domingo, 29 de agosto de 2010

¿La verdadera Masonería aún está viva?

Una logia es verdadera si logra dar vida a los símbolos transmitidos desde los orígenes del hombre por medio de los ritos. La Masonería está viva no por la existencia de numerosas logias que se dedican, como hemos dicho, a actividades profanas. Lo está porque a pesar de tantos avatares la mayoría de las logias han podido conservar al menos lo más esencial de los ritos de iniciación, aumento de salario y exaltación; porque las palabras sagradas y de paso se han conservado permitiendo a los que las reciban conscientemente experimentar su fuerza y conocer su significado; porque los rituales de apertura y cierre de los trabajos, en los distintos grados, se han mantenido generalmente bastante intactos; porque las leyendas que se conservan en todos los grados están vivas; porque las logias se siguen decorando con los símbolos fundamentales de la Orden y los manuales aún recuerdan los estudios simbólicos correspondientes a cada grado y el escalonado ascenso por los mundos de la gramática, la lógica y la retórica; y de la matemática, la geometría, la música y la astronomía. Está viva porque en muchísimos de los talleres se encuentran aislados hermanos con recta intención de búsqueda que les permite recibir de diverso modo y en el grado que fuere un influjo espiritual que esos ritos y símbolos son capaces de otorgar; y también porque aún existen algunas logias en las que reina el verdadero espíritu masónico; en las que siempre hay un guardatemplo atento impidiendo la entrada de fuerzas e ideas profanas; en las que se invoca incesantemente desde el corazón la Unidad del Gran Arquitecto, la Belleza de su obra, la Fuerza de su espíritu y su Sabiduría infinita.
Talleres con salud y alegría en los que fraternalmente se estimula la unión no por vínculos individuales sino por lo más alto: la búsqueda común de un Centro Único en el que reside la esencia de Todo. Talleres en los que se trabaja paciente y perseverantemente, en coordinación y respetando las verdaderas jerarquías en la construcción de un edificio interior, de una cosmogonía viva que incluye la muerte y la transmutación, que finalmente hace posible que el corazón del adepto y el centro del templo –unidos indisolublemente– se constituyan en verdadero habitáculo de la divinidad.
La masonería está viva porque su esencia más íntima –y la de los verdaderos masones– es inmortal; y porque tarde o temprano la Orden habrá de cumplir su misión coronando la construcción de un templo universal edificado de conformidad con los planos diseñados por el Gran Arquitecto del Universo.
La Tradición Hermética está viva y aún existen verdaderos masones capaces de comprenderla y revivificarla.