sábado, 29 de febrero de 2020

Conócete a ti mismo a través del método masónico


El conocimiento propio es el procedimiento  que sigue la Masonería para preparar el camino para la plena iluminación, y su método es la auto observación, sin auto observación no existirá nunca un “Conocerse a sí mismo”. Se toma  como objeto de conocimiento lo que yo soy siendo en el comportamiento habitual; es decir, soy yo ante la vida misma la  que se me presenta como material  de estudio, mirándonos a nosotros
mismos con cierto alejamiento, observándonos a nosotros mismos como si observáramos  a un perfecto  extraño. Dicho con otras palabras, el objeto de conocimiento masónico es conocerse a sí mismo, qué es esto lo que llamo yo, esto que soy yo:  lo que es el yo, tal y como lo voy siendo en el vivir diario.
Es un deber del masón el conocimiento de sí mismo,  así lo marca la Liturgia del Primer Grado, cuando dice: “Se os han hecho tres preguntas, a las que habéis contestado por escrito y en ellas habéis comprendido todos los deberes del hombre. Quién los ignore  o los quebrante  no se digno de nosotros los masones”.  Entre estas tres preguntas hay una: ¿ Y qué se debe el hombre a si propio? El candidato contesta; luego la Liturgia Masónica aclara el deber que tenemos para con nosotros mismos  – “Debemos conocernos, amarnos y respetarnos a nosotros mismos. Conocernos, como seres falibles e imperfectos, pero libres, responsables de nuestros actos y susceptibles de perfeccionamiento que corrija a nuestros defectos y realce nuestra dignidad… Si sois capaces de firmes resoluciones, si amáis, conocéis y respetáis cono todo corazón a Dios, a vuestros semejantes y a vosotros mismos regocijaos.  ¡Oh profano(s)! que ya venís a dar,  desde este momento, honra, apoyo y beneficio a la Masonería.”
Es muy diferente el conocimiento que pueden brindarnos la ciencia y la religión en general, y la psicología  o la teología en particular, sobre lo que es realmente somos, cuando nos llegamos a conocer, y lo que podemos llegar a saber cuando hemos emprendido la tarea de observarnos imparcialmente. Pongamos un ejemplo: desde el punto de vista de las ciencias profanas, ciencias a las que como masones debemos comenzar a desenmascarar y a señalar de inapropiadas,  como lo hicimos con las religiones  en su tiempo, pero apuntando hacia  el ejemplo puesto que desde el punto de vista de la psicología, de la sociología,  de la antropología, podemos alcanzar  ciertos conocimientos parciales   sobre que es el miedo, la ira, la envida, el amor, etc. Pero, esos conocimientos  científicos sobre el “Yo”, adquiridos con métodos rigurosos y adecuados, influyen poco, por no decir nada en la vida concreta de las personas que los manejan y utilizan para conocerse a sí mismos y posteriormente transformarse en
Seres Luz;  es decir, una cosa es lo que se ha aprendido científica y objetivamente  sobre la soberbia, el miedo, la envidia etc.;  y algo muy diferente es cómo se comportan los  que han aprendido esos conocimientos  científicos, cuando  se ven lanzados a la vida Real y no a las ficticias aulas académicas. Un psicólogo debiera  ser una persona perfectamente equilibrada en su vivir diario, y sin embargo, los psicólogos que cualquiera conoce son tan desajustados o más  que los pacientes que ellos tratan.  En cambio  un masón está obligado a estar perfectamente equilibrado, en cualquier circunstancia de la vida, un francmasón  tomo como objeto de conocimiento cualquiera de los contenidos  mentales, lo hace para liberarse  de los conflictos o problemas, que de por sí  esos contenidos causan al hombre. El psicólogo profano tiene en la mente el concepto del miedo, de pasión etc.  A diferencia de él, el francmasón, por asumir esos hechos como cuestiones en las cuales está  en juego su propia vida,  no le interese el mero conocimiento intelectual;  sino desprenderse de esos estorbos u obstáculos.  Esta diferencia entre un psicólogo profano y un masón puede verse, mejor todavía,  cuando ponemos frente a frente un psicólogo consagrado, investigador, que haya realizado aportes importantes a su disciplina científica, un francmasón.  En el francmasón, con toda seguridad se ha trascendido la mente, y  por consiguiente está completamente libre de pasiones negativas; el psicólogo, por mucho  que haya profundizado en sus investigaciones, todavía se  mantiene en los terrenos de la mente, yo por tanto es
proclive a ser sacudido por los conflictos que de por sí la mente conlleva.
Cuando se elige el conocimiento propio  por encima del conocimiento académico, significa que el   conocimiento de sí mismo  guiará nuestra vida hacia grandes logros, es una elección de ir tras lo Real y lo que al final de cuentas es lo que realmente importa. Por ello la Masonería va tras la realización del Ser Interno. Y  es así, la  ciencia y las religiones  profanas optan por evitar deliberadamente el tema , y es que saben  que dentro del Hombre hay un potencial tan contundente que sí se despierta, pondría entre dicho lo que dice la ciencia y la religión, relegándolas  a ambas  al desuso por su ineficacia para hacernos de la verdadera  realidad del ser humano.
El conocimiento de sí mismo no es lo mismo que la experiencia que dan los años, puede pasar todo una vida sin lograr contactar con uno mismo . El hacernos de nuestro potencial interno implica  que el individuo lo utilice para reafirmar  grandes acciones en bien de la humanidad, el que tiene pleno conocimiento de sí mismo, no utiliza la
memoria como reservorio para  encontrar ideas  que resuelvan problemáticas; sino  que cada vez  se acerca a los hechos desprovisto de imágenes,  de recursos mentales. Podemos decir que tanto el conocimiento científico, como  el que proviene de la experiencia personal, son acumulativos, en cambio, el conocimiento de sí mismo no
es acumulativo; éste  es bien una tarea de limpieza de los contenidos de la mente, a fin de que podamos alcanzar la dimensión del Gran Potencial Interno.
El conocimiento  en Masonería no es al estilo de lo que se entiende por conocimiento por las Ciencias profanas – Para las Ciencias Profanas, conocimiento objetivo es aquel que pude ser asimilado simultáneamente por  todos los seres humanas. Naturalmente,  esta supuesta objetividad sólo pude lograrse a través  del concepto. Así, el Psicólogo profano,  tiene el concepto objetivo de miedo; pero como hemos insinuado, el concepto miedo como tal se le escapa. No debemos pensar que el conocimiento de sí es subjetivo, todo lo contrario al hacernos de un mapeo de nosotros mismos, mediante la auto observación es lo más objetivo que existe. Objetividad en este caso, es sabernos a
nosotros mismos, algo tan importante que ya los antiguos griegos pusieron en el frontispicio del Templo de Delfos  Conócete a ti mismo  (nosce te ipsum). Esta inscripción, puesta por los siete sabios en dicho templo, y es clásica frase en el pensamiento griego, pero lamentablemente poco comprendida por el profano de hoy.  Mejor dicho, el conocimiento de sí mismo propiamente no es objetivo ni subjetivo,
¿Dónde podemos ubicarlo? El individuo que inicia en el conocimiento de sí, de alguna manera ya comienza a estar fuera de los dominios de la mente.  Muchos aún cuando estamos dando los primeros pasos hacia nosotros mismos,  justo el interior de uno mismo, ciertamente una onda de infinito poder nos asiste; es decir, desde un comienzo estamos asistidos por una extraordinaria e insólita fuerza emanada desde dentro.  La diferencia entre lo objetivo y lo subjetivo solamente pude darse mientras el ser humano tome a la mente como lugar firme de la realidad; vale decir, es una distinción que se da dentro de ese supuesto errático de considerar a  la mente como la casa matriz del
hombre.  
El conocimiento de sí mismo es trans objetivo y trans subjetivo es un camino que se emprende desde el fondo esencial de nuestro ser; es un llamado que nos viene del Ser Mismo; de esa poderosísima esencia, esencia encubierta y olvidada que late en lo más profundo de nuestro ser. Por ello, se presente como un llamado al despertar, a la consciencia y al estar presentes. Conocerse a ti mismo significa, conocer de ese potencial dentro de nosotros mismos.
El hecho de que un individuo emprenda el camino franc-masónico,  y por tanto  tome el conocimiento de sí como el itinerario para promover desde sí mismo la negación de la falsa personalidad que nos cubre, es porque ya ha llegado el tope y límite de su evolución natural; sólo le queda como acción desprenderse de la identificación con lo profano, tomando es Ser Superior que habita en nosotros como nuestra referencia.  Son muchos los masones que individualmente han logrado la Gran Realización y que comienzan a contagiar el ánimo de Ser al resto de los masones.   Y esto lo podemos ver en lo que ya  han alcanzado la Gran Luz que nos promete la Francmasonería.