miércoles, 21 de agosto de 2019

La Fuerza del Mandil





Empecé está mañana desbordado por la emoción.
Hoy al colocar los cajones de mi armario, encontré algo que parecía estar en la cuerda del tiempo.
Quiero decir que tuve la necesidad de limpiar mi armario, Allí después de intentar encontrar algo que quería buscar, mi paciencia parecía estar acabándose. Murmuré mucho. Yo quería pelear con el mundo, por no poder ver lo que buscaba.  El cordel del tiempo me dio la calma, la paz, la tranquilidad.
Hace tanto tiempo, pero parecía como si fuera ayer que lo recibí.
Mi Mandil de Aprendiz, mi mayor reliquia, mi mayor trofeo ganado en toda mi vida. me esperaba.
Me olvidé lo que buscaba, Con cuidado lo sostuve, Yo era el mismo aprendiz que vió las espadas brillando por vez primera, con mi emoción de ver la luz como el verdadero masón.
¡Ah!  ¡Mi Mandil! ……
¡Cuánto anhelo al recibirlo tan blanco, tan puro!
 Hoy en día ya no es tan blanco, pero sigue siendo puro porque mi trabajo en la piedra bruta no fue en vano.
 ¡Ah!  ¡Mi Mandil!
Decir que tuve ganas de lavarlo, para que continuara siempre blanco, demostrando su pureza,  y a medida que lo fuera limpiando con mis manos, dejaría en el mandil todo mi orgullo y todos mis errores.
 ¡Ah!  ¡Mi Mandil!
Cuantas veces lo acaricié como a un hijo durante mis aflicciones.
Cuanto tiempo se olvidó en ese armario, cuanto tiempo que no nos veíamos ni nos teníamos el uno al otro
¡Ah!  ¡Mi Mandil! ¡Aprendiz!
Hoy nuestro encuentro tiene, con seguridad, una lección para mi.
Se que no hay que olvidar lo importante que fue mi inicio, y también que nuestro encuentro es para despertar en mi, que debo siempre volver a revisar las enseñanzas, para que el orgullo y la vanidad no se apoderen de mi, mostrándome a otro que no soy yo.
El Mandil del aprendiz no puede tener el pulpo de la avaricia, de la maldad.
Con el Mandil del aprendiz volví a aprender a ser humilde, para no dejar de lado todo lo que me era tan querido, tan bueno.
¡Cuánto extraño mi Mandil!
Pasa el tiempo y admiro mi Mandil de aprendiz.
Abro el cajón de nuevo, lo coloco en el cajón, pero mis manos insisten en tenerlo conmigo.
¿Qué hacer?
He olvidado lo que buscaba en el armario, pero con seguridad encontré lo que tanto buscaba.
Necesitaba la paz, una nueva reunión conmigo mismo.
Aquí según mi deseo está en el Mandil de aprendiz mi paz tan buscada.
Poco a poco coloco el Mandil en el cajón y mientras desaparece de mis manos, de mis ojos caen lágrimas de añoranza.
Mi corazón late, mi fuerza desaparece.
Cuanto anhelo, mi Mandil de aprendiz.

Autor: R:.H:. Jorge Tavares Vicente . 
Viviendo la Masonería Editora SSP Gráfica  Editora , 2018 Río de Janeiro.
Selección y ajustes gramaticales: Q:.H:. Juan Manuel Slocovich Dentone

15 de Agosto 2019