miércoles, 9 de febrero de 2011

Sentirse masón



Muchas veces en la cotidianidad de mis actividades, soy consultado y hasta indagado del porque pertenezco a la orden, que cuales son mis motivos, que cuales son los fines que busco al pertenecer a una centenaria institución, rodeada tanto de mitos como de verdades.
Es difícil contestar sobre las motivaciones profundas que llevan una persona a realizar actos. Múltiples ideas, formas de educación, vivencias, etc. Es un conglomerado de sentimientos y reacciones que pujan por salir de ese yo interno que todos llevamos dentro.
Por eso, hoy no voy a volver sobre las palabras ya dichas, hoy voy a contarles como es sentirse masón.
Sentirse masón, ya desde el comienzo de la narrativa podemos ver que se trata de un sentimiento, algo que muchas veces supera la palabra, es algo que hace que día a día te sientas realizado.
Sentirse masón, para mi, es transitar por la vida con una sonrisa y con una lagrima. Con una sonrisa por saber que estoy tratando de crecer para mejorar, y que con ese crecimiento puedo brindarme a construir un futuro mejor. Con una lagrima, porque me duelen las injusticias, las hipocresías, la indiferencia.
El masón, no aspira a nada, el masón solo trata de auxiliar, sin menciones ni reconocimientos, sin pompas ni banderas. Son mas las lagrimas que las alegrías en el camino bicolor que elegimos seguir. Nadie nos obliga, nadie nos mira, nadie nos corrige, solamente nosotros mismos.
¿Cuales son los límites que nos pondríamos, a nosotros mismos? ¿Cuales serán las instrucciones que le daremos al niño, si nosotros mismos fueros ese niño? Ese es el camino del masón, lo mas divino otorgado al hombre: el libre albedrío.
Las respuestas a estas interrogantes serian la reformulación de la pregunta ¿Cómo utilizo mi libre albedrío? Para mi satisfacción? Para los demás?, o jugando un poco con las palabras: Otorgar a los demás, me causa satisfacción?
Se los dejo de tarea… tal vez así puedan comprender, de una manera practica, lo que se siente ser masón...