monopolio real de
la propiedad, el derecho a la propiedad para todos; contra el coloniaje y la
opresión, la Libertad; en suma contra la sociedad aristocrática, la sociedad
democrática.
El ideal de Sánchez Carrión está constituido pues por los
siguientes principios fundamentales en la sociedad democrática: soberanía
popular, división y autonomía de poderes; gobierno a plazo fijo, propiedad,
igualdad y libertad.
Por el ideal de Sánchez Carrión nuestros antepasados
lucharon en las épicas batallas de Junín y Ayacucho. Inspirados por él,
ideólogos y juristas redactaron las constituciones del Perú. Gracias a él
comprendimos el concepto de patria, rompimos las cadenas de la esclavitud y nos
constituimos en nación soberana.
José Faustino Sánchez Carrión fue, en palabras de Jorge
Basadre, “El hombre más eminente de la emancipación peruana” “El Prócer
olvidado” nos ha demostrado que la pluma trabajó, tan bien como la espada, en
la fundación y establecimiento de las ideas republicanas en los albores de la
vida democrática de nuestro país.