La Masonería es una de las más antiguas sociedades iniciáticas del mundo.
Esotéricamente, inculca sus enseñanzas a sus miembros a través del
Simbolismo, practicado a través del ceremonial.
Exotéricamente, es una extraordinaria asociación sustentada en principios
morales que hace de personas libres y buenas, seres humanos útiles y
provechosos a su familia, a su comunidad, a su nación y al mundo.
Desde el punto de vista esotérico (en su proyección interna), la
Masonería es la Orden Iniciática más importante de Occidente. Busca hacer de
seres humanos libres de telarañas morales, culturales, sociales, etc. y de modo
de vivir honesto y bueno, personas capaces de trabajar por su constante
superación en todos los aspectos, a través de una moral laica basada en el
Simbolismo, como requisito indispensable para convertirse en agentes
transformadores de su entorno familiar, social, comunitario y nacional. En este
sentido, los Francmasones nos consideramos constructores del Templo dedicado al
perfeccionamiento moral de la humanidad, cimentado en los históricos principios
de Libertad, Fraternidad e Igualdad.
Desde el punto de vista exotérico (en su proyección externa o social), la
Francmasonería es una organización discreta, no secreta, que cree posible el
progreso individual y colectivo basado en el respeto, la democracia, la
justicia y la solidaridad entre los seres humanos. Por ello, como organización
de la Sociedad Civil, es una institución establecida sobre bases humanitarias y
científicas que lucha por el bienestar y el progreso de sus miembros y de la
comunidad en general.
Yo diría que el candidato ideal a formar parte de la Logia masónica es
aquella persona que ha vivido diversas
experiencias de las cuales ha llegado a una conclusión importante: nada o casi
nada satisface una especie de vacío que ni la religión, la vida social, el
trabajo por el trabajo o la vida familiar incluso pueden llenar.
Es un sentimiento de desasosiego permanente que solamente es ahuyentado
por temporales vivencias, pero que de todas formas vuelve. Esa sensación se
repite una y otra vez.
Hay una sospecha de que la vida tal como la ofrece la sociedad
contemporánea no entrega el equilibrio, la armonía interior y de hecho, no
explica los elementos constitutivos del ser humano: más bien, los menoscaba.
Se habla de fe y de esperanza desde una perspectiva plana, sin ningún
tipo de análisis que pase cierto nivel o cuerpo de esquemas que permita la
correlación individual con el orden social o universal.
Diría que el candidato ideal es aquella persona cuya formación moral es
sólida y no le permite vivir en el cinismo o en el utilitarismo.
También, que es una persona aislada en medio de gente capaz de hacer casi
cualquier cosa por el lucro económico, por el envanecimiento egoísta de
cualquier tipo. Una persona con cierta decepción social con el sueño de
encontrar en algún escenario desconocido una nueva forma de hacer las cosas en
el que realmente se cultiven los valores humanos.
El candidato ideal debería ya haber hecho una exploración personal de las
creencias religiosas y haber encontrado en ellas múltiples baches de
información que no permiten el análisis de las evidentes fisuras que ofrecen
las doctrinas dogmáticas. Hay que creer o no creer, pero se no permiten interpretaciones
personales.
Debería haber entendido que el mundo de la política es muchos casos una
ciénaga peligrosa y ante la cual hay dos opciones: arriesgar incluso la vida, o
la moral...
Un buen candidato a la Masonería debería ya haber pasado por algún tipo
de desolación muy profunda, por la soledad del espíritu, del frío lunar de la
indiferencia social...
En fin, para mi el mejor candidato es aquel que llega con profundas
cicatrices hechas por la misma vida, o incluso con alguna que otra herida
todavía sin sanar... Aquella persona que se ha atrevido a vivir, que ha reunido
experiencias que le han dejado ver con claridad que hay una oportunidad para
lograr la regeneración por el amor , de continuar en este mundo pero con otra
visión, con la sospecha de que hay "algo más" que "esto".
El candidato verdadero a la Masonería es aquel que sufre de una especie
de asfixia espiritual que debe superar. No veo cómo alguien pueda progresar en
una buena Logia masónica si no se enfrenta a cuestionamientos de todo tipo en
su ciclo vital y que en cualquier momento o edad logre comprender que debe
trascender...