Es ya una conversación recurrente
en nuestros talleres la capacidad de la Masonería para transformarnos. Ante
nosotros se levantan muros de escepticismo sobre esa posibilidad: “Ya es tarde
para aprender y cambiar” parece ser la postura asumida por muchos miembros de
la Masonería a este respecto.
Somos frontalmente contrarios a
esta percepción y hoy nuevamente trataremos de exponer el por qué de nuestras
aseveraciones.
La Masonería nos afecta de manera
inmediata en cuanto nos acercamos a ella, siquiera como profanos. Al menos si
nos acercamos con genuino interés. El sólo hecho de preguntarnos por qué nos
interesa la Masonería, es síntoma de una inquietud. Es por tanto la condición
necesaria para transformarse. La curiosidad y el deseo de saber.
La Masonería nos propone en su
método de transformación tres niveles de reflexión sobre nuestra manera de ver
el mundo y de vernos a nosotros mismos. Más allá del rito y la ceremonia, que
ordena y envuelve el método masónico, la Masonería nos propone:
* Una reflexión sobre los principios
de nuestra relación con nosotros mismos.
* Una reflexión sobre las virtudes
del Maestro Masón, desde sus comienzos como
aprendiz y su actitud hacia los
demás.
* Una reflexión sobre los valores de
la vida, que un Maestro del Arte considera
importantes y que están en la base
de su convivencia y sociabilidad.
Los Principios
Hay dos principios que interactúan
en el quehacer masónico y que son completamente complementarios:
“CONÓCETE A TI MISMO”
Sólo conociéndote a ti mismo es
posible establecer un principio regulador de uno mismo, un principio que empuje
a cada uno a buscar los fundamentos de su propia existencia y trayectoria
vital, un principio que le enriquezca y le dote de la solidez que caracteriza
al que sabe.
“LO QUE HACES, TE HACE”
Es un principio evidente. Ya decía
Aristóteles que hacer el bien hace hombres buenos. Hacer el trabajo hace
hombres trabajadores. Hacer la paz hace hombre pacíficos y hacer la guerra hace
hombres guerreros. Mentir hace mentirosos a los hombres y veraces decir la
verdad.
Trabajarse a sí mismo, conocerse a
sí mismo, hace seres conscientes del mundo en el que viven y de sus
posibilidades de trabajarlo y transformarlo.
Las Virtudes
Decía Spinoza que la virtud es “la
potencia de ser”. La virtud del cuchillo es poder cortar. ¿Cuál es la del ser
humano? Precisamente esa, ser humano y comportarse como un humano. Si lo que
haces te hace… ¿cuáles serán entonces las virtudes que debemos trabajar? Las
que nos conducen hacia nuestra humanidad, hacia nuestra propia excelencia, y
nos alejan del animal que llevamos dentro. Estas virtudes, dentro del método
masónico, son fundamentalmente las siguientes:
Libre
Buscar la libertad es la esencia
del ser humano. Su máxima virtud es actuar desde el pleno control de sí mismo.
Porque para ser libre hay que conocer y respetar la libertad de los demás. No
es libre quien hace lo que quiere, sino quien conoce los límites de su propia
libertad y ha llegado a ese conocimiento y autocontrol desde la razón, desde el
uso de su arma predilecta, la que le hace único e irrepetible entre los seres.
Igual
La Igualdad es sobre todo una
actitud vital hacia el otro. Una actitud que conlleva, como punto paradójico de
partida, la aceptación profunda de las diferencias entre los seres humanos.
Sólo desde el respeto profundo a esa diversidad de sexos, razas, orígenes,
religiones o capacidades intelectuales, es posible construir un esquema de
Igualdad en el marco de la sociedad. La Igualdad es la actitud de los seres
humanos hacia los demás, para evitar que esas características particulares y
diferenciadoras de cada ser humano se conviertan en vehículo de exclusión
social. Aceptar la igualdad como virtud capital es uno de los actos más nobles
de la conducta masónica, una de sus mayores virtudes.
Fraternal
¿Qué es la Fraternidad sino la
capacidad del ser humano de ponerse en el lugar de los demás? ¿Qué nos hace más
humanos que eso? La Fraternidad es la virtud masónica por excelencia. Ser tan
humano que nos pongamos en el lugar de quien no tiene salud, del que no tiene
educación, del que no tiene medios para alimentar a su familia… Por eso la
Fraternidad está en la base del triángulo equilátero que soporta las otras
virtudes masónicas. La Fraternidad es esa actitud vital de compromiso entre los
seres humanos para comprender y aceptar su destino común en el mundo, para
compartir sus grandezas y mitigar sus miserias como especie, y para caminar
unidos en la aventura de la vida, siempre comprometidos con el principio del
Bien Común.
Los Valores
Los valores en la Masonería están
representados por las herramientas de los grados. El trabajo, la inteligencia,
la perseverancia, la paciencia, la rectitud, la ecuanimidad, la templanza, el
trabajo bien hecho, son verdaderas herramientas en manos de quién comprende en
su inmensa potencia los principios que hemos enunciado al comienzo de este
escrito y que no necesitamos repetir.
La Masonería posee conocimientos
muy profundos sobre la naturaleza del ser humano y propone un método concreto,
a sabiendas de la enorme dificultad que encierra tal método. Podemos dejarnos
seducir por otros aspectos de la Masonería, pues una institución de trescientos
años ha desarrollado también un decorum y un imaginarium que trasciende su
esencia real. Un imaginarium que contiene elementos esotéricos ligados a la
leyenda y al conocimiento de palabras sagradas y ceremonias ocultas, de
contenido cuasi mágico. Un decorum que muchas veces transmite una imagen de
amos del mundo desde las sombras de la logias.
Ciertamente la Masonería tiene un conocimiento
secreto pero no metafísico, un secreto que se concreta en el conocimiento
profundo de los elementos que pueden transmutar a un ser humano. Es en nuestras
simples y potentes manos donde reside todo el poder que la masonería nos
propone, por si tenemos la suficiente valentía para aceptar el desafío. Lo que
haces te hace, pero hazlo conociéndote a ti mismo.
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