sábado, 19 de junio de 2010

"HOMBRE SOY Y NADA HUMANO ME ES AJENO"

“Hombre soy; nada humano me es ajeno”.
"Homo sum et nihil humanum a me alienum puto"
Publio Terencio Afro -"Terencio"

La conocida frase del comediógrafo Terencio, desvinculada de su contexto, ha llegado a ser expresión de un humanismo radical, especialmente valioso en estos años iniciales del siglo XXI.
En efecto, la frase fue escrita por Publio Terencio Africano en su comedia Heauton Timoroumenos (El enemigo de sí mismo), del año 165 a.C.. donde es pronunciada por el personaje Cremes, para justificar su intromisión.
Más allá de la anécdota, ha llegado a adquirir otro significado más vivo y profundo.
Propongo, a continuación, una pauta interpretativa propia de nuestra actual dinámica de construcción de una nueva civilización , desde un nuevo humanismo (en el horizonte de la Trans-humanización).
En primer lugar, la toma de conciencia: soy un ser humano. Y nada hay, en nuestro ámbito, más alto ni más importante que ser un ser humano (más acá de las enriquecedoras diferencias de sexo, raza, ideologías, creencias, etc.). En cada ser humano está contenida la plena y completa humanidad. Ya decía nuestro Q:.H:. Antonio Machado: “Por muy alto que sea el valor de un hombre, no hay valor más alto que ser un hombre [= ser humano, mujer u hombre]“. Y, en la tradición de Carlos Marx, "mientras un sólo ser humano no sea libre, la humanidad no será libre".
Y seguidamente nada humano me puede ser ajeno, esta frase que se escribió hace dos milenios, cuando el mundo no era, como hoy, una aldea global. Pero ya entonces la intuición fina de un poeta y sabio captó que la humanidad es un cuerpo indivisible: lo que afecta a uno de sus miembros, por distante que se encuentre de la cabeza o de los demás miembros, involucra a todo el cuerpo. Ni antes ni ahora vale la excusa: "es que están muy lejos", o "no son de mi raza, de mi pueblo, de mi religión", o "¿qué me importa a mí?". En la práctica, la red humana está de tal modo concatenada que, nos guste o disguste, lo que ocurra en Afganistán, en Yugoslavia, en Irak, en Corea o en Cuba se ramifica hasta impactarnos en lo económico, en lo estratégico y en lo moral. La vida humana es una sola. Nada de lo que en ella suceda nos puede ser ajeno.
En realidad esta frase refleja la humildad que sentia Terencio en torno a su existencia, ya que se consideraba un ser humano cualquiera, de carne y hueso, por lo tanto sentia las mismas emociones, carencias y defectos que el resto de las demas personas, en conclusion, esta frase es entendida como el reflejo necesario para reafirmar su humanidad.
Otras frases de Terencio:
La fortuna ayuda a los valientes.
Las riñas de los amantes renuevan el amor.
Ya no se dice nada que no se haya dicho.
Cuando no se puede lo que se quiere, hay que querer lo que se puede.
La sabiduría consiste no sólo en ver lo que tienes ante ti, sino en prever lo que va a venir.
Busca algo que no sepas hacer bien, y no lo hagas.
Nada en demasía.
Cuando no se puede lograr lo que se quiere, mejor cambiar de actitud.
No hay nada tan difícil, que buscándolo, no pueda encontrarse.