El conocimiento propio es el procedimiento que sigue la Masonería para preparar el camino para la plena iluminación, y
su método es la auto observación, sin auto observación no existirá
nunca un “Conocerse a sí mismo”. Se toma
como objeto de conocimiento lo que yo soy siendo en el comportamiento habitual; es decir, soy yo ante
la vida misma la que se me presenta como material de estudio, mirándonos a nosotros
mismos con cierto alejamiento, observándonos a
nosotros mismos como si observáramos
a un perfecto extraño. Dicho con
otras palabras, el objeto de conocimiento masónico es conocerse a sí
mismo, qué es esto lo que llamo yo, esto que soy yo: lo que es el yo, tal y como lo voy siendo en el vivir diario.
Es un deber del masón el conocimiento de sí
mismo, así lo marca la Liturgia del Primer Grado, cuando dice: “Se os han
hecho tres preguntas, a las que habéis contestado por escrito y
en ellas habéis comprendido todos los deberes del hombre. Quién los
ignore o los quebrante no
se digno de nosotros los masones”. Entre
estas tres preguntas hay una: ¿ Y qué se debe el hombre a si
propio? El candidato contesta; luego la Liturgia Masónica aclara el deber
que tenemos para con nosotros mismos
– “Debemos conocernos, amarnos y respetarnos a nosotros mismos. Conocernos, como seres falibles e
imperfectos, pero libres, responsables de nuestros actos y
susceptibles de perfeccionamiento que corrija a nuestros defectos y
realce nuestra dignidad… Si sois capaces de firmes resoluciones, si
amáis, conocéis y respetáis cono todo corazón a Dios, a vuestros
semejantes y a vosotros mismos regocijaos.
¡Oh profano(s)! que ya venís a dar,
desde este momento, honra, apoyo y beneficio a la Masonería.”
Es muy diferente el conocimiento que pueden
brindarnos la ciencia y la religión en general, y la psicología o la teología en particular, sobre lo que es realmente somos, cuando nos llegamos
a conocer, y lo que podemos llegar a saber cuando hemos emprendido
la tarea de observarnos imparcialmente. Pongamos un ejemplo:
desde el punto de vista de las ciencias profanas, ciencias a las que
como masones debemos comenzar a desenmascarar y a señalar de
inapropiadas, como lo hicimos con las religiones en su tiempo, pero apuntando hacia el ejemplo puesto que desde el punto de vista de la
psicología, de la sociología,
de la antropología, podemos alcanzar
ciertos conocimientos parciales sobre que es el miedo, la ira, la envida, el amor, etc. Pero, esos conocimientos científicos sobre el “Yo”, adquiridos con métodos rigurosos y adecuados,
influyen poco, por no decir nada en la vida concreta de las personas que
los manejan y utilizan para conocerse a sí mismos y posteriormente
transformarse en
Seres Luz; es
decir, una cosa es lo que se ha aprendido científica y objetivamente
sobre la soberbia, el miedo, la envidia etc.; y algo muy diferente es cómo se comportan los que han aprendido esos conocimientos
científicos, cuando se ven
lanzados a la vida Real y no a las ficticias aulas académicas. Un psicólogo
debiera ser una persona perfectamente equilibrada en su vivir
diario, y sin embargo, los psicólogos que cualquiera conoce son tan
desajustados o más que los pacientes que ellos tratan. En cambio
un masón está obligado a estar perfectamente equilibrado, en cualquier
circunstancia de la vida, un francmasón
tomo como objeto de conocimiento cualquiera de los contenidos
mentales, lo hace para liberarse
de los conflictos o problemas, que de por sí esos contenidos causan al hombre. El psicólogo profano tiene en la mente el concepto del
miedo, de pasión etc. A
diferencia de él, el francmasón, por asumir esos hechos como cuestiones en las cuales está en juego su propia vida, no le interese el mero conocimiento intelectual; sino desprenderse de esos estorbos u obstáculos. Esta diferencia entre un psicólogo profano y un masón puede verse, mejor todavía, cuando ponemos frente a frente un psicólogo consagrado, investigador, que haya
realizado aportes importantes a su disciplina científica, un francmasón. En el francmasón, con toda seguridad se ha trascendido la
mente, y por consiguiente está completamente libre de pasiones
negativas; el psicólogo, por mucho
que haya profundizado en sus investigaciones, todavía se
mantiene en los terrenos de la mente, yo por tanto es
proclive a ser sacudido por los conflictos que de
por sí la mente conlleva.
Cuando se elige el conocimiento propio por encima del conocimiento académico, significa que el conocimiento de sí mismo guiará nuestra vida hacia grandes logros, es una elección
de ir tras lo Real y lo que al final de cuentas es lo que realmente
importa. Por ello la Masonería va tras la realización del Ser Interno.
Y es así, la ciencia y las religiones profanas optan por evitar deliberadamente el tema , y es que saben que dentro del Hombre hay un potencial tan contundente que sí se despierta, pondría entre dicho
lo que dice la ciencia y la religión, relegándolas a ambas
al desuso por su ineficacia para hacernos de la verdadera realidad del ser humano.
El conocimiento de sí mismo no es lo mismo que la
experiencia que dan los años, puede pasar todo una vida sin lograr
contactar con uno mismo . El hacernos de nuestro potencial interno
implica que el individuo lo utilice para reafirmar grandes acciones en bien de la humanidad, el que tiene pleno conocimiento de sí
mismo, no utiliza la
memoria como reservorio para encontrar ideas que resuelvan problemáticas; sino
que cada vez se acerca a los
hechos desprovisto de imágenes,
de recursos mentales. Podemos decir que tanto el conocimiento científico, como el que proviene de la experiencia personal, son acumulativos, en cambio, el
conocimiento de sí mismo no
es acumulativo; éste
es bien una tarea de limpieza de los contenidos de la mente, a fin de que podamos alcanzar la
dimensión del Gran Potencial Interno.
El conocimiento
en Masonería no es al estilo de lo que se entiende por conocimiento por las Ciencias profanas – Para
las Ciencias Profanas, conocimiento objetivo es aquel que pude
ser asimilado simultáneamente por
todos los seres humanas. Naturalmente,
esta supuesta objetividad sólo pude lograrse a través del concepto. Así, el Psicólogo profano, tiene el concepto objetivo de miedo; pero
como hemos insinuado, el concepto miedo como tal se le
escapa. No debemos pensar que el conocimiento de sí es subjetivo, todo
lo contrario al hacernos de un mapeo de nosotros mismos, mediante la
auto observación es lo más objetivo que existe. Objetividad en este
caso, es sabernos a
nosotros mismos, algo tan importante que ya los
antiguos griegos pusieron en el frontispicio del Templo de
Delfos Conócete a ti mismo (nosce te ipsum). Esta inscripción, puesta por los
siete sabios en dicho templo, y es clásica frase en el pensamiento
griego, pero lamentablemente poco comprendida por el profano de
hoy. Mejor dicho, el conocimiento de sí mismo propiamente no es
objetivo ni subjetivo,
¿Dónde podemos ubicarlo? El individuo que inicia en
el conocimiento de sí, de alguna manera ya comienza a estar fuera de
los dominios de la mente. Muchos
aún cuando estamos dando los primeros pasos hacia nosotros mismos,
justo el interior de uno mismo, ciertamente una onda de infinito poder nos asiste; es decir, desde un
comienzo estamos asistidos por una extraordinaria e insólita fuerza
emanada desde dentro. La
diferencia entre lo objetivo y lo subjetivo solamente pude darse mientras el ser humano tome a la mente como
lugar firme de la realidad; vale decir, es una distinción que se da
dentro de ese supuesto errático de considerar a la mente como la casa matriz del
hombre.
El conocimiento de sí mismo es trans objetivo y
trans subjetivo es un camino que se emprende desde el fondo esencial de
nuestro ser; es un llamado que nos viene del Ser Mismo; de esa poderosísima
esencia, esencia encubierta y olvidada que late en lo más
profundo de nuestro ser. Por ello, se presente como un llamado al
despertar, a la consciencia y al estar presentes. Conocerse a ti
mismo significa, conocer de ese potencial dentro de nosotros mismos.
El hecho de que un individuo emprenda el camino
franc-masónico, y por tanto tome el
conocimiento de sí como el itinerario para promover desde sí mismo la negación de la falsa personalidad
que nos cubre, es porque ya ha llegado el tope y límite de su evolución
natural; sólo le queda como acción desprenderse de la identificación
con lo profano, tomando es Ser Superior que habita en nosotros como
nuestra referencia.
Son muchos los masones que individualmente han logrado la Gran Realización y que comienzan a contagiar el ánimo
de Ser al resto de los masones.
Y esto lo podemos ver en lo que ya
han alcanzado la Gran Luz que nos promete la Francmasonería.