La actitud que tengamos al empezar una actividad, influirá más que cualquier otra cosa sobre el resultado de la misma. Nuestra actitud ante la vida determina la actitud de la vida hacia nosotros.
Nuestra actitud hacia
los demás determinará la actitud de ellos hacia nosotros. Antes de poder
alcanzar la clase de vida que queremos, debemos pensar, actuar, caminar,
hablar, y comportarnos de la manera propia de quien queremos ser.
Mientras
más alto vayamos en cualquier organización de valor, encontraremos una mejor
actitud. El tener en nuestra mente pensamientos positivos, de éxito,
marcará la diferencia en el mundo.
Si siempre
hacemos que una persona se sienta necesaria, importante, apreciada, esa persona
nos devolverá esa actitud. Parte de una buena actitud es buscar lo mejor en las
nuevas ideas.
Así que
busca las buenas ideas en todo. Las encontraremos en los sitios más
maravillosos: en las calco manías de los autos, en los menús de los
restaurantes, en los libros, en las inocentes palabras de los niños. No
anuncies tus problemas personales.
Probablemente
no te ayude en nada, y no puedes ayudar a los demás. No hables de tu salud, a
menos que sea algo bueno. Transmite una actitud de bienestar. No te avergüences
de compartir una idea visionaria, deseos, y objetivos.
Trata a
todos aquellos con quienes te encuentres, como alguien con todos los deberes,
derechos y privilegios que corresponden a la especie humana. La Regla de Oro
sigue vigente: Haz a otros lo que quieres que te hagan a ti.