jueves, 8 de noviembre de 2012

Atrévete a ser tu mismo

Nadie puede pensar ni sentir por nosotros. De hecho, todo lo que sentimos se debe a lo que pensamos. La pregunta es: ¿controlamos lo que pensamos? ¿Lo meditamos? ¿Lo entendemos? ¿Pensamos en lo que queremos o pensamos sólo por pensar? ¿O más bien, recordamos en lugar de pensar? ¿Qué hacemos? Todos nosotros tenemos nuestra voz interior, una voz que nos aconseja, que nos guía, que nos alerta del peligro, que nos ayuda, que nos protege. ¿Cuándo fue la última vez que la escuchaste? ¿Cuántas veces la has escuchado? ¿Puedes hablar con ella a voluntad? ¿O solamente la escuchas cuando tu voz interior quiere que la escuches? Aunque sabes algo, ella siempre nos habla, siempre nos guía y siempre quiere que la escuchemos. ¿Entonces por qué no la escuchamos todos los días? ¿Qué cualidad hemos perdido u olvidado que hoy gran parte de la humanidad no sabemos escuchar a nuestra voz interior?. Nos dieron la responsabilidad de poder elegir, de pensar y sentir por nosotros mismos. No dependemos de nada, ni de nadie. Y sin embargo, preferimos jugar el papel de víctimas y no hacernos responsables de lo que sucede en nuestras vidas. Preferimos culpar a los demás, a la situación económica, a la guerra, a la violencia, a la inseguridad, al gobierno de turno, a la vida misma. Y nosotros, ¿cuándo nos culparemos a nosotros mismos por la vida que estamos construyendo con nuestros pensamientos y sentimientos y con nuestras elecciones y que hoy no nos gusta? Y si nos gusta, ¿nos damos crédito? ¿O preferimos pensar que es la suerte? Pero, ¿saben porqué preferimos ignorar a esa vocecita interior y no escucharla? ¿Saben porqué hemos preferido ignorarla y con ello hemos perdido la costumbre de escucharla al grado que hoy aunque nos grite no la oímos? Porque esa voz interior es nuestra conciencia. Esa voz de nuestra conciencia nos protege, nos dice la diferencia entre el bien y el mal. Y preferimos el camino más fácil y sucumbir ante la tentación del mal y hacemos el mal en lugar del bien. Y al elegir el mal o al elegir no hacernos responsables de nuestra vida, elegimos también no escuchar la voz de nuestra conciencia. Y cuando al fin nos alcanza el destino y comienza a cobrarnos lo mal que obramos, entonces sí clamamos por ayuda y buscamos escuchar a esa voz que antes apagamos y ahogamos en el silencio para poder caer sin culpas ante esa tentación que en su momento parecía dulzura. ¿Y sabes qué? En ese momento la voz de tu conciencia seguirá hablando y al fin podrás escucharla. Pero, ¿por qué esperar a que estemos en el fondo del pozo para volverla a escuchar? ¿Por qué mejor no volverla a escuchar ahora? Y entonces darnos cuenta de que aún podemos mejorar nuestra vida, que aún no es tarde, que mientras haya vida podemos mejorarla si todos nos hacemos responsables de nuestras vidas y aprendemos a respetar las de los demás. Hoy debemos de saber que todos nosotros somos libres, somos libres para hacer lo que queramos. Pero debemos de saber también que no podemos obligar a los demás a hacer algo que no quieran. Debemos de buscar hacer lo que queramos para tener libertad, pero dentro del marco de la ley. Respetando al prójimo y las leyes de la sociedad, para vivir en armonía. No tenemos el derecho de decidir por los demás, no tenemos el derecho de echar a perder las vidas de nuestro prójimo, menos de quitárselas. Debemos de re-aprender a escuchar la voz de nuestra conciencia y dejar de tenerle miedo a que nos recrimine todo lo que hacemos mal. Para volver a tomar el rumbo que su guía nos dará si solamente nos atrevemos a escucharla. ¿Te atreves? ¿Te atreverías a escuchar la voz de tu conciencia y a aceptar su guía? ¿Te atreves a vivir en armonía respetando al prójimo? ¿Te atreves a responsabilizarte por tus actos? ¿Te atreves a ser tú mismo para que seas un buen original, en lugar de una mala copia de alguien más? Atrévete Hermanoo, atrévete a escuchar la voz de tu conciencia y a volver a tomar el control de tu vida, para que vuelvas a ser tú mismo. ¡Atrévete!