viernes, 21 de agosto de 2009

¿Porque tenemos que ser fraternales?

Hablar de Fraternidad en estos tiempos que vivimos quizá no es difícil, probablemente nunca lo ha sido. Sin embargo el practicarla como virtud, como esperanza de alcanzar la libertad en el sentido más amplio de la palabra, como ideal del humanismo integral para lograr sufragar las necesidades primarias, se ha trasformado en algo muchas veces difícil de realizar.
Entonces, ¿Porque tenemos que ser fraternales?
Primeramente por nuestra propia naturaleza humana. Una de nuestras necesidades fundamentales es precisamente la del afecto, el reconocimiento y la autoestima. El hombre esta preconcebido no solo para ser amado, sino también para amar, lo cual lo condiciona a entregar lo mejor de si cuando se relaciona con sus pares. Por lo mismo a pesar de todas las leyes que nos puedan diferenciar, no tenemos que olvidar que todos somos hermanos, hijos de la madre naturaleza y como tal debemos actuar en conciencia a nuestra propia esencia primigenia, tomando como base a la Solidaridad y la Tolerancia.
Es ahí el trabajo fecundo y trascendental de nuestra Orden a través de las herramientas que nos entrega para trabajar en ese campo fértil y llano que es nuestra propia conciencia, para así poder exaltar las virtudes morales intrínsecas que nos lleva a descubrir el auto conocimiento, eje fundamental para los trabajos de vida que tenemos que desarrollar con nuestros Hermanos tanto en nuestros talleres como también, y quizás lo más importante, fuera de ellos. Para ello tenemos que desprendernos paso a paso de ese estigma de egoísmo para allanar el camino hacia donde dirigir nuestros esfuerzos en busca de hacer fructíferos nuestros ímpetus e ideales fraternales.
La ceremonia de Iniciación tiende a provocar una mutación profunda en la estructura moral y existencial del profano. La intención es transformar a un hombre corriente promedio, en un hombre nuevo, digno, selecto y fraternal. Producto de su propia experiencia vivencial trabajar incansablemente en la perfección de su templo interior para construir una sociedad mas justa y solidaria.
Hemos sido elegidos y hemos hecho nuestra más pura libertad de elegir. Debemos no solo cumplir con las normas y leyes de nuestra Institución, sino también con las de nuestro corazón. Cuando aceptamos esta invitación, estamos también asumiendo un compromiso inmenso, comenzando por el desvastamiento de nuestra piedra bruta, como el estar conectados activamente en una cadena Universal. Cuando llegamos a comprender esto, estamos en camino de asumir que nuestras capacidades de crecer son tan infinitas como nuestras capacidades de dar amor. Los Masones estamos llamados a ser consecuente con esta elección; elegimos el camino menos transitado, y eso no hace mejores personas.
Como nuestra Orden persigue un fin meliorista, de búsqueda de la perfección, coincidimos que el fin Masónico, en términos generales, es el ennoblecimiento de la humanidad y contribuye para que la Libertad, la Tolerancia y la Fraternidad dejen de ser una utopía y se extiendan cada vez más por el mundo.
No es difícil apuntar a los numerosos factores que obran en contra de esta noción; las diferencia en la fe religiosa, el lenguaje, las costumbres, la cultura, etc.
La Fraternidad en la Masonería es el eje conducente y piedra angular del trabajo a realizar por los Hermanos para proyectarlo como contribución para el mejoramiento total de la sociedad, cuya completa concreción está lejana, pues cuando ello ocurra todos los hombres serán libres, iguales y Hermanos.
El Masón es un incansable obrero de esos ideales. Su vigencia ha permitido ahorrar males sociales y eliminar lacras que han sido el horror de la historia.
El eje fundamental para la concreción de esta virtud es el Amor, sentimiento altruista que debemos cultivar en pos de le felicidad de otras personas. Para concretar relaciones honestas entre los seres humanos, en particular entre los HH:. MM.:, tenemos que asumir la capacidad de amar que hemos desarrollado desde nuestra primera infancia, junto a los seres queridos, luego hacia los amigos y sobre todo hacia aquellos Hermanos que fueron, son y serán testigos del renacer a una nueva vida al interior de nuestra Augusta Orden.