Muchas veces nos desesperamos por
la cantidad de problemas que tenemos que afrontar diariamente: en el trabajo,
en la casa, en cualquier otro lado. Parecería que fuéramos de problema en
problema; no terminamos de salir de uno cuando ya aparece otro, parece que jamás
van a terminar, o que nunca se van a solucionar.
Creemos que todo es fácil, nos
gustan las cosas fáciles en realidad, pero creo que los problemas de la vida
nos sirven para poder crecer como personas.
En esos momentos solemos decir:
“¡Que feliz sería si no tuviera tantos problemas!” Sin embargo, este es un
enfoque equivocado. Mientras vivamos, la vida nos presentará inevitablemente
problemas para resolver, y el hecho de ser feliz no está relacionado con la
existencia o no de problemas sino con la manera en que los enfrentas, y la
actitud que presentas cuando lo haces, puesto que sabemos que nos costara
trabajo, hay veces que nos cerramos demasiado a los problemas con unas posibles
soluciones.
Piensa un poco en qué es una
situación problemática. Se dice que tenemos un problema cuando algo no se
produce de la manera que nos gustaría. No ganamos lo que nos gustaría, los
hijos no se portan como nos gustaría, o simplemente el tránsito no avanza tan
rápidamente cómo nos gustaría, o simplemente no tenemos lo que nos gustaría en
el momento.
¿Sería posible que todo ocurriera
de la manera en que a ti te viene bien?
Obviamente que no, aunque más no
fuera por la razón de que muchas veces lo que es el beneficio de uno es el
perjuicio del otro.
Entonces vemos que los problemas
son una parte ineludible de la vida. Si queremos vivir, tenemos que enfrentar
problemas.
Pero no debes verlo como un mal
irremediable, sino como una oportunidad para superarte, los problemas aunque suene
un poco descabellado, valen la pena, te hacen crecer, te hacen madurar, y hasta
te hacen ver la vida de manera diferente y quizá hasta mejor.
Cada problema es una oportunidad
para ejercer tu razonamiento, que es la manera de crecer, la manera de ver las
cosas diferentes.
Ejercer tu razonamiento con un
problema no significa necesariamente tener que resolverlo. Tal vez lo que debas
hacer es ignorarlo. Con cada problema que se te presenta, tienes las dos
opciones: resolverlo o ignorarlo.
Existen distintos tipos de
problemas, y a menudo se presentan varios simultáneamente. Sería una cuestión
sin sentido tratar de resolver todos sin que falte uno.
Cuando tenemos que enfrentar varios
problemas al mismo tiempo, lo primero que tenemos que hacer es jerarquizar los
mismos. Habrá algunos más importantes y otros que lo son menos.
Tus recursos no son ilimitados y es
probable que, al tratar de solucionar los menos importantes, comprometas la
solución de los más urgentes. Entonces sería una decisión sabia ignorar
aquellos problemas que en el momento no te son tan importantes, debemos
aprender a ver cuáles valen realmente la pena de gastar fuerzas, o solo
alejarte.
Una vez establecida una jerarquía
de problemas y determinado cuáles vamos a tratar de resolver y cuáles vamos a
dejar para más adelante o para nunca, no nos queda otra alternativa que
comenzar a tratar de resolverlos.
Es en este momento cuando realmente
está en juego la posibilidad de ser feliz; la diferencia entre ser feliz o no,
radica en la actitud con que afrontas tus problemas.
Hay tres actitudes con las que
puedes encarar la resolución de tus problemas: “Soy incapaz de solucionar
nada”, “Nada es demasiado difícil para mí” y “Algunas cosas podré resolver y
otras no”. La última opción es la única que te puede ayudar a tener más
felicidad en tu vida.