¿Qué es la libertad total?
Es la flor cuando no tiene nombre.
Es el río cuando no tiene cauce.
Es la nube cuando no tapa al sol.
Es el hombre cuando no tiene
recuerdos.
Es el ave cuando no tiene forma.
Es el aire cuando no tiene
movimiento.
¿Qué es la mente del hombre que
estudia estas cosas?
Es la piedra que quiere ser agua.
Es la tierra que quiere ser aire.
Son los ojos que quieren ver el
infinito.
Son los gusanos que quieren verse
mariposas.
¿Cómo puede el hombre entender la
libertad total?
Tal vez olvidando su pasado.
Tal vez aprendiendo a mirar hacia
adentro.
Tal vez negando las formas y
percibiendo las esencias.
Tal vez eliminando al lenguaje.
Tal vez respirando el aire que se
mueve en el universo.
Tal vez olvidando que alguna vez
nació en la tierra.
La libertad es el estado natural del ser
Para los hombres cuya experiencia
diaria no es sino un permanente recordatorio de que se encuentran oprimidos y
en cárceles que ellos mismos han construido, venir aquí y hablar de libertad es
como respirar un aire nuevo, es como percibir nuevamente el aroma que surge de
las flores silvestres, aquellas que no han sido obligadas a crecer dentro de un
jardín por las manos de pseudojardineros.
He observado cómo las palabras de
libertad hacen eco en sus mentes y los impulsan a buscar nuevas formas de
conducta y pensamiento, deseando descubrir la salida del laberinto que cada uno
de ustedes ha formado en sus vidas; es por eso, que esta vez, he venido a
platicarles una vez más de libertad, y es seguro que tendré que regresar varias
veces para recordarles cosas tan sencillas, que por su misma simplicidad son
rechazadas a nivel subconsciente por ustedes.
La libertad es la ausencia de
cadenas
La libertad es la ausencia de
cadenas, no importa si son éstas experiencias del pasado, lecciones
descubiertas por ustedes mismos, valores morales que han adoptado o cualquier
otro concepto que haya determinado el curso de sus vidas.
La libertad es poder decidir
La libertad es simplemente el poder
decidir en todo momento lo que se desea, lo que en verdad se desea, no esos
deseos que surgen de los convencionalismos, no esos deseos que surgen de
verdades aprendidas de otras mentes, no esos deseos que surgen como
conclusiones lógicas al percibir sus propias limitaciones y pensando
internamente que no tienen más opciones.
No me refiero a satisfacer esos
deseos, me refiero al poder real de decisión que ejerce un ser humano cuando se
sabe inmortal, cuando se sabe libre, cuando se sabe que se encuentra en una
escuela en donde la única forma de aprender es viviendo.
La parábola de la cueva.
Los seres humanos han olvidado sus
libertades, son como aquella parábola griega de los hombres encadenados dentro
de una cueva, condenados a ver únicamente las sombras de lo que el mundo
exterior les proyectaba y pensando que esa era su única realidad, un mundo de
sombras, un mundo de encadenados, en donde los niños que crecen, gustosamente
se ponen sus cadenas pensando que es la mejor forma de vivir.
En ese mundo han crecido, y lloran
y gimen pensando que tal vez con eso, alguien se complazca y les muestre un
camino mejor, pero no será buscando la compasión de otro como podrán alcanzar
esa libertad.
La observación de sí mismo
Hay libertad cuando el ser humano
voltea a sí mismo y se observa como un ser completo, lleno de posibilidades, no
reconociendo más limitantes que aquellas que él mismo se fija; hay libertad
cuando el hombre puede ver su pasado, no como cadenas que ha construido, sino
como un libro de experiencias de las que puede aprender; hay libertad cuando el
ser humano mira a su futuro, pero no desde esa plataforma llena de limitantes y
defectos que los recuerdos de pasadas experiencias le han dejado, sino
consciente de que cada día es una página limpia en el libro de su vida, de que
cada día trae múltiples oportunidades de cambiar, de que su futuro sólo él lo
escribirá y lo hará consciente de lo que anda buscando.
La libertad surge del estado de
conciencia
La libertad surge de ese estado de
conciencia en donde se reconoce como un ser que nace cada mañana como un ser
permanentemente nuevo, como el agua que fluye en los arroyos, que sin dejar de
ser agua, es fresca a cada momento. La libertad es ese sentimiento que permite
al ser humano rechazar todas las conductas predeterminadas que su experiencia,
su vida y la sociedad le han marcado, el poder decidir si desea enojarse o
mantenerse alegre, si desea entristecerse o mantenerse estable, sin importar
qué es lo que el mundo le está enviando.
La libertad se ejerce con el poder
del espíritu, la libertad se alcanza cuando se ha puesto freno a los
pensamientos programados de la vida, por eso la libertad es un don preciado que
muy pocos alcanzan, porque muy pocos quieren renunciar a esa vida llena de
pequeñas satisfacciones, que lo único que hacen es enredar en telarañas a los
que son pequeños.
La libertad es la grandeza de
sentirse vivos
La libertad es la grandeza de
sentirse vivos, sentirse plenos y poder disfrutar de todos los seres vivos,
simplemente por el hecho de estar vivos. La libertad permite a una pareja
compartir sus vidas sin esclavizar, la misma libertad es la que impulsa a los
niños a tomar decisiones cada instante, sin preocuparse si son o no aceptadas.
La libertad es el estado natural
del ser
La libertad es el estado natural
del ser, antes de que su mente lo aprese en medio de multitud de códigos que el
mundo ha implantado; sin embargo, la libertad es también el poder ajustarse a
ciertas normas de conducta entendiendo la responsabilidad que implica el vivir
dentro de una sociedad. La libertad no es la ausencia de orden, de disciplina;
la libertad no es el poder vivir desenfrenadamente. La libertad es la
conciencia total de poder decidir los destinos de sus propias vidas, respetando
a la vez el poder de decisión que tienen los otros sobre sus respectivas vidas.
La libertad nace de la paz interior
La libertad nace de la paz interior
como una consecuencia natural de haber comprendido perfectamente cuál es el
papel de la esencia espiritual del hombre en el universo. La libertad no surge
de un momento desesperado, cuando el ser siente la presión del mundo y lanzando
un grito se olvida de todo y busca un cambio, esa es la libertad del esclavo,
aquel que se fuga de su cárcel únicamente para irse a meter a otra; no hablo de
esa libertad.
Hablo de la libertad de los hombres
maduros, los que han buscado pacientemente y han encontrado el poder de
decisión, ésta es la libertad de la que les hablo, no de aquél que un día se
levanta, se aleja de todos y de todo, dispuesto a iniciar una nueva vida
penando que así encontrará esa anhelada libertad, no es la libertad de los que
huyen a la que me estoy refiriendo.
La libertad del hombre responsable
Es la libertad del hombre
responsable, aquél que por amor trabaja en el mundo, aquél que construye sin
apegarse, aquél que ama sin esclavizar, aquél que nombra las cosas por su
verdadero nombre y no por sus etiquetas, aquél que es incapaz de juzgar porque
entiendo que los juicios son cadenas, aquél que vive cada día como si fuese un
día nuevo, carente de pasado y con la expectativa de encontrar lo más
maravilloso del mundo, aquél que vive en medio de los laberintos que las
relaciones humanas establecen, que da a cada quien lo que es suyo y guarda
celosamente lo que es de él, aquél a quien los desprecios no hacen mella y a
quien las alabanzas las hace pasar de largo, el que permanece centrado en sí
mismo dando a los demás lo mejor de sí y tomando de ellos únicamente aquello
que le complace y que ha sido gustosamente ofrecido.
Esta es la libertad de la que les
he hablado por tanto tiempo, una libertad de cuerpo y de mente, una libertad de
alma y espíritu, la libertad que surge cuando las palabras han desaparecido,
cuando los conceptos se han desvanecido, cuando el simple fluir de ideas no es
sino la permanencia presente de la inspiración divina.
La libertad: una palabra sagrada
Esa es la libertad: una palabra
sagrada que el hombre ha olvidado, un modo de vivir que se ha perdido en la
selva de la confusión; por esa razón, es conveniente venir y sembrar semillas
de libertad, porque una vez que han sido colocadas en la tierra fértil,
empezaremos a ver pequeñas plantas exóticas, tal vez por lo raro de su aroma,
que empezarán a florecer en medio de los pantanos, o tal vez en medio de los
desiertos.
Porque estas raras flores no se
alimentan de lo que el suelo les da, no les importa vivir en ambientes húmedos
o secos, sus raíces son capaces de penetrar cualquier suelo, porque su
alimentación proviene del espíritu, del cielo de la conciencia, de lo más
interno de ellas mismas; estas raras flores son coleccionadas celosamente por Shamballa
y aunque en la tierra tal vez pasen desapercibidas, en Shamballa existen
numerosos trabajadores al cuidado de ellas.
Cultivar la flor de la Libertad
Hoy he venido a sembrar, ustedes
son la tierra fértil, esperaremos que algún día alguna exótica flor aparecerá
en el horizonte de la tierra, y entonces sabremos que la siembra ha sido un
éxito y que los hombres libres están siendo una realidad. Cultivar la flor
significa vivir en el interior, extraer la fuerza suficiente para adquirir ese
maravilloso poder de decisión, la excelsa autonomía que un ser puede ejercer
con su vida.
Por nuestra parte, nos retiramos
para pacientemente esperar a que el momento de la germinación sea hecho y
entonces tal vez mis palabras resuenen más alto, tal vez estos mensajes se
multipliquen y, entonces, un nuevo jardín empiece a aparecer en la tierra.