La vida es la elección que queramos asumir, a nadie le va mal o bien, a cada uno le va como en definitiva elige ir por la vida. Si edificamos sobre roca, nuestra construcción será segura; si edificamos sobre arena... no esperemos buenos resultados.
Todo en la vida es una cuestión de actitud.
Nuestro crecimiento espiritual no lo habremos de encontrar a través de grandes tratados, sino con el simple hecho de vivir en armonía con todo aquello que decimos profesar. Si buscamos amor, vivamos irradiando amor. Si buscamos paz, transmitamos paz. Si queremos que nos traten bien, seamos nosotros los primeros en tratar bien a quien tenemos al lado. Abramos siempre la puerta de la tolerancia, y practiquémosla. Estemos abiertos todos los días a aprender algo nuevo: es la única manera de crecer espiritualmente.
Para cambiar a los demás, primero debemos cambiar nosotros, nuestras actitudes, nuestro temperamento y nuestro carácter. Todo cambia si estamos dispuestos al cambio. Los fracasos no existen si sabemos mirar más allá del simple hecho y de la acción. Siempre que una puerta se cierra, habrá otra que se abra. Dependerá, como dijimos, de si estamos dispuestos a seguir abriendo puertas, si estamos realmente dispuestos a seguir avanzando y encaramos el futuro con seguridad, sabiendo que tenemos nobles propósitos. Verás cómo atraes hacia ti todo lo que necesitas para ese cambio.
Dejemos de poner la excusa de que todo va mal porque todo está mal. Tomemos la iniciativa y cambiemos aquello que vemos mal, no esperemos a que otro lo haga y no nos sentemos frente al problema esperando ver que otro lo cambie.
Gana más quien da un paso y se equivoca, que quien, por temor a perder, nunca llega a dar el primer paso. De las equivocaciones se puede crecer, si es que de ellas aprendemos la lección. No busques la felicidad en el tiempo: la felicidad es sentirse bien en este momento y principalmente contigo, saber que al final del día has dado todo lo que tenías para dar.
Todo en la vida es una cuestión de actitud.
Nuestro crecimiento espiritual no lo habremos de encontrar a través de grandes tratados, sino con el simple hecho de vivir en armonía con todo aquello que decimos profesar. Si buscamos amor, vivamos irradiando amor. Si buscamos paz, transmitamos paz. Si queremos que nos traten bien, seamos nosotros los primeros en tratar bien a quien tenemos al lado. Abramos siempre la puerta de la tolerancia, y practiquémosla. Estemos abiertos todos los días a aprender algo nuevo: es la única manera de crecer espiritualmente.
Para cambiar a los demás, primero debemos cambiar nosotros, nuestras actitudes, nuestro temperamento y nuestro carácter. Todo cambia si estamos dispuestos al cambio. Los fracasos no existen si sabemos mirar más allá del simple hecho y de la acción. Siempre que una puerta se cierra, habrá otra que se abra. Dependerá, como dijimos, de si estamos dispuestos a seguir abriendo puertas, si estamos realmente dispuestos a seguir avanzando y encaramos el futuro con seguridad, sabiendo que tenemos nobles propósitos. Verás cómo atraes hacia ti todo lo que necesitas para ese cambio.
Dejemos de poner la excusa de que todo va mal porque todo está mal. Tomemos la iniciativa y cambiemos aquello que vemos mal, no esperemos a que otro lo haga y no nos sentemos frente al problema esperando ver que otro lo cambie.
Gana más quien da un paso y se equivoca, que quien, por temor a perder, nunca llega a dar el primer paso. De las equivocaciones se puede crecer, si es que de ellas aprendemos la lección. No busques la felicidad en el tiempo: la felicidad es sentirse bien en este momento y principalmente contigo, saber que al final del día has dado todo lo que tenías para dar.