lunes, 21 de julio de 2014

ACTITUDES


Dentro de los grandes apartados de los fundamentos psico-sociales del comportamiento estan las actitudes. ¿Qué son, cómo son y quizá lo más importante, cómo se cambia? Entre actitudes y comportamientos aparentemente hay una estrecha relación, la primera cuestión a definir ¿qué es una actitud?, la primera aproximación es la posición que tiene una persona favorable o desfavorable con respecto a un objeto social el cual puede ser una persona, un grupo, una ideología, un producto, un partido político, un equipo de baloncesto… cualquier objeto que aparece en nuestro universo social podríamos decir que sobre cualquiera de ellos podemos tener una actitud. Una posición que puede ser más o menos positiva, más o menos favorable. Es una especia de predisposición a actuar; si contamos con una actitud favorable probablemente desarrollaremos conductas que son favorables hacia ese objeto y en cambio, si tenemos una actitud desfavorable probablemente desarrollaremos actitudes desfavorables.
Las personas utilizan constantemente el término "actitud" para referirse a cosas como el estado de ánimo que una persona suele manifestar o como su manera de tomarse las cosas. La definición con la que trabaja la psicología social es la siguiente: "Conjunto de creencias y de sentimientos que nos predisponen a comportarnos de una determinada manera frente a un determinado objeto". A partir de esta definición surge la llamada concepción tridimensional de las actitudes:
La dimensión cognitiva hace referencia al conjunto de creencias del individuo. Es la información que el individuo tiene sobre el objeto, lo que sabe o cree saber sobre él, su manera de representarlo y las categorías en las que lo incluye. Para influir en esta dimensión es necesario aportar conocimientos nuevos al individuo. Sin embargo, existe un problema de causalidad circular entre actitud e información. Por un lado, la información que recibimos influye en nuestra actitud, pero a su vez, nuestra actitud influye en la forma en que recibimos información, por ejemplo, al ignorar o tergiversar la información que recibimos para que encaje mejor con nuestras creencias ya establecidas.
La dimensión afectiva hace referencia al conjunto de sentimientos del individuo. Se entiende como un continuo bipolar equidistante entre sentimientos negativos y positivos. Es decir, los sentimientos no se clasifican en sólo dos categorías (negativos o positivos), sino que se miden en una escala que es más negativa en un extremo y más positiva en el otro, en cuyo centro se halla la neutralidad. Para influir en esta dimensión hay que intentar aumentar o disminuir la valoración personal negativa o positiva que mantiene el individuo hacia un determinado objeto.
La dimensión conductual hace referencia a la predisposición a desarrollar una determinada conducta. Para influir en esta dimensión se requiere aplicar un programa de refuerzos y sanciones. De hecho, los propios refuerzos y sanciones que recibimos en nuestra vida diaria influyen en nuestra actitud.